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martes, 18 de marzo de 2008

Sociedad de Biología Humanista: su necesidad, campo de acción e interés



Cuando hace unos años se nos decía que la biología sería la ciencia del futuro, había una sensación de que aquello era cierto, de que, efectivamente así sería; pero,….. hasta hoy no hemos podido concretar en qué ha consistido aquella frase premonitoria.

Los avances de la biología en la segunda mitad del siglo XX y en lo que va del XXI han sido espectaculares, sus aplicaciones han ido a veces más allá de lo esperado en agricultura y en biomedicina. Pero, ….por otra parte, existe una creciente preocupación por lo que puede ser el fundamento teórico de la biología, y lo que puede haber en él de manipulación del conocimiento. Una especialización excesiva unida a la búsqueda de resultados aplicados asociados a una rentabilidad económica no garantizan que los resultados de la investigación se transmitan siempre en condiciones óptimas. Además, el darwinismo, que en algunos foros de debate y medios académicos se defiende a ultranza, difunde la idea de una naturaleza en perpetuo estado de competición, lo cual no viene a aclarar la situación.

Algunos de estos aspectos, hoy sin duda problemáticos, han sido expuestos en el MANIFIESTO POR UNA BIOLOGÍA DEL SIGLO XXI, que un grupo de estudiantes y profesores de la Universidad Autónoma de Madrid ha publicado hace unos días, y al cual he dado publicidad en éste blog.

La biología ha dado muchos resultados que deben ser hoy discutidos en foros abiertos en los que biólogos y todas las personas, profesionales o no, con interés en el tema puedan obtener información de primera mano y opinar. Es particularmente crítica la situación del profesorado de Enseñanza Secundaria y Bachillerato, que ha de explicar a sus alumnos desarrollos recientes de la ciencia, implicando importantes cuestiones sociales y aplicadas, pero que no entraban en sus planes de estudios. Aspectos recientes de la biología como la secuenciación de genomas, las células madre, los priones o los métodos más recientes de diagnóstico genético están en la prensa y, a menudo, también en los libros de texto, pero la mayoría de los profesores apenas si los vieron en sus carreras. Ésta situación ha sido detectada por ejemplo en el caso del Investigador Miguel Vicente, quien desde su blog Esos pequeños bichitos indica:

“……es urgente dar a los educadores y a la opinión pública información científica fidedigna en español pues en su mayoría se trata de audiencias que no dominan (muchos ignoran) la lengua inglesa.”


Pero la biología va más allá de todos estos aspectos de importancia incuestionable y define lo que es el ser humano. Por eso, sus resultados y técnicas deben ser objeto de debate abierto con un fondo filosófico, humanista. Profesionales y docentes de otras materias (periodismo, literatura, filosofía, matemáticas, física,….) tienen mucho que aportar a la biología de hoy.


Proponemos desde aquí la discusión abierta acerca del interés y objetivos de una Sociedad de Biología Humanista. Están todos invitados al debate y agradeceríamos en particular la participación de profesores de Enseñanza Secundaria y Bachillerato.

jueves, 13 de marzo de 2008

XI Reunión de la Asociación para el Desarrollo y el Estudio de la Biología en la Rioja (ADEBIR)







XI Jornada Científica de ADEBIR
XI Aniversario de la Asociación

La evolución de las especies. Perspectiva histórica e interés en la Rioja



Viernes, 9 de Mayo de 2008.

Programa preliminar:


16h. Bienvenida.
José Miguel Delgado. Director del IER.
Luis Miguel Medrano. Director del Área de Ciencias Naturales.
Directiva de ADEBIR.

16 h 30 Aproximación histórica al estudio de la evolución. Andrés Galera. Centro de Ciencias Humanas y Sociales. Inst. de Historia. CSIC.

18 h 30. Asamblea General Ordinaria de ADEBIR. Discusión de perspectivas y posibilidades de futuro. Balance económico. Proyectos en marcha. Ruegos y preguntas.

lunes, 10 de marzo de 2008

Doscientos cincuenta aniversario del nacimiento de Vicente Cervantes y doscientos veinte de la fundación del Jardín Botánico de la Ciudad de México




Vicente Cervantes Mendo (Ledrada, Salamanca,1758-Ciudad de México, 1829) llegó a América en 1787 con la expedición científica de la Nueva España (1787-1803) , dirigida por el aragonés Martín de Sessé y Lacasta (1751-1808), e integrada por Juan Diego del Castillo, José Longinos Martínez y Jaime Senseve.


La Real Cédula de Creación de la Expedición Botánica a Nueva España fue extendida el 20 de marzo de 1787. El profesor del Real Jardín Botánico de Madrid Casimiro Gómez Ortega seleccionó los miembros que habrían de componerla. El territorio objeto de estudio ocupó desde San Francisco, en California, hasta la población de León en Nicaragua, la isla de Nukta, en el archipiélago de Vancouver, El Salvador, Guatemala, y las islas de Santo Domingo, Puerto Rico y Cuba.

El 27 de marzo de 1788, Sessé informa a Gómez Ortega de la inauguración del Jardín Botánico de la Ciudad de México y poco después, comentará los nuevos planes para el establecimiento y los preparativos de sus viajes de exploración.

Vicente Cervantes ocupó la primera cátedra de botánica en la Ciudad de México en donde vivió durante treinta años explicando las etimologías griega, latina y mexicana de cada planta, sus virtudes terapéuticas y los usos económicos de los distintos vegetales, para lo cual utilizó el mismo libro que los alumnos que recibían clase en el Jardín Botánico madrileño, esto es, el Curso Elemental de Botánica de Casimiro Gómez Ortega y Antonio Palau Verdera (1734-1793), el primero de cuyos autores había sido maestro de Cervantes en el Real Jardín Botánico de Madrid.

A lo largo de su carrera describió más de trescientas especies nuevas, publicó quince obras de carácter científico (algunas de las cuales se han extraviado) y fue responsable de la formación de nuevos botánicos, entre ellos de José Mariano Mociño (1757-1819), que se incorporó a la expedición en 1790.

Entre sus obras destaca el Ensayo a la Materia Médica Vegetal de México, que no se editó hasta casi finalizado el siglo XIX, así como su participación en las obras Plantae Novae Hispaniae, y Flora Mexicana, ambas editadas en México con Sesse y Mociño como autores, siendo el resultado de la obra de la expedición, cuyo principal botánico fuera Cervantes. Vicente Cervantes permaneció en Ciudad de México donde, pese a su condición de español, el gobierno independentista le respetó en su cargo; murió el 26 de julio de 1829.