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lunes, 1 de octubre de 2007

Octubre, el mes del carácter


Esta entrada está dedicada a José Ramón Fernández Barriales, médico vocacional, humanista y extremeño enamorado, un digno heredero de Roso de Luna



Creo que el misticismo late dentro de nuestros corazones, pero nuestra máscara es escéptica.
Mario Roso de Luna (1872-1931).



Envuelto en nubes y, como siempre, imprevisible, ha llegado el mes de Octubre, anunciando la cuesta abajo del año. Este año de 2007, que siempre había pertenecido al futuro, muestra ya su aspecto maduro, casi senil, como este San Mateo de Guido Reni (1575-1642).
Biología Humanista propone para este mes una incursión en los caminos del carácter, que se extenderá durante varias entradas. Complejo y maltratado por la Biología, mediante su comprensión, podrían aparecer claves importantes para entender la vida. Intentaremos, poco a poco una aproximación a este abismo......
Atrás quedaron ya cuatro entradas dedicadas a la herencia del carácter en la literatura. En la presentación de estas entradas, vimos que el carácter era algo importante y en ellas, que no sólo el carácter era tema de obsesión para los escritores, sino que también, a menudo les preocupaba la descripción de su herencia. Como ejemplos, hablábamos de la obra de Emile Zola, Emilia Pardo-Bazán y Javier Marías, quien había descrito el carácter de una familia relacionado con la expresión de la decadencia.

Volviendo a empezar, Biología Humanista dedicará ahora una larga serie a tratar del carácter. Ello incluirá algunas preguntas y la descripción de lo que el carácter haya podido ser a lo largo del tiempo y de lo que pueda ser ahora. Para comenzar, una breve reflexión en torno a la frase del erudito extremeño que vivió con un pie en el siglo XIX y otro en el XX. Porque la cuestión no es sólo si somos místicos o escépticos, materialistas o espirituales. No,..... Para nada. Por el contrario, La cuestión es si, siendo como somos, realmente podemos ser capaces de explicar y comprender el mundo o si, por el contrario, necesitaríamos cambiar nosotros un poquito primero para luego entenderlo mejor. Porque creo yo que vaya a ser más bien lo segundo, es decir que, por el camino que vamos no vamos a ninguna parte, y, por lo tanto, habría que ir pensando también en qué orientación debemos tomar.

Roso de Luna, que era natural de Logrosán, en Cáceres, se doctoró en derecho a los veintidós años. Antes había descubierto un cometa a simple vista. Astrónomo, químico, filósofo, lingüista e historiador, don Mario es uno de esos caracteres propios del siglo XIX a los que nada se ponía por delante. Con su frase, creo yo que viene a decir que para entender el mundo (y entenderse de paso a uno mismo) no basta con ser escéptico.