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martes, 3 de marzo de 2009

Darwinismo metafísico: frase en caida libre



Con la celebración del centenario de Darwin, los darwinistas están que tiran la casa por la ventana. En los domingos de ABC, de anteayer, 1 de Marzo, Ayala se expresaba así:

La Teoría de Evolución por Selección Natural de Darwin proporcionó los teólogos el "eslabón perdido"en la explicación del mal en el mundo.

Una frase muy complicada y resbaladiza porque, partiendo de suposiciones complejas, emplea juegos de palabras arriesgados. Al menos dos suposiciones metafísicas: Primera, que el mal en el mundo tenga una explicación y segunda, que esta interese a los teólogos. Luego, un juego de palabras de alto riesgo, asociando el giro "el eslabón perdido" con la palabra teólogos, como si algún teólogo hubiese querido en algún momento buscar eslabones perdidos (¿puede ser una alusión oculta a Tehilard de Chardin?), o como si la explicación del mal en el mundo fuese cuestión de eslabones perdidos.

Finalmente, tanto Ayala como la periodista (Pilar Quijada), se olvidan de auscultar el aspecto central de La Teoría de Evolución por Selección Natural de Darwin. Es decir, a parte de esas grandes aportaciones contenidas a presión en una frase que nadie se toma la molestia de explicar, ....¿proporcionó dicha teoría lo que debía haber proporcionado, es decir una explicación de la especiación? Diríase que no.


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jueves, 28 de junio de 2007

Reflexiones para un cambio (I): Como Rilke, pero al revés.


Dedicado a Máximo Sandín, azote de darwinistas, y a Patricio Gómez, profesor de armonía, que me llevó a conocer sus escritos


Va siendo evidente que es necesario un cambio en el modo de entender el mundo, en la interpretación de la vida. Ni la Historia Natural antigua; ni la moderna, más metódica y objetiva; ni la aún inmadura Biología, han proporcionado respuesta suficiente a las preguntas que la humanidad lleva haciendo, de una u otra forma, durante siglos: ¿Qué es el ser humano?, ¿Cómo su relación con la naturaleza?. Tal vez estas preguntas nunca tengan una respuesta satisfactoria y si sólo así fuese, entonces el problema no sería grave. Pero la cuestión no es tan simple, y ocurre que las respuestas a estas preguntas, acertadas o no, condicionan el mundo, lo mueven de una u otra manera, hacen que gire en una u otra dirección, como el disco que acompaña a la foto de Rilke…..

El problema es que, cuando tales cuestiones se dejan llevar a hombros de biólogos contemporáneos, especializados y, como tales, a menudo ignorantes de la Historia y de la Filosofía, se escuchan respuestas peregrinas. Como, por ejemplo, el decir que en la Naturaleza todo es producto de la Selección Natural y de la competición. Cuando en realidad lo que ocurre es un mecanismo de retroalimentación positiva mediante el cual si creemos en la Selección Natural y en la competición, aumentan las posibilidades de éxito y, el éxito conseguido se adornó toda la vida con este tipo de ideas (Selección Natural, éxito bendito, o, como decía el refrán castellano "A quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga"; que, en definitiva viene a ser lo mismo). Semejantes ideas, refranes o creencias son respuestas torpes para preguntas clásicas, que han calentado la cabeza de forjados pensadores. No solamente son en sí vanas, sino que, por proceder de mentes respetadas, pueden contribuir eficazmente a la creación de un mundo hueco. Si nos creemos que todo es competición y lucha, crearemos un mundo en el que no haya más que competición y lucha. Vaya, por decir un ejemplo.

El cambio es, por tanto, necesario. Para ver en qué puede consistir y a dónde nos llevará hay que reflexionar con una mirada puesta hacia atrás, hacia la Historia. En algún lugar de ella estarán enterradas las claves del fracaso de la Biología y entiéndase aquí fracaso como lo que es. La Biología no ha fracasado a la hora de modificar el mundo o desarrollar aplicaciones agrícolas, sanitarias, comerciales o industriales. En este aspecto, la Biología ha sido cosecha de éxitos. A cambio, su fracaso ha consistido en la imposibilidad de responder a aquellas preguntas que llevan rondando a la humanidad por siglos y, para ir dando pistas, puede que lo uno y lo otro, éxito y fracaso sean las dos caras de la misma moneda. Si así fuese, la mejor manera de evitar más fracaso tendría que ser, directamente limitando el éxito. Algo así como justo lo contrario de lo que cuentan que dijo el poeta Rilke a un amigo psiquiatra: “Mejor no me psicoanalices, porque si echamos a los demonios, se irán con ellos los ángeles”. Pues bien, aquí podríamos decir: “Echemos a los ángeles, para que, en su viaje se lleven también a los demonios”; Procuremos que el éxito de la Biología mengüe, porque así lo hará también su fracaso.







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