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miércoles, 6 de julio de 2011

¿Es la Selección Natural una Ley científica?




En el empeño por aclarar qué es exactamente la Selección Natural vamos viendo dificultades para admitirla como mecanismo (según indicaba en su día el diccionario de Neolengua en su versión española; hoy dice fenómeno), como proceso o fenómeno y como teoría científica. También vimos algo sobre la inconveniencia de considerarla ley natural….


Ninguna de estas cosas es la Selección Natural: ni mecanismo, ni proceso, ni fenómeno, ni teoría científica, ni tampoco es ley natural, aunque esto último abría las puertas de una jugosa discusión mediante la cual y con ayuda de Rafael Sánchez Ferlosio habíamos llegado a la conclusión de que el Derecho Natural podría legitimar hasta lo más ilegitimable, es decir y sin ir más lejos: el propio darwinismo. De nuevo caíamos así en tema crucial y no suficientemente aclarado todavía: el darwinismo como forma de eugenesia.


Todo indica que la definición más adecuada por el momento, la que mejor define lo que pueda ser la Selección Natural es “La supervivencia del más apto”, con lo cual estaríamos en una situación curiosa en la cual el estudio de la transformación de las especies, o si se prefiere de la Evolución se basaría en un chascarrillo. Sería como decir que la ciencia admite que la ley central que rige la evolución se corresponde, ni más ni menos con el grito “Sálvese quien pueda”. 

Así la aparición de nuevas especies vendría a ocurrir ni más ni menos que por haber sido éstas precisamente las que se han podido salvar. Algo torpe como idea científica.....¿no?

Según el darwinismo, todo quedaría así explicado de tal manera que,  si a lo largo de nuestro estudio surgen dudas, cualquiera de ellas o todas simultáneamente podrían resolverse mediante tal expresión. Por ejemplo: ¿Cómo ocurre la evolución? Por el proceso de sálvese quien pueda. ¿Cómo aparece una nueva especie? Pues fue capaz de salvarse como pudo. Habríamos abandonado la ciencia en manos de éste curioso chascarrillo, factótum de la evolución que queda precisamente definido como Fantasma semántico, una situación peligrosa semejante a la ya descrita en otras ocasiones como consecuencia del análisis de la obra de Darwin.

No obstante, antes de pasar definitivamente a considerar la Selección Natural un puro fantasma semántico o un chascarrillo quedan algunas posibilidades. Por ejemplo y vamos a entrar en terrenos verdaderamente delicados: ¿Podría ser la selección natural una ley?

Si así fuese sería muy importante saber de qué ley se trata si de una ley científica o de una ley natural. Que la Selección Natural es una Ley natural lo defendía firmemente la versión en inglés del diccionario de la Neolengua hasta el pasado día 28 de agosto de los corrientes en que el usuario Woland37 cambió Ley natural por proceso natural, como puede verse aquí.


Sería extraño que algo tan dirigido a la naturaleza como la Seleccción Natural fuese Ley sin ser Ley Natural, pero ya veíamos que el concepto de ley natural es muy delicado. Para un científico mucho mejor basar sus trabajo en leyes científicas que en leyes naturales.


Lo que ha dejado ahora escrito Woland37 (proceso natural) en el diccionario de la Neolengua (english version), es, a todas luces incorrecto puesto que proceso natural es la evolución en sí y no la selección natural. Lo que había escrito antes, aún siendo también incorrecto permitió aquella investigación que nos había llevado a lacalificación del darwinismo como algo ilegitimable. Veamos ahora qué ocurre si mantenemos que la selección natural es Ley Científica.  En primer lugar, mediante ésta definición el diccionario de neolengua contradice su versión en español, que  indica hoy que la selección natural es un fenómeno. Esto no sería grave puesto que los hispanoparlantes estamos bien acostumbrados a oír que en cuestión de ciencia el inglés manda. Bastaría con corregir la versión en español y cambiar en ella fenómeno por ley (conceptos bien distintos). Pero resulta que hay otro problema. La definición de Selección Natural como Ley Científica viene a contradecir la propia definición de Ley Científica, Scientific Law, en el diccionario de Neolengua (english version)  que indica:

A scientific law or scientific principle is a concise verbal or mathematical statement of a relation that expresses a fundamental principle of science, like Newton's law of universal gravitation.

En el caso de la Selección natural carecemos de mathematical statement alguno y de relación que exprese un principio fundamental, teniendo que conformarnos con una simple expresión verbal: La supervivencia del más apto,  es decir, supervivencia del que sobrevive independientemente de cuáles sean sus características o propiedades, sus claves o estrategias en una burda competición: una tautología de nulo contenido científico.

Debemos concluir por tanto que la Selección Natural tampoco es Ley Científica, y que sin duda alguna es una construcción confusa, un sintagma enfermo y carente de significado. En definitiva un fantasma semántico.

Alternativamente, podemos quedarnos con la única definición válida encontrada: Supervivencia del más apto. Iva Mendes en su blog Humordarwinista demuestra que éste es el significado auténtico que Darwin da a la Selección Natural. Para concluir acertadamente:


E há que diga que a Seleção Natural foi a idéia mais brilhante que existiu no mundo. Eta mundo besta, meu Deus!








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lunes, 20 de septiembre de 2010

¿Es la selección natural proceso?


La diferencia entre proceso y fenómeno u operación no es clara. Según indica la RAE, proceso es el conjunto de fases sucesivas en un fenómeno natural o en una operación artificial. Siendo así ¿Qué diferencia habría entre el conjunto de fases sucesivas y el propio fenómeno u operación que constituyen? Ninguna.


Si proceso es el conjunto de las fases de un fenómeno, admitir a la Selección Natural como proceso significa admitirla como fenómeno natural. Esto tiene por lo menos dos consecuencias.

Es un disparate atribuir a cualquier fenómeno natural una intención y la idea de selección sólo expresa eso: intención.

En primer lugar se asocia peligrosamente fenómeno natural con la idea de selección. Es un disparate atribuir a cualquier fenómeno natural una intención y la idea de selección sólo expresa eso: intención.

En segundo lugar, al admitir la selección natural como proceso o fenómeno seguimos una pista falsa puesto que reemplazamos el auténtico fenómeno natural, es decir el cambio de las especies con el tiempo (la propia evolución), con una torpe interpretación debida a nuestra arrogante pretensión de que tal cambio no es otra cosa que una supuesta “selección” .


Supongamos que este fenómeno natural que sería la transformación de las especies pueda ser dividido en fases.¿Qué sería entonces el conjunto de estas fases? Evidentemente el conjunto de estas fases sería la transformación de las especies, también llamado evolución, o si se prefiere el proceso de la evolución.


Admitiendo la Selección Natural como proceso, del mismo modo que admitiéndola como fenómeno, lo que hacemos es simple y llanamente confundirla con la Evolución. Un error muy frecuente.


Curiosamente la historia de la biología coincide con bastante precisión con la historia de éste error. Alimentar cuidadosamente éste y parecidos errores es lo que vienen haciendo muchos autores y libros evolucionistas desde Darwin y por eso Richard Lewontin indicó en su libro The Genetic Basis of Evolutionary Change” en 1974, “Toda la relación entre teoría y hechos necesita una reconsideración”.


En este caso no cabe la excusa de que puede llegar a ser difícil distinguir un hecho de su explicación. Si algo fuese, el significado de la Selección Natural debería ser bien definido, distinguirse muy bien de la Transformación de las especies.



La imagen procede de la web Inventos patentados en España


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sábado, 19 de septiembre de 2009

Curiosa máquina incapaz de distinguir: Reconsiderando hoy el estudio de la evolución desde una perspectiva histórica





Richard Lewontin, profesor de la cátedra Alexander Agassiz en Harvard, escribió su libro "The Genetic Basis of Evolutionary Change" en 1974.

Dedicado al prócer darwinista Theodosius Dobzhansky, en su primera página se lee el canto I correspondiente al Inferno de "La Divina Comedia" de Dante (Nel mezzo del cammin di nostra vita……..), razón por la cual me he permitido ilustrar este comentario con una representación de la Divina Comedia.



Más adelante, en la página 175 de la edición de Omega (Barcelona, 1979), ya al principio del capítulo 5, titulado "La Paradoja de la Variación", que abre la tercera sección (La Teoría) se pueden leer estas frases maravillosas que demuestran cómo los académicos a veces pueden, desde sus cumbres, escribir así de bien para beneficio del público conocimiento:



Durante muchos años la genética de poblaciones constituyó una teoría poderosa e inmensamente rica sin virtualmente hechos satisfactorios sobre los que trabajar. Fue como una compleja y exquisita máquina diseñada para elaborar una materia prima que nadie había explotado con éxito. Ocasionalmente, algún prospector desusadamente listo o afortunado se encontró con un afloramiento natural de mena de alta graduación, y parte de la maquinaria se puso en marcha para demostrar a sus fiadores que realmente funcionaba. Pero la mayor parte de dicha maquinaria se dejó en manos de los ingenieros, siempre arreglándola, siempre mejorándola, anticipándose al día en que sería llamada a funcionar a pleno rendimiento.


De improviso, la situación cambió. La veta principal fue barrenada y una profusión de hechos fueron vertidos sobre los cubos de esta máquina teórica. Sin embargo, de la máquina no ha salido nada. No es que la máquina no funcione, pues para una gran cantidad de ruidos de engranajes es claramente audible, si no son amortiguados, pero de alguna forma no puede transformar en productos acabados la gran cantidad de materias primas con que ha sido provista. Toda la relación entre teoría y hechos necesita una reconsideración.



Según explica con lucidez el profesor Lewontin, de esta máquina que constituye la Genética de Poblaciones, no ha salido nada, excepto ruido. La máquina suena, pero de ella no sale nada que substancialmente nos ayude a entender la transformación de las especies. Estoy de acuerdo al cien por ciento. La causa reside, según explica el autor, en que toda la relación entre teoría y hechos necesita una reconsideración. Sigo estando plenamente de acuerdo. Ahora bien, paremos por un momento la máquina para que cese su ruido y el diálogo llegue a nuestros oidos claramente. Veamos: ¿En qué puede consistir tal reconsideración? Es posible una respuesta a tal pregunta, pero antes plantearé una disyuntiva:






¿Será por necesidad la reconsideración reclamada por Lewontin algo complicado e incomprensible a la mayoría de los mortales?; ¿algo que deban resolver los eruditos como el propio Lewontin, Dobzhansky o Ayala mediante textos voluminosos o series interminables de reuniones que diesen lugar a tratados incomprensibles en cientos o miles de páginas? Sospecho que no. Todo eso sólo serviría para aumentar el ruido de la máquina.




¿Podría, por el contrario, tratarse de una reconsideración de aspectos fundamentales que un adolescente de una cultura media sería capaz de comprender? Pienso que sí.

desde Darwin, los principales teóricos del estudio de la evolución, entre los que se encuentra Dobzhansky, son incapaces de distinguir entre teoría y hecho




La reconsideración de la relación entre teoría y hechos que propone Lewontin removería algunos de los cimientos de la teoría evolutiva pero sería la única posiblidad de ajustar los engranajes para que la máquina hiciese menos ruido y funcionase con mayor provecho. Ahora bien, al contrario de lo que podría parecer en un análisis somero, dicha reconsideración jamás podría realizarse desde los terrenos de las altas esferas de la Academia. Nunca los expertos en evolución podrán resolver la cuestión y librar a su especialidad de los males que la aquejan, puesto que son ellos mismos los causantes de tal situación. La reconsideración de la relación entre teoría y hechos en el terreno de la evolución debería realizarse desde terrenos más generales y próximos al sentido común, mediante el cuidadoso análisis del lenguaje y su utilización adecuada.



¿Cómo? Es sencillo, pero para empezar es necesario darse cuenta de que, desde Darwin, los principales teóricos del estudio de la evolución, entre los que se encuentra Dobzhansky, a quien Lewontin ha dedicado su libro, son incapaces de distinguir entre teoría y hecho.



Veremos algunos ejemplos que iré publicando en las siguientes entradas de este blog.



Referencia


Lewontin, R. 1979. La Base Genética de la Evolución. Editorial Omega. Barcelona.





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Esta entrada es la primera de una serie titulada: "La Máquina incapaz de
distinguir
". Se dedica a un repaso histórico del estudio de la evolución y consta de los siguientes apartados:


  1. Curiosa máquina incapaz de distinguir: Reconsiderando hoy el estudio de la evolución desde una
    perspectiva histórica

  2. Construyendo la máquina incapaz de distinguir: Dobzhansky

  3. Manteniendo la máquina incapaz de distinguir: El Maravilloso Mundo de la Evolución, según Julian
    Huxley

4. Conservando la máquina incapaz de distinguir: “Evolución” de Dobzhansky, Ayala, Stebbins y Valentine, donde se demuestra que la Selección Natura no es una teoría sino proceso.

5. La máquina incapaz de distinguir siempre funcionando

6. Ciento cincuenta aniversario del origen de la máquina incapaz de distinguir en la obra de Charles Darwin









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domingo, 2 de agosto de 2009

Videos sobre biodiversidad con pregunta incómoda












Hace unas semanas, Olga Zafra escribió un post titulado "El darwinismo en la actualidad" en la bitácora sobre BioCiencia y Tecnología que, con mano firme gobierna JAL desde los weblog de Madrimasd.

Según la autora, la Teoría Sintética o Neodarwinismo explicaría no sólo la evolución, sino en un planteamiento más dificil todavía y ya casí decididamente acrobático, el mismo origen de las especies.

Por mi parte, en una actitud mucho más propia del espectador que del acróbata y teniendo en cuenta que el neodarwinismo no es sino darwinismo actual y que, por tanto, se basa ni más ni menos que en ese concepto tan peliagudo y controvertido de la Selección Natural, no puedo estar ni mucho menos de acuerdo con tales opiniones tan frecuentes en las pistas del actual circo de la ciencia.

En la discusión surgida a continuación se sorprendía mucho un contertulio cuando le indiqué que la biodiversidad se podría explicar de muchas maneras, queriendo expresar con ello que tan científica es la Selección Natural como cualquier otro Mito. No pretendía yo decir que fuese capaz de explicar la biodiversidad de manera convincente, ni menos aún científica, sino que dudo que pueda haber una explicación científica para tamaña cuestión. Y es que, además de los inconvenientes habituales que la mayoría de los mitos tienen para ser considerados pruebas científicas, la Selección Natural, presenta otra seríe adicional de dificultades que curiosamente parecen ser invisibles a los ojos de muchos científicos especializados.

Así, algunos de los participantes en el debate eran de la opinión con la autora que la biodiversidad se explica bien mediante la Selección Natural.

Tal opinión es para mí, como decía arriba, pirueta acrobática y como tal arriesgada. Analicémosla como tal y veamos luego alguno de sus riesgos.


Además de no ser científico (una tautología), el concepto de Selección Natural se ha mantenido a presión desde el poder de grupos mediáticos, editoriales y científicos bien interesados. Empero, a nadie se le escapa que su principal objetivo ha sido desde su fundación social: el de justificar el
gobierno del mundo por unas élites; el de la ciencia, por otras élites (especializadas).

Una serie de videos tomados en una visita reciente al Parque Nacional de Manuel Antonio, en Costa Rica servirá para introducir la pregunta incómoda que por ahora surge como consecuencia de mi participación en aquel debate y que dejaré caer para reflexionar durante el verano.


La pregunta es:

¿Alguna teoría científica explica la biodiversidad?

Si los vídeos sirven para alimentar dudas, tengan entonces en cuenta que están tomados en el entorno de un Parque Nacional y piensen cuán diferente será el destino de plantas y animales si la teoría en cuestión triunfa y llega a convencernos a todos de que la explicación de la biodiversidad la proporciona la selección natural o si algunos albergamos y alimentamos serias dudas al respecto.



Nota: Una versión posterior de esta entrada se ha publicado aquí

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viernes, 31 de agosto de 2007

En los límites de la Ciencia



Históricamente, las disciplinas de la Ciencia surgen para dar respuesta a preguntas de hondo calado. La Biología busca la respuesta a la pregunta ¿cómo están constituidos los seres vivos? (¿cómo funcionan?, ¿cómo evolucionan?,…..). La Genética intenta responder a la pregunta: ¿Cómo se heredan las características en los seres vivos?, que también incluye: ¿Cómo está determinado el ser humano por su herencia?.

En el siglo XIX no fue Mendel el único en plantearse estas misteriosas cuestiones en torno a la herencia. Por ejemplo, el filósofo Arthur Schopenhauer, en su libro “El mundo como voluntad y como representación”, incluye unas páginas sobre la herencia de los caracteres en el ser humano que pueden servir como jugoso, ilustrativo y divertido ejemplo de lo que no es una Teoría Científica; es decir, algo sobre lo que uno no puede experimentar, o sea, otro ejemplo decimonónico parecido a la Teoria de Evolución por Selección Natural. Y es que, lo que es Ciencia y lo que no lo es, debería estar hoy ya algo más claro de lo que estaba en el siglo XIX y también de lo que en realidad está.

Hace ya muchos años que Francis Bacon (1561-1626), Galileo (1564-1642), Descartes (1596-1650) y otros, sentaron las bases del Método Científico. Más tarde, Claude Bernard (1813-1878; en la imagen de arriba), dejó bien claramente establecido como debe ser la aproximación científica en Biología y en Medicina, con ejemplos notables de la aplicación del Método Científico en Fisiología entre sus propios experimentos.

Por si todo esto fuera poco, Karl Popper (1902-1994), en su libro “Conjeturas y Refutaciones: El crecimiento del conocimiento científico”, fué muy claro en la definición de una Teoría Científica. Una Teoría Científica debe ser refutable. Debe poner en juego elementos bien conocidos y definidos y establecer nuevas relaciones entre ellos de forma arriesgada, corregible, mutable, no permanente. Su objetivo es agudizar nuestro conocimiento del mundo, no permanecer eternamente. Debe poder ser verificada mediante la experimentación.
Por eso, en su texto, Popper discute acerca de la base científica de algunas teorías del Psicoanálisis. Sea cuales sean sus conclusiones, un caso psicoanalítico siempre presentará un límite ineludible a su aproximación científica: será irrepetible como lo es el ser humano. Por el mismo motivo, Popper se muestra crítico con la teoría evolutiva.

Se pueden hacer aproximaciones científicas al estudio de la evolución, pero serán siempre limitadas, porque la evolución no es algo con lo que experimentamos en el laboratorio sino que, nos guste o no, es única e irrepetible. Lo mismo ocurre con el carácter. Aunque nuestros experimentos emulen las condiciones posibles de la evolución en el pasado, el límite es ineludible. Si bien es cierto que muchas observaciones de casos clínicos pueden indicar tendencias, la experimentación es limitada.

El estudio del carácter y el de la evolución muestran los límites de la Ciencia. Reconocerlo y precisar en qué consisten estos límites es una manera poco frecuente pero útil, de contribuir al avance del conocimiento.



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viernes, 20 de julio de 2007

Una frase para pensar


The greatest homage that can be paid to an empirical theory is the constructive criticism that makes it obsolete at an early age.

Henry S. Horn. The Adaptive Geometry of Trees. Preface. 1971.







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miércoles, 18 de julio de 2007

Coda con figuras victorianas


La exposición internacional de Londres en 1851 marcó el momento cumbre en una época en la que el Imperio Británico se sentó en la presidencia del mundo.

Documentos ejemplares presentando aspectos importantes en torno esa época son:



1) La Saga de los Forsyte, de John Galsworthy. Historia de una familia en la que nos demuestra la importancia obsesiva y omnipresente del dinero, su penetración en todos y cada uno de los aspectos de la vida, que no ha cesado hasta la actualidad. Aquel sistema económico ha crecido y ha invadido el mundo.



2) Las novelas de Arthur Conan Doyle, en las que se manifiesta la confianza, propia de entonces, en el razonamiento que llega a considerarlo capaz de entender el mundo. Hoy las posibilidades de la razón han encontrado sus límites; tanto en general, como en el terreno de la ficción. Lönnrot, detective en la novela “La muerte y la brújula”, de Jorge Luis Borges, siguiendo esquemas de razonamiento similares a los de Holmes, acaba siendo inocente víctima de sus perseguidos.

3) La obra de Charles Darwin, en la que se interpreta la naturaleza de manera simple y acorde con los tiempos imponiendo un lenguaje antropomórfico en el que domina la selección, la competición y la lucha, conceptos todos inadecuados en la descripción de la naturaleza. Darwin no es responsable del empeño, propio del siglo XX, por mantener la llamada Teoría de Evolución por Selección Natural, que no es una Teoría Científica, como si lo fuera. Si se hubiese tratado de una Teoría Científica, el lugar ocupado por el empeño en mantenerla habría sido ocupado por el empeño en refutarla, actitud propia de la mentalidad científica con toda teoría.
A diferencia de lo que ocurre en el mundo de la ficción y en otros muchos aspectos del mundo real, la razón todavía no ha desarrollado su plena competencia en el estudio de la naturaleza, porque muchos de los resultados de la Biología han sido cubiertos bajo estas ideas peregrinas que ahora el viento se deberá llevar. Es ahora el momento de ejercitarse y ver hasta donde la razón puede llegar en la interpretación de los datos de la Biología, cuando esta se libere de visiones torpes que han tenido sus resultados en secuestro. Por eso, claramente, la Biología es para pensar.





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