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miércoles, 23 de mayo de 2012

Conferencia: De imágenes a modelos: La interpretación de las plantas en la historia



 El jueves, 18 de mayo se celebró el Fascination of Plants Day: El día de la fascinación por las plantas.   Promovido por EPSO (European Plant Science Organization), su objetivo es conseguir que la mayor cantidad posible de gente de todo el mundo se fascine por las plantas.

En el IRNASA (Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca) se celebró el Dia de la Fascinación por las Plantas con la conferencia:

De imágenes a modelos: La interpretación de las plantas en la historia

(Impartida por Emilio Cervantes)

Breve resumen:
Se presentan dos visiones alternativas del Reino Vegetal. La primera contempla a las plantas como medios de producción de distintos bienes. El desarrollo de la ciencia, impulsado notablemente desde la Ilustración, ha estimulado esta visión. La especialización, la división del mundo en sectores y el predominio de la razón práctica han contribuido a que las plantas sean vistas como objetos de producción y una importante función de la ciencia consista en incrementar los beneficios obtenidos de las plantas. Surgen así las investigaciones basadas en sistemas modelo con la idea de que el modelo permitirá ampliar nuestro conocimiento de los sistemas vegetales y así obtendremos más beneficios: Más abrigo, más alimento, más remedio para la enfermedad, etc…El desarrollo de sistemas-modelo entre las plantas apoya esta visión propia de la fe en el progreso que tiene lugar en la Ilustración. Los resultados obtenidos con los modelos son importantes para aumentar los beneficios y así se realiza el anhelado progreso. Pero, los modelos sirven también para mostrar otro aspecto en los vegetales......
Las plantas no podrían ser fuente de tantos beneficios si no fuesen asimismo, imágenes, es decir representaciones de un orden existente en la naturaleza. Cabe la posibilidad de que la visión de las plantas como imágenes de un orden natural fuese más importante en la antigüedad que en nuestra moderna sociedad tecnificada.
Se presentarán algunos inconvenientes de la aplicación del concepto de sistema modelo en plantas, algunos ejemplos de cómo algunos autores así como medios editoriales han intentado evitar la idea de un orden existente y finalmente, se mencionarán ejemplos de un orden que une a las plantas con el mundo de las matemáticas.














Imagen: Tulipan Semper Augustus. De Kiva Stories from the field. Un bulbo de este tulipán fue cambiado en el siglo XVII por unos 50000 metros cuadrados de tierra, según informa el diccionario de Neolengua en su entrada Tulip mania.    

miércoles, 6 de julio de 2011

¿Es la Selección Natural una Ley científica?




En el empeño por aclarar qué es exactamente la Selección Natural vamos viendo dificultades para admitirla como mecanismo (según indicaba en su día el diccionario de Neolengua en su versión española; hoy dice fenómeno), como proceso o fenómeno y como teoría científica. También vimos algo sobre la inconveniencia de considerarla ley natural….


Ninguna de estas cosas es la Selección Natural: ni mecanismo, ni proceso, ni fenómeno, ni teoría científica, ni tampoco es ley natural, aunque esto último abría las puertas de una jugosa discusión mediante la cual y con ayuda de Rafael Sánchez Ferlosio habíamos llegado a la conclusión de que el Derecho Natural podría legitimar hasta lo más ilegitimable, es decir y sin ir más lejos: el propio darwinismo. De nuevo caíamos así en tema crucial y no suficientemente aclarado todavía: el darwinismo como forma de eugenesia.


Todo indica que la definición más adecuada por el momento, la que mejor define lo que pueda ser la Selección Natural es “La supervivencia del más apto”, con lo cual estaríamos en una situación curiosa en la cual el estudio de la transformación de las especies, o si se prefiere de la Evolución se basaría en un chascarrillo. Sería como decir que la ciencia admite que la ley central que rige la evolución se corresponde, ni más ni menos con el grito “Sálvese quien pueda”. 

Así la aparición de nuevas especies vendría a ocurrir ni más ni menos que por haber sido éstas precisamente las que se han podido salvar. Algo torpe como idea científica.....¿no?

Según el darwinismo, todo quedaría así explicado de tal manera que,  si a lo largo de nuestro estudio surgen dudas, cualquiera de ellas o todas simultáneamente podrían resolverse mediante tal expresión. Por ejemplo: ¿Cómo ocurre la evolución? Por el proceso de sálvese quien pueda. ¿Cómo aparece una nueva especie? Pues fue capaz de salvarse como pudo. Habríamos abandonado la ciencia en manos de éste curioso chascarrillo, factótum de la evolución que queda precisamente definido como Fantasma semántico, una situación peligrosa semejante a la ya descrita en otras ocasiones como consecuencia del análisis de la obra de Darwin.

No obstante, antes de pasar definitivamente a considerar la Selección Natural un puro fantasma semántico o un chascarrillo quedan algunas posibilidades. Por ejemplo y vamos a entrar en terrenos verdaderamente delicados: ¿Podría ser la selección natural una ley?

Si así fuese sería muy importante saber de qué ley se trata si de una ley científica o de una ley natural. Que la Selección Natural es una Ley natural lo defendía firmemente la versión en inglés del diccionario de la Neolengua hasta el pasado día 28 de agosto de los corrientes en que el usuario Woland37 cambió Ley natural por proceso natural, como puede verse aquí.


Sería extraño que algo tan dirigido a la naturaleza como la Seleccción Natural fuese Ley sin ser Ley Natural, pero ya veíamos que el concepto de ley natural es muy delicado. Para un científico mucho mejor basar sus trabajo en leyes científicas que en leyes naturales.


Lo que ha dejado ahora escrito Woland37 (proceso natural) en el diccionario de la Neolengua (english version), es, a todas luces incorrecto puesto que proceso natural es la evolución en sí y no la selección natural. Lo que había escrito antes, aún siendo también incorrecto permitió aquella investigación que nos había llevado a lacalificación del darwinismo como algo ilegitimable. Veamos ahora qué ocurre si mantenemos que la selección natural es Ley Científica.  En primer lugar, mediante ésta definición el diccionario de neolengua contradice su versión en español, que  indica hoy que la selección natural es un fenómeno. Esto no sería grave puesto que los hispanoparlantes estamos bien acostumbrados a oír que en cuestión de ciencia el inglés manda. Bastaría con corregir la versión en español y cambiar en ella fenómeno por ley (conceptos bien distintos). Pero resulta que hay otro problema. La definición de Selección Natural como Ley Científica viene a contradecir la propia definición de Ley Científica, Scientific Law, en el diccionario de Neolengua (english version)  que indica:

A scientific law or scientific principle is a concise verbal or mathematical statement of a relation that expresses a fundamental principle of science, like Newton's law of universal gravitation.

En el caso de la Selección natural carecemos de mathematical statement alguno y de relación que exprese un principio fundamental, teniendo que conformarnos con una simple expresión verbal: La supervivencia del más apto,  es decir, supervivencia del que sobrevive independientemente de cuáles sean sus características o propiedades, sus claves o estrategias en una burda competición: una tautología de nulo contenido científico.

Debemos concluir por tanto que la Selección Natural tampoco es Ley Científica, y que sin duda alguna es una construcción confusa, un sintagma enfermo y carente de significado. En definitiva un fantasma semántico.

Alternativamente, podemos quedarnos con la única definición válida encontrada: Supervivencia del más apto. Iva Mendes en su blog Humordarwinista demuestra que éste es el significado auténtico que Darwin da a la Selección Natural. Para concluir acertadamente:


E há que diga que a Seleção Natural foi a idéia mais brilhante que existiu no mundo. Eta mundo besta, meu Deus!








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miércoles, 18 de agosto de 2010

Índice de autores para las doscientas primeras entradas del blog Biología y Pensamiento





domingo, 2 de agosto de 2009

Videos sobre biodiversidad con pregunta incómoda












Hace unas semanas, Olga Zafra escribió un post titulado "El darwinismo en la actualidad" en la bitácora sobre BioCiencia y Tecnología que, con mano firme gobierna JAL desde los weblog de Madrimasd.

Según la autora, la Teoría Sintética o Neodarwinismo explicaría no sólo la evolución, sino en un planteamiento más dificil todavía y ya casí decididamente acrobático, el mismo origen de las especies.

Por mi parte, en una actitud mucho más propia del espectador que del acróbata y teniendo en cuenta que el neodarwinismo no es sino darwinismo actual y que, por tanto, se basa ni más ni menos que en ese concepto tan peliagudo y controvertido de la Selección Natural, no puedo estar ni mucho menos de acuerdo con tales opiniones tan frecuentes en las pistas del actual circo de la ciencia.

En la discusión surgida a continuación se sorprendía mucho un contertulio cuando le indiqué que la biodiversidad se podría explicar de muchas maneras, queriendo expresar con ello que tan científica es la Selección Natural como cualquier otro Mito. No pretendía yo decir que fuese capaz de explicar la biodiversidad de manera convincente, ni menos aún científica, sino que dudo que pueda haber una explicación científica para tamaña cuestión. Y es que, además de los inconvenientes habituales que la mayoría de los mitos tienen para ser considerados pruebas científicas, la Selección Natural, presenta otra seríe adicional de dificultades que curiosamente parecen ser invisibles a los ojos de muchos científicos especializados.

Así, algunos de los participantes en el debate eran de la opinión con la autora que la biodiversidad se explica bien mediante la Selección Natural.

Tal opinión es para mí, como decía arriba, pirueta acrobática y como tal arriesgada. Analicémosla como tal y veamos luego alguno de sus riesgos.


Además de no ser científico (una tautología), el concepto de Selección Natural se ha mantenido a presión desde el poder de grupos mediáticos, editoriales y científicos bien interesados. Empero, a nadie se le escapa que su principal objetivo ha sido desde su fundación social: el de justificar el
gobierno del mundo por unas élites; el de la ciencia, por otras élites (especializadas).

Una serie de videos tomados en una visita reciente al Parque Nacional de Manuel Antonio, en Costa Rica servirá para introducir la pregunta incómoda que por ahora surge como consecuencia de mi participación en aquel debate y que dejaré caer para reflexionar durante el verano.


La pregunta es:

¿Alguna teoría científica explica la biodiversidad?

Si los vídeos sirven para alimentar dudas, tengan entonces en cuenta que están tomados en el entorno de un Parque Nacional y piensen cuán diferente será el destino de plantas y animales si la teoría en cuestión triunfa y llega a convencernos a todos de que la explicación de la biodiversidad la proporciona la selección natural o si algunos albergamos y alimentamos serias dudas al respecto.



Nota: Una versión posterior de esta entrada se ha publicado aquí

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martes, 19 de mayo de 2009

Un blog interesante







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viernes, 1 de febrero de 2008

La biología como actividad social, la extensión y definición de “fraude científico” y una pregunta


Los debates acerca de Evolución, como por ejemplo todos los incluidos en la serie Evolucionismo-creacionismo, podrían verse súbitamente iluminados si sus participantes fuesen capaces de tomar puntos de vista amplios que tuvieran en consideración la importancia real de la biología como actividad social.

En ciencias sociales se habla a menudo del concepto de representación colectiva o representación social, ambos términos quizás más utilizados en los idiomas francés, alemán o inglés que en castellano. Estos conceptos parten del de representación, llevado a su máximo apogeo por la filosofía de Arthur Schopenhauer (El mundo como voluntad y como representación; ediciones de 1819, 1844 y 1859) y desarrollado después por la sociología y la psicología social. Filósofos, historiadores y sociólogos han tratado sobre la "representación social" y su significado en el mundo actual.


Una definición precisa e interesante podría ser por ejemplo la de Jodelet (1984):


La representación social es un proceso de elaboración perceptiva y mental de la realidad que transforma los objetos sociales (personas, contextos, situaciones) en categorías simbólicas (valores, creencias, ideologías) y les confiere un estatuto cognitivo, permitiendo aprehender los aspectos de la vida ordinaria por un re-encuadre de nuestras propias conductas en el interior de las interacciones sociales.

Determinados modos de representación social pueden ser adoptados por tendencias científicas, políticas sociales o favorecidos por medios editoriales. En su libro, Anatomía del fraude científico, Horace Freeland Judson, menciona un movimiento surgido en los años 1980 y 1990 entre un grupo de sociólogos de la ciencia (camarilla es el término empleado y construccionismo social el nombre de su teoría), que pretendían demostrar que las ciencias deben su existencia más al consenso de los científicos, basado en las jerarquías y las relaciones de poder que no realmente al conocimiento de la verdad objetiva. En este sentido, dice Judson, para algunos, toda ciencia debe parecer fraudulenta. Pero páginas antes, en el Prólogo a su libro, Hudson había dado unas claves para no confundirnos y ayudarnos a identificar el fraude:

¿Qué es exactamente lo que queremos medir?. La descripción más frecuente responde a las iniciales IFP: Invención, Falsificación y Plagio.

A continuación pasa a describir cada uno de estos aspectos del fraude en el contexto de un laboratorio moderno de biología experimental. Así dice:

Por invención se entiende la adulteración de datos en su totalidad; es lo que los biólogos conocen como “trabajo de laboratorio en seco”

Pero supongamos que alguien, interesado en un punto de vista más amplio, hiciera ahora la pregunta:

Bien, y si se nos quiere proponer como una teoría, algo que no lo es, sino que es una tautología, podría tratarse entonces de un caso de invención, y por lo tanto de fraude, ¿si o no?.

jueves, 3 de enero de 2008

Resortes darwinistas. Segundo resorte: Si usted no cree en la teoría darwinista entonces a usted le toca proponer una mejor






Bien, dice el moderno defensor de la teoría, usted no cree en la teoría darwinista, luego por lo tanto es usted quien tiene que proponer una mejor. Si usted no lo hace seguimos con el darwinismo porque es lo único que hay, mientras no haya nada mejor. ¡Fantástico!. A usted cuando vaya de excursión no le preocupe llevar bocadillo ni alimento alguno, porque si no hay alimentos, usted se alimentará del aire o si no podrá alimentarse de su propio hambre. Si la ciencia que tenemos no vale como tal, es decir, que no es ciencia, entonces, a falta de otra mejor iremos tirando con ella. ¿Por qué?

Por razones que desconocemos (¿o no?).


Pero, en la enorme partida de ajedrez del pro y anti-darwinismo, estos dos primeros resortes son los de la infantería darwinista, los de los peones. También hay un resorte de los alfiles, que en inglés son los bishop, los obispos………











miércoles, 2 de enero de 2008

Resortes darwinistas. Primer resorte: Todo aquel que no admite la teoría darwinista es un creacionista.




Vengo observando recientemente una serie de reacciones conservadas entre los miembros de la capilla darwinista que me hacen sospechar si no existirá un acuerdo profundo entre ellos,...tal vez que la propia selección natural que defienden haya fijado en ellos este tipo de respuestas o resortes para hacerlos más aptos, es decir, como ellos dicen, aumentar su eficacia biológica (fitness) en el debate.

Voy a contar en ésta y en las siguientes entradas en qué consisten algunos de estos resortes:

Primer resorte: Todo aquel que no admite la teoría darwinista es un creacionista.


En el momento en que un darwinista detecta a alguien en su entorno lo suficientemente inteligente e independiente como para no admitir la teoría de evolución de las especies por selección natural (esa tautología que lleva casi doscientos años empañando los cristales de la ciencia), en ese mismo momento, salta el primer resorte del darwinista moderno. ¿En qué consiste?.
El primer resorte del darwinista moderno para seguir con la defensa imposible de su tautología (defensa adaptativa de un argumento imposible de defender) consiste en acusar al interlocutor de creacionista. El argumento es algo tan sencillo como esto:

He aquí alguien que no cree en la teoría darwinista, luego por lo tanto he aquí un creacionista (o un partidario del diseño inteligente).
Del origen de la ciencia y su ineludible vinculación con la religión hay mucho escrito. De los procesos básicos que operan en la construcción de las verdades de la ciencia implicando mecanismos fundamentales relacionados con la fe, también.
Existe, asimismo y como complicando las cosas, una tradición hispánica muy fuerte a oponer, frente a frente, la fe con la ciencia. Por ejemplo, el diputado Francisco Suñer y Capdevila en la sesión del debate parlamentario del 26 de Abril de 1869 decía:
Cuando el Gobierno provisional se presentó aquí por vez primera y nos dijo que la idea nueva venía a sustituir en España a la idea caduca..... Ni el Gobierno ni la Comisión han comprendido lo que es la idea nueva y yo voy a decírselo. La idea caduca es la fe, el cielo, Dios. La idea nueva es la ciencia, la tierra, el hombre.......
Pues bien, con esto y con todo en ciencia, la principal distinción no es entre ciencia y religión, que es una distinción sin importancia. La principal distinción que hay que hacer en ciencia es entre ciencia verdadera y pseudociencia. La primera contribuye al avance real del conocimiento, la segunda lo distrae.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Un nuevo blog

Hace un par de semanas que abrí un nuevo blog en la plataforma de Weblogs de Madrimasd.

Me complace invitar a todos los lectores de "Biología humanista" a leerlo:




Con mi agradecimiento a Eric de Scienciaramificacion


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lunes, 3 de diciembre de 2007

El azar: Invitado de honor por primera vez en la Historia de la Ciencia.




Ya hemos visto cómo, según la teoría de de la continuidad del plasma germinal, inventada por August Weismann, la línea somática (el cuerpo humano, por ejemplo) es una especie de excrecencia o apósito, un añadido sin importancia de la linea germinal, que es la fundamental en la evolución (?).

Las mutaciones heredables surgirían así en la línea germinal al azar y, dependiendo de los fenotipos que dichas mutaciones ocasionasen, la selección natural se encargaría de cribar entre los organismos resultantes, aquellos más adecuados. Una vez puesta en marcha una teoría inventada, el neodarwinismo ya no tenía freno. El azar había sido por vez primera en la Historia de la Ciencia invitado, no sólo a tomar parte en una teoría sino a hacerlo de modo permanente, puesto que si las mutaciones son al azar y es imposible la transmisión de información genética concerniente a caracteres adquiridos, el camino estaba trazado para las generaciones venideras.

El azar, que los científicos de todos los tiempos habían intentado acorralar y dejar relegado al último y más insignificante término de sus ecuaciones, surge así en genética como factor-clave y principio fundamental de una teoría y, no sólo ha permanecido durante décadas como tal, sino que se ha difundido por todos los caminos posibles. Por ejemplo, en el libro del filósofo español Jesús Mosterín titulado “Ciencia viva (reflexiones sobre la aventura intelectual de nuestro tiempo) "(2ªed Espasa Calpe 2006) se lee (p 20):

La evolución biológica que nos ha conducido a ser como somos no es una obra de ingeniería intencional, sino el resultado inconsciente de factores aleatorios y fuerzas naturales.


Y todavía más (p 158):

Por eso la teoría darwinista de la evolución es la mejor explicación científica de la asombrosa variedad y adaptación de los seres vivos. Las fuerzas creativas del azar(la mutación de los genes, la recombinación sexual, la deriva genética) fraguan una inmensa variedad de fórmulas o propuestas, que son luego seleccionadas por el filtro implacable de la selección natural.



Y yo,... cuando leo estas cosas, me entran ganas de salir a pasear y a tomar el aire, porque... que somos el resultado de fuerzas naturales no es mucho decir, pero afirmar con una supuesta base científica que somos el resultado inconsciente de factores aleatorios es, aunque esté bien de moda; digo, es llanamente, pisar fuera de los terrenos de la Ciencia. Disparatar. Se atribuyen a Einstein muchas frases pero hay una que es casi seguro que dijo y que viene aquí a cuento:

Dios no juega a los dados.
Cambiemos la palabra Dios por la palabra Naturaleza o Evolución, para darle mayor cabida a la frase. Sigue siendo válida. La Naturaleza no juega a los dados. La evolución tampoco.

¿Qué hubiesen dicho Lavoisier o Gay-Lussac, por ejemplo, si alguien les hubiera sugerido acerca de los procesos químicos o de los gases algo así?:

- Oh! No os preocupeis por buscar las leyes en la Naturaleza, porque la naturaleza se comporta siempre al azar.



Pero intentemos avanzar: ¿Es cierto que las mutaciones son al azar?. ¿Qué pruebas existen en favor de ello?

Responder a esta pregunta todavía en 2007 es algo bien complicado y puede llevarnos tiempo......
La literatura al respecto es abundante y contradictoria. Intentaremos abrirnos paso en su senda; pero,.... antes que nada, exponer una sospecha, que se relaciona con el procedimiento de la Genética, con su estrategia, con su protocolo y con el hecho, que anunciaba en la entrada anterior de que nos falta comprensión acerca de lo que es un experimento en genética. Antes que nada veamos cómo es el protocolo de la genética.

viernes, 26 de octubre de 2007

Cuando el mundo se hizo materialista




La conversión del mundo al materialismo, a la que me he referido antes no es un producto de mi imaginación. En su novela “El intruso” (1904), Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) explica:


El hombre moderno no debía perder el tiempo preguntándose sobre el origen del mal o si la naturaleza está corrompida por el pecado: las dos grandes preocupaciones de la moral cristiana. Bastábale saber que la naturaleza, buena o mala, se modifica o transforma por el trabajo. Poco importaba el origen del mal; lo interesante era combatirlo y vencerlo, sin optimismos ni pesimismos, llevando como único guía el esfuerzo continuo hacia el mejoramiento.
El hombre estaba condenado a hacerlo todo por su propia energía, sin la esperanza de fantásticas protecciones. El trabajo es su ley. El oficio de ser hombre era glorioso y duro. Sólo podía contar con un apoyo: la ciencia. El progreso de los conocimientos positivos, la industria y la evolución incesante de las sociedades modificaban la concepción de la vida y de sus fines. El hombre moderno, valiéndose de la crítica, tenía una idea justa de los límites de sus conocimientos. Ni soberbias, ni desmayos de humildad. No afirmaba con orgullo conocer lo absoluto ni el origen de las cosas. Pero ¿Es que las religiones sabían más que él? ¿Eran racionales las explicaciones de los que creían en una Providencia amparadora de la injusticia y en un plan de creación ideado por unos hebreos ignorantes?.
En cambio, el hombre conocía gracias a la ciencia, el mundo que le rodeaba mucho mejor que las religiones. Si no sabía la causa primera de muchos fenómenos, había descubierto y utilizado las relaciones que los ligan y, en vez de ser siervo de la naturaleza, como en los tiempos de barbarie religiosa, la tenía a sus órdenes, haciéndola trabajar para su comodidad y sustento. Ante él se abatían obstáculos que parecían eternos; la mecánica aprovechaba las fuerzas naturales; modificábase la faz de la tierra; suprimíase el espacio al acortarse las distancias, y el planeta parecía empequeñecerse, haciéndose cada vez más confortable, como una habitación dentro de la cual la humanidad iba encontrando satisfechas todas sus necesidades.
El hombre ya no quería fundar su moral sobre lo desconocido, sobre dios, fantasma bondadoso o terrible de la infancia de la humanidad. Tampoco podía tolerar la moral cristiana, basada en la resignación y en la abstención. Esta moral no había sido más que un arte de mutilar la vida bajo pretexto de guardar sus formas más altas, o sea las espirituales.

- Hay que aceptar la vida tal y como es y vivirla toda entera- dijo el médico con entusiasmo-. Nuestra moral es simple y valiente: se resigna a la compañía de los hombres, sabiendo que no existen los ángeles, y los acepta tales como son. No pasa la vida orando y contemplando lo perfecto y lo eterno, sino que arrostra el encuentro de lo malo y de lo feo y hasta lo busca, ya que existen, para combatirlos y triunfar de ellos. No mira al cielo, pues sabe que no lo hay; examina la tierra que es realidad, y, en vez de tener las manos siempre juntas en el rezo que salva el alma, empuña los rudos instrumentos de trabajo, labora, lucha, suda, en su eterna batalla contra el suelo por transformarlo y embellecerlo, pensando que las fatigas del presente serán buenas obras para la humanidad del porvenir. Nuestra moral tiene callos en las manos. No son, como las de las monjas, blancas, suaves, con palidez de nácar, cruzadas en el pecho, mientras los ojos en alto buscan a Dios.”

jueves, 4 de octubre de 2007

En busca del carácter perdido




La educación es responsable de nuestra constitución intelectual y define una forma de ver el mundo. La pregunta es: ¿Vemos las cosas como son o las vemos como nos han enseñado a verlas?. Seguro que hay mucho de cierto en la segunda posibilidad y que, a largo plazo, las cosas irán siendo cada vez más según las vimos. Dicho de otro modo, el mundo en el que ahora nos movemos es el que nuestros antepasados desearon, soñaron, hicieron.

Algunos escritores cuestionan así nuestra interpretación del mundo en sus cimientos. Proust al principio de su novela “du cotê de chez Swann”, la primera parte de “A la recherche du temps perdu”, dice:

“Peut-être l’immobilité des choses autour de nous leur est-elle imposée par nôtre certitude que ce sont elles et non pas d’autres, par l’immobilité de notre pensée en face d’elles”

La inmovilidad de las cosas a nuestro alrededor puede que esté impuesta por nuestra certeza de que son ellas y no otras, por la inmovilidad de nuestro pensamiento frente a ellas. Nuestro punto de partida acerca de cómo debemos ver las cosas, acaba produciendo como resultado un mundo en el que las cosas son como quisimos un día verlas.
Un poco más adelante en el mismo texto, y continuando con la descripción de la infancia de su protagonista, escribe Proust:

“Certes, j’etais bien éveillé maintenant, mon corps avait viré une dernière fois et le bon ange de la certitude avait tout arreté autour de moi, m’avait couché sous mes couvertures, dans ma chambre, et avait mis approximativement à leur place dans l’obscurité ma commode, mon bureau, ma cheminée, la fenêtre sur la rue et les deux portes”
Ciertamente, estaba yo bien despierto, mi cuerpo había girado una última vez y el buen ángel de la certidumbre había parado todo a mi alrededor, me había acostado, en mi habitación, y aproximadamente había puesto en su lugar en la oscuridad mi cómoda, mi escritorio, la chimenea, la ventana sobre la calle y las dos puertas” )

El protagonista de este texto siente al despertarse como el buen ángel de la certidumbre había colocado todo a su alrededor para que tuviese un despertar sin disturbios. ¿Se equivoca?, o por el contrario, ¿ve la realidad de una manera preclara?. Pienso que no hay equivocación en el texto, sino que se describe una percepción del mundo original y diferente. Muchas veces es labor de la educación el hacer desaparecer las diferencias en percepción que son naturales y crear así un mundo homogéneo. El “bon ange de la certitude” que, según dice Proust, había organizado el mundo a su alrededor, existe, y, habitualmente, su función está desempeñada por los padres y los educadores. Pero, recientemente, la educación se ha basado en la Ciencia y, en definitiva, el mundo de hoy es homogéneo porque hemos decidido hacerlo así. El empeño de nuestros antepasados por entender el mundo y fijar la realidad, por legarnos un mundo estático y comprensible, ha resultado, por un lado en un mundo más asequible a los dictados de la razón y comprensible; pero,....... esto no podía haber ocurrido sin un coste en términos de inestabilidad e incomprensión. El mundo parece presentar una cierta resistencia a ser como lo deseábamos. La Ciencia puede también proponer maneras de contemplar el mundo, pero si aquellas son demasiado estrictas, la naturaleza se rebela.
Cuando nos empeñamos en ver la naturaleza de un modo determinado, esto marca, a su vez, nuestro comportamiento en relación con ella y la transforma. ¿Acaso no estamos realizando un esfuerzo por convertir realmente la naturaleza en nuestro modelo? La cuestión no es trivial porque resulta que los científicos, los académicos, los profesores, los lingüistas, los biólogos, no estamos simplemente interpretando el mundo sino que lo estamos creando, y nuestra creación será una u otra según cuál sea nuestra interpretación, ni más ni menos. Lo que decidamos que es el carácter, será el carácter. Lo que decidamos que son las especies, serán las especies.

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miércoles, 3 de octubre de 2007

Carácter y especie: Conceptos fundamentales.



Un aspecto de monumental importancia en la Ciencia, a la vez que sumamente curioso y a menudo ignorado, consiste en que, a diferencia de lo que piensa mucha gente, la Ciencia no se limita a analizar la realidad, sino que constantemente la crea, no sólo en sus aspectos físicos más evidentes (torres, puentes, autopistas,.......), sino en aquello que es más importante, que es nuestra propia representación del mundo.

Ocurre así que, por ver las cosas de una manera, como consecuencia de un efecto especial, o como por arte de magia, al cabo del tiempo, las cosas acaban siendo de esa manera. Dicho de otro modo, tenemos el mundo que nos hemos merecido; o, más precisamente, el que nos hicieron nuestros mayores. Por ejemplo, si vivimos en un mundo sin moral, es consecuencia de que un día así lo decidimos; si nosotros mismos nos encontramos sin carácter, es porque así lo quisimos.

La Ciencia moderna, aunque le cueste reconocerlo, es hija de la Filosofía, y en particular, le guste o no, de la Filosofía Medieval y de la Escolástica. Me consta todos los días que le cuesta reconocerlo y ya he mostrado por aquí algún ejemplo del escrito (best-seller) de un científico que intenta ironizar con San Agustín, mientras se muestra incapaz para discurrir como escolástico. La Física y la Biología están basadas en la Filosofía y el querer evitarlo ocultándolo, trae como consecuencia que, de repente, podemos habernos encontrado frente a conceptos que, por estar antiguamente enraizados, no los entendemos hoy, ni hablando en español ni en inglés, porque son conceptos, por lo menos griegos, de Aristóteles, y porque en su día, tenían más que ver con la substancia que con el accidente. Conceptos de raíz antigua, que surgieron cuando se creía que el mundo era de otra manera (substancia) a como es hoy (accidente). Conceptos fundamentales: Carácter y especie. Del segundo depende nuestra comprensión del mundo y de la evolución. Del primero, la comprensión de nosotros mismos y las generaciones futuras.


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viernes, 31 de agosto de 2007

En los límites de la Ciencia



Históricamente, las disciplinas de la Ciencia surgen para dar respuesta a preguntas de hondo calado. La Biología busca la respuesta a la pregunta ¿cómo están constituidos los seres vivos? (¿cómo funcionan?, ¿cómo evolucionan?,…..). La Genética intenta responder a la pregunta: ¿Cómo se heredan las características en los seres vivos?, que también incluye: ¿Cómo está determinado el ser humano por su herencia?.

En el siglo XIX no fue Mendel el único en plantearse estas misteriosas cuestiones en torno a la herencia. Por ejemplo, el filósofo Arthur Schopenhauer, en su libro “El mundo como voluntad y como representación”, incluye unas páginas sobre la herencia de los caracteres en el ser humano que pueden servir como jugoso, ilustrativo y divertido ejemplo de lo que no es una Teoría Científica; es decir, algo sobre lo que uno no puede experimentar, o sea, otro ejemplo decimonónico parecido a la Teoria de Evolución por Selección Natural. Y es que, lo que es Ciencia y lo que no lo es, debería estar hoy ya algo más claro de lo que estaba en el siglo XIX y también de lo que en realidad está.

Hace ya muchos años que Francis Bacon (1561-1626), Galileo (1564-1642), Descartes (1596-1650) y otros, sentaron las bases del Método Científico. Más tarde, Claude Bernard (1813-1878; en la imagen de arriba), dejó bien claramente establecido como debe ser la aproximación científica en Biología y en Medicina, con ejemplos notables de la aplicación del Método Científico en Fisiología entre sus propios experimentos.

Por si todo esto fuera poco, Karl Popper (1902-1994), en su libro “Conjeturas y Refutaciones: El crecimiento del conocimiento científico”, fué muy claro en la definición de una Teoría Científica. Una Teoría Científica debe ser refutable. Debe poner en juego elementos bien conocidos y definidos y establecer nuevas relaciones entre ellos de forma arriesgada, corregible, mutable, no permanente. Su objetivo es agudizar nuestro conocimiento del mundo, no permanecer eternamente. Debe poder ser verificada mediante la experimentación.
Por eso, en su texto, Popper discute acerca de la base científica de algunas teorías del Psicoanálisis. Sea cuales sean sus conclusiones, un caso psicoanalítico siempre presentará un límite ineludible a su aproximación científica: será irrepetible como lo es el ser humano. Por el mismo motivo, Popper se muestra crítico con la teoría evolutiva.

Se pueden hacer aproximaciones científicas al estudio de la evolución, pero serán siempre limitadas, porque la evolución no es algo con lo que experimentamos en el laboratorio sino que, nos guste o no, es única e irrepetible. Lo mismo ocurre con el carácter. Aunque nuestros experimentos emulen las condiciones posibles de la evolución en el pasado, el límite es ineludible. Si bien es cierto que muchas observaciones de casos clínicos pueden indicar tendencias, la experimentación es limitada.

El estudio del carácter y el de la evolución muestran los límites de la Ciencia. Reconocerlo y precisar en qué consisten estos límites es una manera poco frecuente pero útil, de contribuir al avance del conocimiento.



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miércoles, 11 de julio de 2007

Reflexiones para un cambio (III): Un limón del siglo XVII todavía por exprimir.



La “Historia serpenta et draconi” de Aldrovandi se publicó en la primera mitad del siglo XVII. Unas décadas después, en 1657, se publica la "Historia naturalis de quadripedidus" de Jonston. En su obra “Les mots et les choses”, Michel Foucault compara ambas obras y nos cuenta cómo el avance entre ambas consistió en eliminar, en la segunda, elementos de la primera. La obra de Jonston inaugura la época del rigor científico excluyendo aspectos que consideraba la de Aldrovandi, no sólo aquellos de la fábula y la mitología, sino también algunos propios de la vida de los animales, fruto de complejas interacciones que la ciencia, en su búsqueda de la objetividad, y la consiguiente definición de los objetos, como entidades libres del ruido del mundo, ha descartado.

Dice Foucault:

"La Historia Natural encuentra su lugar en esta distancia, ahora abierta, entre las cosas y las palabras —distancia silenciosa, carente de toda sedimentación verbal y, sin embargo, articulada según los elementos de la representación, justo aquellos que podrán ser nombrados con pleno derecho. Las cosas llegan hasta las riberas del discurso porque aparecen en el hueco de la representación. "

El hueco de la representación es, ni más ni menos que el que queda entre la realidad y la Ciencia. A mi entender, hay un responsable de abrir esa brecha. La responsabilidad de esa distancia entre las palabras y las cosas recae en el empeño por la búsqueda de objetividad. El tratar a los seres complejos inseparablemente unidos entre sí e integrados en el mundo como lo que no son, es decir, como meros objetos.

¿Consistirá la tarea de la Nueva Biología en acortar la distancia entre las palabras y las cosas de la que nos habla Foucault?. ¿Habrá que incluir para ello en la consideración de la Naturaleza elementos de la fábula y la mitología?, o,… ¿tal vez será suficiente con reconocer la complejidad, fijar la meta en su descripción y estudio e incluir debidamente las relaciones particulares y sorprendentes que tienen lugar entre los seres vivos?. El limón de Aldrovandi se libró de la furia de la objetividad y por eso ofrece el brillo propio de la vida. No tiene nada que ver con una fotografía y espera ser exprimido.




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martes, 26 de junio de 2007

Esquemas mentales




Dedicado a Elena Becker-Barroso por su conversación

El que uno sea más reflexivo o impulsivo, primario o secundario, realista o idealista; el que uno prefiera los caminos o las fondas; todo ello tiene que ver con lo que llamamos “esquemas mentales”.

Los esquemas mentales de cada cual son, en buena parte, producto de la educación y, por tanto, compartidos por una sociedad en su época, por una generación.

El desarrollo del Método Científico, por ejemplo, es una característica de la Historia a partir de la Edad Moderna. A partir del siglo XVII, un motivo constante en los esquemas intelectuales y en la educación, es la búsqueda de la objetividad. Desde Francis Bacon, Galileo y Descartes, la Ciencia ha buscado un discurso objetivo, excluyendo o relegando a un segundo plano elementos subjetivos, tales como creencias, emociones o relaciones particulares entre objetos que, aun siendo parte esencial en la constitución del mundo, por ser complejos y variables, dificultan su análisis.

La búsqueda de la objetividad, tarea necesaria y constante en la Ciencia, es difícil por varios motivos.

Primero, porque, por extraño que suene, el conocimiento se edifica sobre la creencia. Para ilustrar esta afirmación, que me ha proporcionado ya alguna que otra dificultad, tomo prestada una cita de Ortega y Gasset. En su Nota de Presentación de la edición que tengo delante de su obra “En torno a Galileo”dice:

Al descender por debajo del conocimiento mismo, por tanto, de la ciencia como hecho genérico y descubrir la función vital que la inspira y moviliza, nos encontramos con que no es sino una forma especial de otra función más decisiva y básica-la creencia.

Segundo, por la especialización. Especialización implica, nos guste o no, pérdida de objetividad. Sólo haremos una Biología objetiva cuando consideremos debidamente la Historia.

No he sido el primero ni seré el último en advertir la importancia de un debido análisis histórico. Entre otros, un artículo en el New York Times de hoy anuncia el cambio de paradigma.

http://www.nytimes.com/2007/06/26/science/26essay.html?pagewanted=1&_r=1&ref=science




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