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jueves, 25 de octubre de 2007

Elephant in a China shop






El panorama que se presentaba en sus orígenes a la Genética, que iba a estudiar la herencia de los caracteres, consistía, en primer lugar, en definirlos. ¿Iba una ciencia nueva y experimental propia del siglo XX a dedicarse a estudiar algo complejo y en los límites de la Psicología?. O, por el contrario, ¿su finalidad era más bien materialista y buscaba resultados aplicados?. Quien analice la historia de dicha ciencia tendrá aquí una tarea interesante a la que podemos ir dando pequeñas pistas.

La Genética ha partido, en su origen, de admitir la acepción “fácil” de la palabra carácter y, acto seguido, seleccionar aquellos caracteres cuya herencia ha sido más asequible para su estudio, es decir las características. Para estos fines, el método a seguir no deja alternativas: la Genética se basa en la captura de animales y plantas y su reproducción en condiciones de laboratorio. Si, de acuerdo, captura de animales y plantas se lleva haciendo desde el Neolítico, pero ahora el objetivo es diferente.

Existe un primer problema en el planteamiento de la Genética y de todas las disciplinas científicas y ese problema tiene dos partes. La primera tiene que ver con la especialización y es la fragmentación del mundo. Para que la Ciencia pueda analizar el Mundo, ha de fragmentarlo. Pero el problema no acaba ahí sino que por el contrario se agrava después, en la segunda parte; porque si alguien se había pensado que, después de fragmentado, podíamos volver con los resultados del análisis al mundo real anterior a la fragmentación, estaba equivocado. Cuando el mundo ha sido fragmentado, sigue fragmentado. No ofrece posibilidad de retorno ni existe otro mundo paralelo, prístino, al cual podamos ir con el relato de los resultados y de los análisis de nuestra fragmentación.

Como consecuencia de la primera parte del problema (especialización y fragmentación), se ha llegado a una situación de incomunicación entre las distintas divisiones de la Ciencia. La Genética es, en buena medida, la responsable de esta fragmentación entre los seres vivos y su entorno, desde el momento en que admite que es posible estudiar de manera independiente sus caracteres.

Como consecuencia de la segunda parte, conviene aprender de los errores y rectificar. Respetar a los seres vivos y limitar la experimentación con ellos puede ser la lección aprendida de una genética que ha dado grandes frutos a costa de grandes sacrificios.

En las siguientes entradas veremos algo acerca de la historia y desarrollo de la Genética para ver si en todo esto hay algo de cierto o son meras elucubraciones, pero antes de entrar con la Genética, pensar que tampoco la Genética es independiente de su entorno y que surgió en un momento en el que el mundo se hacía materialista.


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martes, 23 de octubre de 2007

La mutación del carácter



A lo largo de este mes de Octubre que ya va claudicando, pero que todavía tiene, al menos por estas latitudes, un brillo inusual, hemos tratado acerca del carácter. En las entradas de los días tres y cuatro de Octubre, veíamos la complejidad que reside en este concepto. En la entrada del día ocho, vimos que esta complejidad se manifiesta en las definiciones que de “carácter” da el diccionario de la RAE. En definitiva, decíamos, que todas estas acepciones se podrían reducir a dos, una simple y una compleja y explicábamos cómo la Biología, y en particular la Genética, se habían mostrado más partidarias de la acepción simple. Por el contrario, a través de la obra de sucesivos autores, veíamos la vinculación del carácter con conceptos importantes para la humanidad, como el significado, la virtud, el alma, la substancia y la voluntad y su unión indisoluble con el entorno manifestada en un texto de Kierkegaard.

Todo esto pertenece al pasado y hoy, a cambio, se nos presenta una nueva y curiosa alternativa, porque: ¿Quién piensa hoy en el carácter como esencia de una persona?. ¿Qué significado ha tomado hoy la palabra carácter?. A diferencia del concepto clásico que impregnó la literatura, el carácter, así como esencia, casi ha desaparecido del mapa y se emplea más bien en su sentido intranscendente, como con minúscula, como cada una o el conjunto de las características que uno tiene: Pelo rubio o moreno, ojos azules o castaños, altura, diversos diámetros. Todos ellos o casi todos son inter-cambiables en clínicas de distintos especialistas mediante el pago de cantidades variables. Como todo, hoy el carácter tiende a ser venal.
Esta mutación conceptual de carácter como espejo del alma a carácter como característica y objeto de mercado ocurre, nos guste o no, en sincronía con el cambio en general, pero en el caso particular que aquí nos atañe, con el desarrollo de la Genética; porque la Genética es la ciencia que estudia la herencia, esto es, la transmisión de los caracteres.

Como el estudio del carácter en sentido clásico es muy difícil o imposible (¿complejidad irreductible?), porque después de tanto tiempo apenas sabemos en qué consiste; hemos tirado por el camino de en medio y, lógicamente, la Genética estudia la transmisión de los caracteres en su sentido fácil, es decir de las características. Haciendo esto la Genética ha cosechado grandes éxitos, algunos de ellos en asociación con la Bioquímica. Pero, por otra parte, ambas también tienen su parte de responsabilidad en el eclipse de un concepto importante. El concepto clásico de carácter tiende hoy a desaparecer.

La Genética tiene aquí una parte de responsabilidad que habrá que analizar con cuidado para que no tenga consecuencias imprevistas.....

miércoles, 17 de octubre de 2007

Kierkegaard o la imposibilidad de separar las cosas de su entorno






Dicta la Genética que todo carácter es el resultado de la interacción entre un genotipo y su ambiente; y, sin embargo, yo tiendo a pensar que eso son las características. El carácter pudiera, por el contrario, ser otra cosa mucho más importante que, tal vez precede y domina dicha interacción.

El capítulo titulado “Los Estadios eróticos inmediatos o el erotismo musical”, perteneciente al libro “Enten-Eller” ("O lo uno o lo otro"), de Soren Kierkegaard (1813-1855), empieza así:

Desde el primer instante de ofuscación en que mi alma, humillada y llena de asombro, se prosternó ante la música de Mozart, muchas veces ha sido para mí una actitud grata y reconfortante la de pensar en aquella jovial concepción griega que denomina al mundo cosmos, puesto que se muestra como un todo bien ordenado, como una grácil y diáfana alhaja del espíritu que obra en él y lo entrelaza; pensar que esa jovial concepción puede repetirse en un orden de cosas superior, en el mundo de los ideales, y que también en él hay una providencial sabiduría que es digna de admiración, puesto que, ante todo, reúne a los que se pertenecen de manera mutua: Axel y Valborg, Homero y la guerra de Troya, Rafael y el catolicismo, Mozart y el don Juan. Hay una miserable incredulidad que cree disponer de un sinnúmero de alicientes. Supone que ese vínculo es incidental, y no ve en él otra cosa que la afortunada conjunción de diferentes potencias en el juego de la vida. Supone que es incidental que los enamorados se encuentren, que es incidental que se amen, que habría cientos de otras muchachas junto a las cuales un hombre podría haber alcanzado la misma dicha y a las que podría haber amado del mismo modo. Supone que muchos otros poetas podrían ser tan inmortales como Homero, si éste no hubiese acaparado ese glorioso tema, que muchos compositores habrían podido ser tan inmortales como Mozart si se les hubiese dado la oportunidad. Claro que esa convicción comporta un gran consuelo y alivio para todos esos mediocres que, a través de ella, son capaces de creer y de hacer creer a sus iguales que, si no llegaron a ser tan ilustres como los ilustres, fue por una equivocación del destino o por un error universal. El optimismo que de esa manera se aporta es muy fácil. En cambio, para el alma valerosa, para el optimate, para aquel que preferiría perderse a sí mismo en la contemplación de lo grande más bien que salvarse a sí mismo de un modo tan miserable, eso, desde luego, es algo abominable, y para su alma sería un regocijo, sería una sagrada satisfacción ver unidos a aquellos que se pertenecen. Eso es lo venturoso, en un sentido que no es el de lo incidental y que presupone, por tanto, dos factores, mientras que lo incidental consiste en las interjecciones inarticuladas del destino. Es lo que hay de venturoso en la historia, la divina conjunción de las fuerzas históricas, la hora nupcial de la historia. En lo incidental hay un solo factor; es un hecho incidental que Homero haya hallado en la historia de la guerra de Troya la más excelsa materia épica que cabría pensar. Lo venturoso tiene dos factores; es un hecho venturoso que la más excelsa materia épica le haya sido acordada a Homero, pues aquí el acento recae tanto sobre Homero como sobre la materia. En eso consiste la profunda armonía que resuena en todas las producciones que llamamos clásicas. Lo mismo sucede con Mozart; es un hecho venturoso que aquello que, en sentido profundo, es acaso el único tema de la música, le haya sido dado ..... a Mozart.

A mi entender, esa miserable incredulidad a la que se refiere Kierkegaard, que cree disponer de un sinnúmero de alicientes y que supone que el vínculo es incidental, y no ve en él otra cosa que la afortunada conjunción de diferentes potencias en el juego de la vida; esa miserable incredulidad es algo muy próximo al concepto vulgar que corre de Evolución y que el darwinismo se ha encargado de difundir a los cuatro vientos.

domingo, 14 de octubre de 2007

El carácter como objetivación de la voluntad del mundo en Schopenhauer

La primera edición de la principal obra de Arthur Schopenhauer, titulada “Die Welt als Wille and Vorstellung” (El mundo como voluntad y como representación), apareció en Leipzig en 1819.
Schopenhauer tenía un gran interés por las cuestiones de la naturaleza y asistió a clases en la Facultad de Medicina entre 1809 y 1813 y, durante toda su vida, fue un visitante asiduo del Parque Zoológico de Frankfurt. En sus textos dedicó muchas páginas a cuestiones como la descripción de especies animales de Sudamérica o la descripción de los procesos de la herencia. Sus textos sobre Ciencias Naturales son muy variados, pero algunas de sus teorías e ideas filosóficas son hitos en la historia de la Filosofía. En particular, en sus textos hace énfasis en el significado del ser humano. Para Schopenhauer, la voluntad que mueve el Mundo se expresa también en el ser humano: la emoción es una manera de percepción. Por medio de la emoción percibimos lo que existe, no sólo en la vida interior sino también en la naturaleza. Copio fragmentos consecutivos de su texto arriba mencionado:

Para el puro sujeto conocedor….Él vería sus acciones obedecer a los motivos que sobrevienen con la regularidad de las leyes físicas… La esencia íntima de estas manifestaciones y acciones de su cuerpo le sería incomprensible; la llamaría como quisiera: fuerza, calidad o carácter, y no sabría nada más de ello. Pero no es así; lejos de serlo, el individuo es al mismo tiempo el sujeto del conocimiento y ahí encuentra la palabra del enigma; esta palabra es Voluntad. Ella le da la clave de su propia existencia como fenómeno, le descubre el significado, le muestra la fuerza interior que hace su ser, sus acciones, su movimiento.


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La noción de substancia individual en Leibniz




Gottfried Leibniz (1646-1716) celebre por su contribución al cálculo escribió también un texto notable titulado “Discurso de Metafísica”. Del título de su apartado 11 deberíamos hoy tomar buena nota, en él reza: Que las meditaciones de los teólogos y de los filósofos que se llaman escolásticos no son enteramente despreciables.


Más adelante, el capítulo 13 se titula: Como la noción individual de cada persona encierra de una vez para todas lo que le ocurrirá siempre, se ven en ella las pruebas a priori o razones de la verdad de cada acontecimiento, o por que ha ocurrido uno más bien que otro. Pero estas verdades, aunque seguras, no dejan de ser contingentes por fundarse en el libre albedrío de Dios y de las criaturas. Es cierto que su elección tiene siempre razones, pero inclinan sin necesitar.

Y el capítulo 14 lleva como epígrafe: Dios produce diversas substancias según las diferentes visiones que tiene del universo y, por la intervención de Dios, la naturaleza propia de cada substancia hace que lo que ocurra a una responda a lo que sucede a todas las demás, sin que ellas obren inmediatamente una en otra.

Todo lo que está en cursiva, son epígrafes en la obra "Discurso de Metafísica" de Leibniz. Lo he traído a colación porque me parece que puede ser digno de tener en consideración en una aproximación al carácter.

El alma, objeto de la Filosofía Natural en Suárez.




El jesuita español Francisco Suarez (1548-1617) escribió en Salamanca buena parte de sus textos de metafísica. En su segunda sección, apartado 19, de la Introducción a la Metafísica titulado “El estudio del alma racional es sujeto de la Metafísica”, se lee:

El alma racional, en efecto, es una substancia inmaterial y, por tanto, abstrae de materia según el ser, y consecuentemente también en sus nociones más particularizadas. Por este concepto, pues, podría parecer que el estudio del alma racional pertenece a la Metafísica; lo que Aristóteles da la impresión de confirmar en el libro 1 de las partes de los Animales, c 1 al decir que el físico no se ocupa de la consideración de todas las clases de alma.

A esto se opone, sin embargo, que el alma racional, aun en cuanto racional, es una forma natural esencialmente orientada hacia la materia y, como tal, principio de sus operaciones, aun de aquellas que ejecuta con el cuerpo y consideradas del modo peculiar con que el hombre las ejecuta…..

Por ahora contentémonos con decir brevemente que el estudio sobre el alma se ha de reservar para la parte última y más perfecta de la Filosofía Natural. Ante todo, porque la Ciencia que trata el hombre en cuanto hombre es una ciencia física, y el tratar de las partes esenciales es incumbencia del mismo investigador a quien trata estudiar el todo.


Además, aunque el ser del alma es por sí mismo subsistente y separable de la materia en cuanto a la unión actual con ella, no lo es por lo que se refiere a la aptitud y orientación hacia la materia, y consiguientemente tampoco lo es el conocimiento perfecto de su esencia, propiedades y operaciones; ahora bien, todo conocimiento basado en la materia es físico; no hay, por tanto duda alguna de que el conocimiento del alma en cuanto a su substancia, a las propiedades que de suyo le son propias, al modo o estado de existencia y operación que tiene en el cuerpo, pertenece al filósofo de la naturaleza.

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sábado, 13 de octubre de 2007

El carácter en el Renacimiento

En sus memorias, Benvenuto Cellini, el artista del Renacimiento, nos cuenta acerca de la virtud. Cellini explica que su padre tenía un objeto decorativo que consistía en un espejo en el centro de una rueda. Alrededor de él, siete cavidades circulares contenían, cada una de ellas, la representación de una virtud en hueso y marfil teñido de negro. Al girar la rueda, las virtudes se mantenían siempre de pie. Alrededor del espejo había grabado el lema: Rota sum, semper, quoque me verto, stat Virtus. Que se traduce algo así como: De cualquier lado que gire la rueda de la fortuna , la Virtud está siempre de pie.

Para los antiguos, los caracteres de las personas y la virtud venían de arriba, eran un don divino. El propio Andrea Cellini, el padre de Benvenuto, cuando se le anuncia el nacimiento de su hijo exclama:

Lo que Dios me da, me es siempre querido

Sería absurdo para los antiguos pensar que las características más elevadas de la persona y de la moral humana pudiesen estar contenidas en elementos materiales, pero por otra parte se sabía que dichas características eran hereditarias. Es decir, en la antigüedad se sabía que la herencia residía en el mundo material, pero no pertenecía sólo al mundo material.

miércoles, 10 de octubre de 2007

El carácter en la antigüedad



¿Tienen los seres vivos, en general, y cada uno de ellos, en particular, un significado?.
Difícil pregunta, que es equivalente a esta otra: ¿Tiene la vida un significado?. Que, a su vez, no es nueva, puesto que se la han hecho hombres y mujeres de todas las generaciones desde que el hombre es hombre. Así, por ejemplo, Marco Aurelio, en sus Meditaciones dice:

“¿Acaso eres infeliz con la parte del todo que te ha correspondido?. Entonces recuerda la disyunción: ¿Providencia o átomos?.”

Para continuar:

“Si el Todo es Dios, todo está bien. Pero si está gobernado por el azar, no te dejes tú también gobernar por el azar”.

Según Pierre Hadot en su comentario a las Meditaciones de Marco Aurelio, titulado “La Ciudadela Interior”, el argumento presentado por Marco Aurelio procede de Séneca y representa la alternativa de los estoicos frente a los epicúreos.

Según los apóstoles de la Ciencia actual, propia de una “modernidad” más epicúrea que estoica, ni la vida, ni los seres vivos en general ni el ser humano en particular, tienen un significado que no sea el del puro pasar. De la manera menos dolorosa y más grata, pero puro pasar de la nada a la nada. Este es, paradójicamente, el significado que hoy damos a la vida: La fugacidad, el puro consumirse como fuego. El devenir,..... es decir, ninguno. Al admitir que la Ciencia no reconoce significado alguno en los seres vivos, en consecuencia, reconocemos que la vida no tiene significado, que todo significado es nulo. Cuestiones todas ellas propias de la metafísica, un saber a extinguir.

Y es que antes de discutir sobre el Diseño Inteligente o la existencia o no de un Dios providencial, se deberá reflexionar acerca de si la vida tiene o no sentido. Porque resulta que la vida tiene, efectivamente, un significado; que es, ni mas ni menos, que el que entre todos le vamos dando.

lunes, 8 de octubre de 2007

El carácter en su laberinto



Copio del diccionario de la RAE, con dolor de mi corazón, las sucesivas definiciones de la palabra carácter:

carácter.
(Del lat. character).
1. m. Señal o marca que se imprime, pinta o esculpe en algo.
2. m. Signo de escritura o de imprenta. U. m. en pl.
3. m. Estilo o forma de los signos de la escritura o de los tipos de la imprenta. Carácter redondo. Caracteres elzevirianos.
4. m. Señal o figura mágica.
5. m. Marca o hierro con que los animales de un rebaño se distinguen de los de otro.
6. m. Conjunto de cualidades o circunstancias propias de una cosa, de una persona o de una colectividad, que las distingue, por su modo de ser u obrar, de las demás. El carácter español. El carácter insufrible de Fulano.
7. m. Condición dada a alguien o a algo por la dignidad que sustenta o la función que desempeña. El carácter de juez, de padre. Medidas de carácter transitorio.
8. m. Señal espiritual que queda en una persona como efecto de un conocimiento o experiencia importantes, como, en la religión católica, la dejada por los sacramentos del bautismo, confirmación y orden. Imprimir, imponer carácter.
9. m. Fuerza y elevación de ánimo natural de alguien, firmeza, energía. Un hombre de carácter.
10. m. Modo de decir, o estilo.
Me pregunto, a continuación, cómo es posible entenderse en un idioma en el que una palabra puede significar cosas tan dispares e intento hacer un resumen de los significados vistos para carácter:
Básicamente, el laberinto tiene dos puertas. Es decir, que todas estas acepciones se podrían reducir a dos, una simple y una compleja:

Primera acepción (simple): carácter puede ser cualquier propiedad o “característica” de los seres vivos: El tener los ojos de un color u otro, el pelo de una forma u otra, la altura el peso, son caracteres. Esta es la acepción adoptada por la Genética que, por lo tanto, al menos indirectamente, ha rechazado la acepción alternativa. La Genética, y la Biología están centradas en los caracteres y no en el carácter.

Segunda acepción (compleja): en su significado original, carácter no era cualquier cosa. En griego, “charassein”, significaba grabar. Y el carácter era una marca, la representación de un significado más profundo. Curiosamente, aquel significado original de carácter hoy está en desuso y se relaciona con las acepciones de la palabra en el diccionario que le dan una connotación espiritual. En la antigüedad, el carácter, era como una marca, la representación de un significado; la expresión de un sentido, una razón de ser. Un ser vivo no es una página de anuncios en un diario y, por lo tanto, no puede llevar muchas de estas marcas, contener muchos significados; sino una sola marca, un solo significado. Cada ser vivo, que es un fragmento del Ser, sería visto antiguamente como portador de un reflejo de la divinidad y como tal sería digno de respeto. El ver al mundo como un estadio en el furor de una competición anula todas estas posibilidades. Pero no siempre había sido así.

En una sociedad materialista, el carácter es un concepto venido a menos. Lo mismo ocurre con el concepto de especie. Si todo es competición, entonces el carácter brilla por su ausencia, porque la pura competición eclipsa todo carácter que no sea el suyo: El de la pura competición. Sin embargo, en sociedades anteriores al materialismo dominante, se reconocía en ambos conceptos, carácter y especie, un componente de “esencia”. Hoy, como todo lo explicamos breve y frescamente porque hay otras cosas que hacer, entonces esto son tonterías, o mejor dicho obramos como si lo fuesen. Pero no lo son.

jueves, 4 de octubre de 2007

En busca del carácter perdido




La educación es responsable de nuestra constitución intelectual y define una forma de ver el mundo. La pregunta es: ¿Vemos las cosas como son o las vemos como nos han enseñado a verlas?. Seguro que hay mucho de cierto en la segunda posibilidad y que, a largo plazo, las cosas irán siendo cada vez más según las vimos. Dicho de otro modo, el mundo en el que ahora nos movemos es el que nuestros antepasados desearon, soñaron, hicieron.

Algunos escritores cuestionan así nuestra interpretación del mundo en sus cimientos. Proust al principio de su novela “du cotê de chez Swann”, la primera parte de “A la recherche du temps perdu”, dice:

“Peut-être l’immobilité des choses autour de nous leur est-elle imposée par nôtre certitude que ce sont elles et non pas d’autres, par l’immobilité de notre pensée en face d’elles”

La inmovilidad de las cosas a nuestro alrededor puede que esté impuesta por nuestra certeza de que son ellas y no otras, por la inmovilidad de nuestro pensamiento frente a ellas. Nuestro punto de partida acerca de cómo debemos ver las cosas, acaba produciendo como resultado un mundo en el que las cosas son como quisimos un día verlas.
Un poco más adelante en el mismo texto, y continuando con la descripción de la infancia de su protagonista, escribe Proust:

“Certes, j’etais bien éveillé maintenant, mon corps avait viré une dernière fois et le bon ange de la certitude avait tout arreté autour de moi, m’avait couché sous mes couvertures, dans ma chambre, et avait mis approximativement à leur place dans l’obscurité ma commode, mon bureau, ma cheminée, la fenêtre sur la rue et les deux portes”
Ciertamente, estaba yo bien despierto, mi cuerpo había girado una última vez y el buen ángel de la certidumbre había parado todo a mi alrededor, me había acostado, en mi habitación, y aproximadamente había puesto en su lugar en la oscuridad mi cómoda, mi escritorio, la chimenea, la ventana sobre la calle y las dos puertas” )

El protagonista de este texto siente al despertarse como el buen ángel de la certidumbre había colocado todo a su alrededor para que tuviese un despertar sin disturbios. ¿Se equivoca?, o por el contrario, ¿ve la realidad de una manera preclara?. Pienso que no hay equivocación en el texto, sino que se describe una percepción del mundo original y diferente. Muchas veces es labor de la educación el hacer desaparecer las diferencias en percepción que son naturales y crear así un mundo homogéneo. El “bon ange de la certitude” que, según dice Proust, había organizado el mundo a su alrededor, existe, y, habitualmente, su función está desempeñada por los padres y los educadores. Pero, recientemente, la educación se ha basado en la Ciencia y, en definitiva, el mundo de hoy es homogéneo porque hemos decidido hacerlo así. El empeño de nuestros antepasados por entender el mundo y fijar la realidad, por legarnos un mundo estático y comprensible, ha resultado, por un lado en un mundo más asequible a los dictados de la razón y comprensible; pero,....... esto no podía haber ocurrido sin un coste en términos de inestabilidad e incomprensión. El mundo parece presentar una cierta resistencia a ser como lo deseábamos. La Ciencia puede también proponer maneras de contemplar el mundo, pero si aquellas son demasiado estrictas, la naturaleza se rebela.
Cuando nos empeñamos en ver la naturaleza de un modo determinado, esto marca, a su vez, nuestro comportamiento en relación con ella y la transforma. ¿Acaso no estamos realizando un esfuerzo por convertir realmente la naturaleza en nuestro modelo? La cuestión no es trivial porque resulta que los científicos, los académicos, los profesores, los lingüistas, los biólogos, no estamos simplemente interpretando el mundo sino que lo estamos creando, y nuestra creación será una u otra según cuál sea nuestra interpretación, ni más ni menos. Lo que decidamos que es el carácter, será el carácter. Lo que decidamos que son las especies, serán las especies.

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miércoles, 3 de octubre de 2007

Carácter y especie: Conceptos fundamentales.



Un aspecto de monumental importancia en la Ciencia, a la vez que sumamente curioso y a menudo ignorado, consiste en que, a diferencia de lo que piensa mucha gente, la Ciencia no se limita a analizar la realidad, sino que constantemente la crea, no sólo en sus aspectos físicos más evidentes (torres, puentes, autopistas,.......), sino en aquello que es más importante, que es nuestra propia representación del mundo.

Ocurre así que, por ver las cosas de una manera, como consecuencia de un efecto especial, o como por arte de magia, al cabo del tiempo, las cosas acaban siendo de esa manera. Dicho de otro modo, tenemos el mundo que nos hemos merecido; o, más precisamente, el que nos hicieron nuestros mayores. Por ejemplo, si vivimos en un mundo sin moral, es consecuencia de que un día así lo decidimos; si nosotros mismos nos encontramos sin carácter, es porque así lo quisimos.

La Ciencia moderna, aunque le cueste reconocerlo, es hija de la Filosofía, y en particular, le guste o no, de la Filosofía Medieval y de la Escolástica. Me consta todos los días que le cuesta reconocerlo y ya he mostrado por aquí algún ejemplo del escrito (best-seller) de un científico que intenta ironizar con San Agustín, mientras se muestra incapaz para discurrir como escolástico. La Física y la Biología están basadas en la Filosofía y el querer evitarlo ocultándolo, trae como consecuencia que, de repente, podemos habernos encontrado frente a conceptos que, por estar antiguamente enraizados, no los entendemos hoy, ni hablando en español ni en inglés, porque son conceptos, por lo menos griegos, de Aristóteles, y porque en su día, tenían más que ver con la substancia que con el accidente. Conceptos de raíz antigua, que surgieron cuando se creía que el mundo era de otra manera (substancia) a como es hoy (accidente). Conceptos fundamentales: Carácter y especie. Del segundo depende nuestra comprensión del mundo y de la evolución. Del primero, la comprensión de nosotros mismos y las generaciones futuras.


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lunes, 1 de octubre de 2007

Octubre, el mes del carácter


Esta entrada está dedicada a José Ramón Fernández Barriales, médico vocacional, humanista y extremeño enamorado, un digno heredero de Roso de Luna



Creo que el misticismo late dentro de nuestros corazones, pero nuestra máscara es escéptica.
Mario Roso de Luna (1872-1931).



Envuelto en nubes y, como siempre, imprevisible, ha llegado el mes de Octubre, anunciando la cuesta abajo del año. Este año de 2007, que siempre había pertenecido al futuro, muestra ya su aspecto maduro, casi senil, como este San Mateo de Guido Reni (1575-1642).
Biología Humanista propone para este mes una incursión en los caminos del carácter, que se extenderá durante varias entradas. Complejo y maltratado por la Biología, mediante su comprensión, podrían aparecer claves importantes para entender la vida. Intentaremos, poco a poco una aproximación a este abismo......
Atrás quedaron ya cuatro entradas dedicadas a la herencia del carácter en la literatura. En la presentación de estas entradas, vimos que el carácter era algo importante y en ellas, que no sólo el carácter era tema de obsesión para los escritores, sino que también, a menudo les preocupaba la descripción de su herencia. Como ejemplos, hablábamos de la obra de Emile Zola, Emilia Pardo-Bazán y Javier Marías, quien había descrito el carácter de una familia relacionado con la expresión de la decadencia.

Volviendo a empezar, Biología Humanista dedicará ahora una larga serie a tratar del carácter. Ello incluirá algunas preguntas y la descripción de lo que el carácter haya podido ser a lo largo del tiempo y de lo que pueda ser ahora. Para comenzar, una breve reflexión en torno a la frase del erudito extremeño que vivió con un pie en el siglo XIX y otro en el XX. Porque la cuestión no es sólo si somos místicos o escépticos, materialistas o espirituales. No,..... Para nada. Por el contrario, La cuestión es si, siendo como somos, realmente podemos ser capaces de explicar y comprender el mundo o si, por el contrario, necesitaríamos cambiar nosotros un poquito primero para luego entenderlo mejor. Porque creo yo que vaya a ser más bien lo segundo, es decir que, por el camino que vamos no vamos a ninguna parte, y, por lo tanto, habría que ir pensando también en qué orientación debemos tomar.

Roso de Luna, que era natural de Logrosán, en Cáceres, se doctoró en derecho a los veintidós años. Antes había descubierto un cometa a simple vista. Astrónomo, químico, filósofo, lingüista e historiador, don Mario es uno de esos caracteres propios del siglo XIX a los que nada se ponía por delante. Con su frase, creo yo que viene a decir que para entender el mundo (y entenderse de paso a uno mismo) no basta con ser escéptico.

Toca recibir premio






Después de tanto dar premios en las últimas entradas, nos toca ahora recibirlo.

Nuestro amigo Joaquín, firme seguidor de Biología Humanista, nos concede el premio "Thinking blogger". Tras una duda entre aceptarlo, siguiendo esta costumbre un tanto simple que conlleva su cadenita correspondiente, o rechazarlo, tiramos por la primera vía, más que nada por seguir con nuestra auténtica vocación que es la de dar premios y así poder elegir a cinco nuevos premiados.

Gracias, Joaquin, por este premio que ya había mirado con codicia en algun que otro blog. Como dar cinco premios que impliquen thinking en Biología es, para que engañarse, imposible, entre mis premiados hay un poco de todo. Los cinco premiados son:


1. A un ejemplo de expresión personal:
A mi manera, de María Dubón:
http://a-mi-manera.blogspot.com/

2. Por acercarnos a la música:
http://einekleinenachtmusik.blogspot.com/

3. Por la aproximación de la Biología al humanismo
http://crimentales.blogspot.com/


4. Al blog que habla de evolución en español:
http://nucleodecenio.blogspot.com/


5. Y a mi amigo, Ramón Aragón, de Orizaba, Veracruz, México por su empeño en llevar la Biología al blog de Aula.

http://ticsunivo.blogspot.com/

http://blogbiologia.blogspot.com/

Las reglas a los premiados (que son muy libres de desobedecer...):1.- Si, y sólo si, alguien te da el premio escribe un post con los 5 blogs que te hacen pensar.2.- Enlaza el post original para que la gente pueda encontrar el origen del premio.3.- Opcional, enseña el botón del premio enlazando el post que has escrito dando tu premio.

martes, 25 de septiembre de 2007

II Premio Roberto Alcázar y Pedrín





En "Biología humanista" no queremos ser tacaños con lo premios y escatimar en gasto. Aquí tendrá un premio todo aquel que se lo merezca.


Por eso, tan solo quince días después de conceder el I Premio Roberto Alcázar y Pedrín, concedemos ya el segundo. El II premio "Roberto Alcázar y Pedrín"a la deshumanización de la biología se concede por unanimidad al doctor Gregory Clark, de la Universidad de California.La nota que sigue y que nos ha llevado a conceder el premio es de Jon Arteaga:



Quizás sea un poco pronto para las nominaciones al II premio "Roberto Alcázar y Pedrín" a la deshumanización de la biología (podrían hacerse trimestrales), pero dada la calidad del aspirante no retrasaré más mi propuesta:

El doctor Gregory Clark, de la Universidad de California.

En su libro "A farewell to alms", recientemente publicado, el aspirante nos detalla cómo la Selección Natural expandió en la sociedad inglesa los genes de conducta necesarios para desarrollar la Revolución Industrial y la economía capitalista. Estos genes, al parecer procedentes de las clases dominantes de la Inglaterra feudal, favorecen conductas tales como la "no violencia"(!!), la voluntad de ahorro, la prudencia, la negociación, y el trabajo duro. Al parecer, las aristocracias de otras partes del globo también pudieron poseer genes similares, pero no se expandieron ya que no eran tan fértiles en términos de descendencia como la clase alta inglesa.

Argumenta que la humanidad vivió en la miseria durante toda su historia hasta que ocurrió el milagro de la revolución industrial y el liberalismo económico, que nos han hecho vivir en la sociedad del bienestar. Y parece ser que esta bendición del cielo se la debemos a los genes de la aristocracia inglesa.

Como broche final, la actual relación de riqueza de 50 a 1 entre países ricos y pobres se debe a que en los primeros se expandieron los genes causantes de la revolución industrial y el capitalismo. Hemos de entender, por tanto, que en Sudamérica, África y el sudeste asiático siempre hubo hambre, miseria, y graves pandemias, supongo que desde tiempos prehistóricos. Y que los genes de la "no violencia" debieron toparse con algún tipo de inhibidor ambiental cuando los ingleses llegaron a Australia y Norteamérica masacrando a sus habitantes.


Gracias, amigo Jon, por esta información tan valiosa que nos ha llevado, en primer lugar a conceder el premio, y, en segundo lugar y no menos importante a evitar el acercarnos ni de lejos al libro de Clark. Fantástico título, producto de la traducción literal al chino mandarín de una obra del escritor Ernest Hemingway, lo que hace esperar ya títulos de los próximos best seller del profesor Clark: "¿Pol quien doblan las campanas?" y "Al otlo lado del lio y entle los alboles". Esperemos que las campanas no vayan a doblar pronto por toda la humanidad y esta vez no en sentido metafórico sino real y que siempre podamos encontrar un rincón al otlo lado del lío que estos traductores literales nos están preparando a los que todavía fuímos educados en el respeto al prójimo.
Las aportaciones y sugerencias para los próximos premios Roberto Alcázar y Pedrín son bienvenidas.


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Darwinismo sideral en el auto de choque


John creía que se podía cambiar el futuro, pero sólo en parte. Creía que la parte que debemos cambiar influencia en el presente y nos da una especie de lección.

La mente aceptará como verdad una mentira repetida y al hacerlo así dará un respiro para pensar en algo mejor con que sustituir a la mentira.

……y no hay límite a la credulidad del hombre.


(Frank Belknap. Este extraño mañana)


Dedicado a quien no ha entendido la entrada anterior. En definitiva, no importa, porque la ciencia ficción no se escribió para entenderla, sino para vivirla.



La pomposamente llamada “Teoría de Evolución de las Especies por Selección Natural”, que no es tal teoría sino una tautología, no sólo ha pasado por ser una Teoría Científica en Biología, sino que ha contaminado todos los campos del saber, por ejemplo la Sociología y la Historia, llegando hasta influir en la Astronomía y en la Cosmología.
A brief history of time”, de Stephen Hawking, es uno de los best seller mundiales en el campo de la divulgación científica en Astronomía, pero mirado con la lupa, presenta también algunas características del típico atolladero, y puede poner en riesgo a la humanidad minando su inteligencia y su capacidad moral.

En el primer capítulo de tan celebrado libro, titulado “Our picture of the Universe”, Hawking revisa someramente los diferentes modelos que, a lo largo de la historia conocida han servido para dar una idea de la estructura del Universo. Aristoteles, Ptolomeo, Copernico, Kepler y Newton desfilan rápidamente en una sucinta explicación que, tras atravesar un periodo de oscuridad protagonizado, como corresponde en medio de un mundo materialista como el de hoy, por San Agustín, desemboca en 1926 en el momento en que la luz se hizo cuando Edwin Hubble demostró que el Universo se expande y que por lo tanto todo debió haber tenido un principio en algún lugar de densidad infinita hace unos diez o veinte mil millones de años. Todos firmes aquí admirando la sabiduría de la Ciencia y que a nadie se le ocurra preguntar sandeces como qué es un lugar de densidad infinita y en dónde está ni, sobre todo,.. ¿cómo se medía el tiempo hace veinte mil millones de años?.

No, esto no se nos explica. Sin sol y sin la tierra girando a su alrededor no pudo haber años, pero esto, en ese punto puede no ser importante y podemos suponer algún tipo de extrapolación o lo que sea conveniente. Llegamos así, como reclamando que la explosión de interpretación histórica a que fuimos sometidos se materialice en una explosión lingüística, al “big bang”, el gran origen de todo, con un universo infinitamente pequeño e infinitamente denso. Esto es mucho más asequible, científico y moderno que San Agustín, a la par que más simple, y debe de ser lo que explica que el libro que sigue haya vendido millones de copias. Claro, también ayudado por una enorme promoción editorial.

A continuación, el autor se zambulle libremente en lo que los británicos llaman “oversimplification”, con frases como, por ejemplo:


One may say that time had a beginning at the big bang, in the sense that earlier times simply would not be defined. It should be emphasized that this beginning in time is very different from those that had been considered previously. In an unchanging Universe a beginning in time is something that has to be imposed by some being outside the Universe, there is no physical necessity for a beginning. One can imagine that God created the Universe at literally any time in the past. On the other hand, if the Universe is expanding, there may be physical reasons why there had to be a beginning. One could still imagine that God created the Universe at the instant of the big bang....”

No tengo a mano una versión en español, pero creo que no vendría a arreglar las cosas. El traductor debió traducir esto. Era su obligación.

A continuación y razonablemente, Hawking dedica cuatro párrafos a explicar lo que es una teoría científica, que, de acuerdo con Kuhn es algo propio de un tiempo y no una verdad absoluta hasta llegar al punto en el que menciona que los científicos hoy describen (no explican) el mundo a base de dos teorías, que son afortunada o desafortunadamente, contradictorias entre sí: La teoría de la relatividad general y la mecánica cuántica. La clave, el objetivo de su libro consiste en mostrar la búsqueda de una teoría unificada que aúne a las dos que son incompatibles entre sí (inconsistent with each other). Hasta aquí todo es posible e incluso puede parecer bonito en función del particular gusto de cada lector, pero los tres últimos párrafos de este primer capítulo son demoledores y muestran que el superventas de la divulgación científica es un auto de choque sideral dirigido de frente contra la barrera. Veamos:

"There is a fundamental paradox in the search for such a complete unified theory that will describe everything in the Universe..... Yet if there is a unified theory, it would also presumably determine our actions. And so the theory itself would determine the outcome of our search for it! And why should it determine that we come to the right conclusions from the evidence? Might it not equally determine that we draw the wrong conclusion? Or no conclusion at all?."

Esto recuerda a algo,..... Y es que el autor está imitando de lejos a los escolásticos a los que si menciona, es sólo para poner a caldo. En fin, hasta aquí todo esto es comprensible. Basta con admitir que, en lo esencial, nunca hemos salido de la Edad Media, aunque lo principal sea ahora disimularlo. Pero,….. lo que viene a continuación suena peor:

"The only answer I can give to this problem is based in Darwin’s principle of Natural Selection,…."


Ajá! El coche de choque evoluciona sobre la pista para acabar su trayectoria en un sonoro golpe, una especie de "big-crash":

"The idea is that in any population of self-reproducing organisms, there will be variations in the genetic material and upbringing that different individuals have. These differences will mean that some individuals are better able than others to draw the right conclusions about the world around them and to act accordingly. These individuals will be more likely to survive and reproduce and so their pattern of behaviour and thought will come to dominate. It has certainly been true in the past that what we call intelligence and scientific discovery has conveyed a survival advantage. It is not so clear that this is still the case: our scientific discoveries may well destroy us, and even if they don’t, a complete unified theory may not make much difference to our chances of survival. However, provided the Universe has evolved in a regular way, we might expect that the reasoning abilities that natural selection has given us would be valid also in our search for a complete unified theory, and so would not lead us to the wrong conclusions."

El auto de choque de Darwin se ha estrellado. No hay por donde tomar el texto que nos conduce sin remedio a algunas ideas de los antiguos cuando expresaban su descontento porque en el mundo todo se deteriora. Puede ser cierto porque para mí, el intento de leer a Hawking y a otros divulgadores de la Ciencia supuso el mayor estímulo para volver a Platón con una necesidad renovada. Darwin, que no necesitaba ayuda para estrellarse, vuelve a estar a salvo gracias a un doble estrellamiento. Su tautología sigue dando beneficios.




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