En los límites de la Ciencia
En el siglo XIX no fue Mendel el único en plantearse estas misteriosas cuestiones en torno a la herencia. Por ejemplo, el filósofo Arthur Schopenhauer, en su libro “El mundo como voluntad y como representación”, incluye unas páginas sobre la herencia de los caracteres en el ser humano que pueden servir como jugoso, ilustrativo y divertido ejemplo de lo que no es una Teoría Científica; es decir, algo sobre lo que uno no puede experimentar, o sea, otro ejemplo decimonónico parecido a la Teoria de Evolución por Selección Natural. Y es que, lo que es Ciencia y lo que no lo es, debería estar hoy ya algo más claro de lo que estaba en el siglo XIX y también de lo que en realidad está.
Hace ya muchos años que Francis Bacon (1561-1626), Galileo (1564-1642), Descartes (1596-1650) y otros, sentaron las bases del Método Científico. Más tarde, Claude Bernard (1813-1878; en la imagen de arriba), dejó bien claramente establecido como debe ser la aproximación científica en Biología y en Medicina, con ejemplos notables de la aplicación del Método Científico en Fisiología entre sus propios experimentos.
Por si todo esto fuera poco, Karl Popper (1902-1994), en su libro “Conjeturas y Refutaciones: El crecimiento del conocimiento científico”, fué muy claro en la definición de una Teoría Científica. Una Teoría Científica debe ser refutable. Debe poner en juego elementos bien conocidos y definidos y establecer nuevas relaciones entre ellos de forma arriesgada, corregible, mutable, no permanente. Su objetivo es agudizar nuestro conocimiento del mundo, no permanecer eternamente. Debe poder ser verificada mediante la experimentación.
Se pueden hacer aproximaciones científicas al estudio de la evolución, pero serán siempre limitadas, porque la evolución no es algo con lo que experimentamos en el laboratorio sino que, nos guste o no, es única e irrepetible. Lo mismo ocurre con el carácter. Aunque nuestros experimentos emulen las condiciones posibles de la evolución en el pasado, el límite es ineludible. Si bien es cierto que muchas observaciones de casos clínicos pueden indicar tendencias, la experimentación es limitada.
El estudio del carácter y el de la evolución muestran los límites de la Ciencia. Reconocerlo y precisar en qué consisten estos límites es una manera poco frecuente pero útil, de contribuir al avance del conocimiento.