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sábado, 19 de abril de 2008

Nuevas firmas en apoyo del Manifiesto por una Biología del siglo XXI




Tomo prestada del blog "crimentales" esta imagen para acompañar la lista de veinticinco nuevas firmas que apoyan el Manifiesto por una Biología del Siglo XXI del que hablaba hace unas entradas. Están todos invitados a unirse al grupo de Google "Biología Humanista" y discuir las posibilidades de una Sociedad Internacional de Biología Humanista.





Mauricio Abdalla, Profesor de filosofía de las ciencias, Universidade Federal do Espírito Santo, Brasil
Guillermo Agudelo Murguía, Director del Instituto de Investigación sobre la Evolución Humana, A.C. (México)
Djordje Bajic, Serbia, Estudiante 4º curso de bioquímica
Pedro Burruezo, redactor jefe de The Ecologist en español
Maria Jesús Blázquez, Profesora de biología de Enseñanza Secundaria, Zaragoza
Pedro del Castillo, Doctor en biología celular y profesor contratado depto. Biología UAM
Emilio Cervantes, Investigador IRNASA CSIC Salamanca
Ana Isabel del Cueto Ginzo, Doctorando INIA
Antonio Chamorro Cristóbal, Estudiante de Maestría en Agricultura Ecológica, Wageningen University
Armando González Martín, Profesor asociado, Comisión Docente de Antropología Física, Depto. Biología UAM
Mirta Grimaldi, Doctora en Biología quimica, Buenos Aires, Argentina
Estíbaliz López Hermoso, Estudiante 5º curso de biología UAH
Antonio López Martínez, Licenciado biología UM y profesor interino de secundaria
Daniel Mencía, Diplomado biología UAM
Raúl Mora, Veterinario y naturalista, Murcia
Enrique Moreno Díaz, Licenciado biología UAM
Jon Ortega, Doctorando UM (Depto. de Zoología y Antropología física)
Tomás Narros Fernández, Licenciado biología UAM
Daniel Pardo Maroño, Estudiante 5º curso de biología
Anahí Peirotén Herrero, Licenciada biología UAM
Oscar Luís Prada Campaña, Fundación Félix Rodríguez de la Fuente
Javier Royo, Veterinario y naturalista, Murcia.
Javier Sánchez, Estudiante de 5º Curso de Biología UM
Oscar Omar Stchigel, Doctor en Filosofía, Buenos Aires, Argentina
Rodrigo Suárez, Doctorando Universidad de Chile


Gracias a todos y esperamos que el circulo se amplíe

martes, 23 de octubre de 2007

La mutación del carácter



A lo largo de este mes de Octubre que ya va claudicando, pero que todavía tiene, al menos por estas latitudes, un brillo inusual, hemos tratado acerca del carácter. En las entradas de los días tres y cuatro de Octubre, veíamos la complejidad que reside en este concepto. En la entrada del día ocho, vimos que esta complejidad se manifiesta en las definiciones que de “carácter” da el diccionario de la RAE. En definitiva, decíamos, que todas estas acepciones se podrían reducir a dos, una simple y una compleja y explicábamos cómo la Biología, y en particular la Genética, se habían mostrado más partidarias de la acepción simple. Por el contrario, a través de la obra de sucesivos autores, veíamos la vinculación del carácter con conceptos importantes para la humanidad, como el significado, la virtud, el alma, la substancia y la voluntad y su unión indisoluble con el entorno manifestada en un texto de Kierkegaard.

Todo esto pertenece al pasado y hoy, a cambio, se nos presenta una nueva y curiosa alternativa, porque: ¿Quién piensa hoy en el carácter como esencia de una persona?. ¿Qué significado ha tomado hoy la palabra carácter?. A diferencia del concepto clásico que impregnó la literatura, el carácter, así como esencia, casi ha desaparecido del mapa y se emplea más bien en su sentido intranscendente, como con minúscula, como cada una o el conjunto de las características que uno tiene: Pelo rubio o moreno, ojos azules o castaños, altura, diversos diámetros. Todos ellos o casi todos son inter-cambiables en clínicas de distintos especialistas mediante el pago de cantidades variables. Como todo, hoy el carácter tiende a ser venal.
Esta mutación conceptual de carácter como espejo del alma a carácter como característica y objeto de mercado ocurre, nos guste o no, en sincronía con el cambio en general, pero en el caso particular que aquí nos atañe, con el desarrollo de la Genética; porque la Genética es la ciencia que estudia la herencia, esto es, la transmisión de los caracteres.

Como el estudio del carácter en sentido clásico es muy difícil o imposible (¿complejidad irreductible?), porque después de tanto tiempo apenas sabemos en qué consiste; hemos tirado por el camino de en medio y, lógicamente, la Genética estudia la transmisión de los caracteres en su sentido fácil, es decir de las características. Haciendo esto la Genética ha cosechado grandes éxitos, algunos de ellos en asociación con la Bioquímica. Pero, por otra parte, ambas también tienen su parte de responsabilidad en el eclipse de un concepto importante. El concepto clásico de carácter tiende hoy a desaparecer.

La Genética tiene aquí una parte de responsabilidad que habrá que analizar con cuidado para que no tenga consecuencias imprevistas.....

jueves, 4 de octubre de 2007

En busca del carácter perdido




La educación es responsable de nuestra constitución intelectual y define una forma de ver el mundo. La pregunta es: ¿Vemos las cosas como son o las vemos como nos han enseñado a verlas?. Seguro que hay mucho de cierto en la segunda posibilidad y que, a largo plazo, las cosas irán siendo cada vez más según las vimos. Dicho de otro modo, el mundo en el que ahora nos movemos es el que nuestros antepasados desearon, soñaron, hicieron.

Algunos escritores cuestionan así nuestra interpretación del mundo en sus cimientos. Proust al principio de su novela “du cotê de chez Swann”, la primera parte de “A la recherche du temps perdu”, dice:

“Peut-être l’immobilité des choses autour de nous leur est-elle imposée par nôtre certitude que ce sont elles et non pas d’autres, par l’immobilité de notre pensée en face d’elles”

La inmovilidad de las cosas a nuestro alrededor puede que esté impuesta por nuestra certeza de que son ellas y no otras, por la inmovilidad de nuestro pensamiento frente a ellas. Nuestro punto de partida acerca de cómo debemos ver las cosas, acaba produciendo como resultado un mundo en el que las cosas son como quisimos un día verlas.
Un poco más adelante en el mismo texto, y continuando con la descripción de la infancia de su protagonista, escribe Proust:

“Certes, j’etais bien éveillé maintenant, mon corps avait viré une dernière fois et le bon ange de la certitude avait tout arreté autour de moi, m’avait couché sous mes couvertures, dans ma chambre, et avait mis approximativement à leur place dans l’obscurité ma commode, mon bureau, ma cheminée, la fenêtre sur la rue et les deux portes”
Ciertamente, estaba yo bien despierto, mi cuerpo había girado una última vez y el buen ángel de la certidumbre había parado todo a mi alrededor, me había acostado, en mi habitación, y aproximadamente había puesto en su lugar en la oscuridad mi cómoda, mi escritorio, la chimenea, la ventana sobre la calle y las dos puertas” )

El protagonista de este texto siente al despertarse como el buen ángel de la certidumbre había colocado todo a su alrededor para que tuviese un despertar sin disturbios. ¿Se equivoca?, o por el contrario, ¿ve la realidad de una manera preclara?. Pienso que no hay equivocación en el texto, sino que se describe una percepción del mundo original y diferente. Muchas veces es labor de la educación el hacer desaparecer las diferencias en percepción que son naturales y crear así un mundo homogéneo. El “bon ange de la certitude” que, según dice Proust, había organizado el mundo a su alrededor, existe, y, habitualmente, su función está desempeñada por los padres y los educadores. Pero, recientemente, la educación se ha basado en la Ciencia y, en definitiva, el mundo de hoy es homogéneo porque hemos decidido hacerlo así. El empeño de nuestros antepasados por entender el mundo y fijar la realidad, por legarnos un mundo estático y comprensible, ha resultado, por un lado en un mundo más asequible a los dictados de la razón y comprensible; pero,....... esto no podía haber ocurrido sin un coste en términos de inestabilidad e incomprensión. El mundo parece presentar una cierta resistencia a ser como lo deseábamos. La Ciencia puede también proponer maneras de contemplar el mundo, pero si aquellas son demasiado estrictas, la naturaleza se rebela.
Cuando nos empeñamos en ver la naturaleza de un modo determinado, esto marca, a su vez, nuestro comportamiento en relación con ella y la transforma. ¿Acaso no estamos realizando un esfuerzo por convertir realmente la naturaleza en nuestro modelo? La cuestión no es trivial porque resulta que los científicos, los académicos, los profesores, los lingüistas, los biólogos, no estamos simplemente interpretando el mundo sino que lo estamos creando, y nuestra creación será una u otra según cuál sea nuestra interpretación, ni más ni menos. Lo que decidamos que es el carácter, será el carácter. Lo que decidamos que son las especies, serán las especies.

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