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lunes, 8 de junio de 2009

El creacionismo, invento darwinista





El asunto que concierne a la filosofía es el de preservar el poder de las palabras más elementales a través de las cuales el ser humano se expresa


Martin Heidegger (en la imagen)



Si afirmo que el Creacionismo es un invento darwinista muchos van a decir que estoy loco o que la afirmación es producto de mi confusión mental. Pero antes, sigan leyendo porque precisamente se trata de no caer en confusiones mentales.


Para empezar, no estoy diciendo que la fe o la religión sean inventos darwinistas. Nada de eso. Por el contrario, identificar el tener fe (en el sentido de ser creyente o profesar alguna religión) con ser creacionista es un error grave, un disparate, si bien por otra parte muy promovido desde terrenos de debate intelectuales, académicos y enciclopédicos.

El creacionismo no se relaciona tanto con tener fe como con proponer que opiniones religiosas pueden en algún momento enfrentarse con puntos de vista científicos. Propuesta ésta que no parte de ninguna creencia religiosa sino que, yendo mucho más allá de todas ellas, ha sido tradicionalmente fomentada desde círculos académicos en particular del entorno darwinista, desde su mismo epicentro fundacional, los escritos de Charles Darwin.


Ya he presentado evidencia indicando que la difusión de algunos aspectos importantes del diseño inteligente se hace desde perspectivas darwinistas y también de que la razón de ser del darwinismo no es otra que establecerse como fe única desplazando a toda la religión. También mencioné que Darwin era fundador del creacionismo, tendencia que alimentaba en beneficio propio.

Presento aquí datos que apoyan la hipótesis de que el creacionismo es un invento darwinista con la intención de someterlos a una crítica abierta. Advierto a los participantes que sean prudentes a la hora de escribir sus comentarios, pues la experiencia indica que argumentos que, en su día, fueron utilizados para oponerse a esta hipótesis, podrían después llegar a ser, por curiosos giros de la vida, los más útiles a la hora de defenderla.


La hipótesis parte de la base de que los sistemas sociales, económicos o culturales dominantes, siempre han utilizado el lenguaje a su favor como herramienta de dominio. Esto fue ilustrado en una entrada con varios ejemplos, pero el que más nos concierne ahora es el que indicaba que conocidos darwinistas habían participado en la redacción del término Creacionismo en Wikipedia. Dicha redacción es un bodrio, su lectura levanta dolor de cabeza y de ella se deduce que el término es inventado y no se ajusta a ninguna realidad digna de ser definida. Lo mismo ocurre con la definición de la RAE. La Academia introduce un término inútil, que no se ajusta a ninguna realidad. Alguien sabrá a qué intereses puede obedecer este modo de obrar, pero en todo caso, no son ni los de la ciencia ni la utilidad del lenguaje. Esta es su definición:



Doctrina que, en contraposición a la teoría de la evolución, defiende que cada una de las especies es el resultado de un acto particular de creación.



Así de mal puede llegar a expresarse a veces la RAE, ¡Como si a una teoría científica pudiese cada cual mandarla callar mediante doctrina impuesta!

Pues no, señores redactores y correctores de la RAE. Se equivocan ustedes, porque la teoría científica y la doctrina impuesta habitan, cada una de ellas en su propio universo y nunca se encuentran.

Grave error éste de la RAE, puesto que no hay manera de contraponer una doctrina a una teoría. ¿Dónde se encontraban los asesores científicos de la Academia el día en que se redactó esta imperdonable entrada?



Siguiendo una línea de razonamiento detectivesca basada en datos estadísticos que indican que es frecuente encontrar entre los principales sospechosos de un crimen a los beneficiarios del mismo, es lícito preguntar: ¿Quién es beneficiario principal del uso y extensión de la palabreja Creacionismo? La respuesta surge inmediata: El darwinismo.

Al inventarse un enemigo numeroso, bien disciplinado y sin argumentos científicos, los verdaderos enemigos, científicos bien preparados, se esfuman. Sus únicos oponentes visibles carecen de criterio científico.

Mediante el desarrollo de un hipotético pensamiento basado en modelos “creacionistas” y, por tanto a-científicos, el darwinismo navega libre en el mar de la ciencia que ha quedado plenamente a su disposición. En la bodega de su trasatlántico viaja secuestrada la biología.

Esto, como decía al principio no es nuevo.
Que yo sepa, el propio Darwin fue el primero si no en utilizar la palabreja Creacionista, si en introducirla y darle la bienvenida en el entorno académico. En cartas a sus amigos Huxley y Lyell, decía:



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CHARLES DARWIN TO T.H. HUXLEY.



Ilkley,
November 25th [1859].



My dear Huxley,


Your letter
has been forwarded to me from Down. Like a good Catholic who has received extreme unction, I can now sing "nunc dimittis." I should have been more than contented with one quarter of what you have said.

Exactly fifteen months ago, when I put pen to paper for this volume, I had awful
misgivings; and thought perhaps I had deluded myself, like so many have done,
and I then fixed in my mind three judges, on whose decision I determined
mentally to abide. The judges were
Lyell, Hooker, and yourself.

It was this which made me so excessively anxious for your verdict. I am now contented, and can sing my nunc dimittis. What a joke it would be if I pat you on the back when you attack some immovable creationist!




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CHARLES DARWIN TO C. LYELL.


15 Marine
Parade, Eastbourne,


October 8th
[1860].


My dear Lyell,

I send the [English] translation of Bronn (A MS. translation of Bronn's chapter of objections at the end of his German translation of the 'Origin of Species.'), the first part of the chapter with generalities and praise is not translated. There are some good hits. He makes an apparently, and in part truly, telling case against me, says that I cannot explain why one rat has a longer tail and another longer ears, etc. But he seems to muddle in assuming that these parts did not all vary together, or one part so insensibly before the other, as to be in fact contemporaneous. I might ask the creationist whether he thinks these differences in the two rats of any use, or as standing in some relation from laws of growth; and if he admits this, selection might come into
play. He who thinks that God created animals unlike for mere sport or variety, as man fashions his clothes, will not admit any force in my argumentum ad hominem.


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Como queriendo marcar una clara diferencia entre si mismo y ese “immobable creationist” del primero o “creationist” del segundo. Pero él mismo, en El Origen del hombre” había escrito:



The question is of course wholly distinct from that higher one, whether there exists a Creator and Ruler of the universe; and this has been answered in the affirmative by some of the highest intellects that have ever existed



Y al final de su obra magna:

Hay grandeza en esta concepción de que la vida, con sus diferentes facultades, fue originalmente alentada por el creador en unas cuantas formas o en una sola, y que, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se están desarrollando, a partir de un comienzo tan sencillo, infinidad de formas cada vez más bellas y maravillosas.

Y es que puede que la disputa entre evolucionismo y creacionismo sea una construcción artificial elaborada y mantenida por los darwinistas desde los tiempos y el entorno del propio Darwin.


Si creacionismo significa presentar argumentos religiosos para rebatir tesis científicas, esto no puede tener ningún futuro a no ser que los científicos admitan tal discurso erróneo.


Finalmente si creacionismo significa aportar datos que revelan la existencia de mecanismos complejos en la naturaleza que el darwinismo no explica, entonces esto no es creacionismo sino pura ciencia, pero seguro que hay quien espera poder incorporar un día dichos datos bajo la hipótesis darwinista. Mientras tanto, conviene etiquetarlos como “creacionismo”.


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martes, 3 de marzo de 2009

Darwinismo metafísico: frase en caida libre



Con la celebración del centenario de Darwin, los darwinistas están que tiran la casa por la ventana. En los domingos de ABC, de anteayer, 1 de Marzo, Ayala se expresaba así:

La Teoría de Evolución por Selección Natural de Darwin proporcionó los teólogos el "eslabón perdido"en la explicación del mal en el mundo.

Una frase muy complicada y resbaladiza porque, partiendo de suposiciones complejas, emplea juegos de palabras arriesgados. Al menos dos suposiciones metafísicas: Primera, que el mal en el mundo tenga una explicación y segunda, que esta interese a los teólogos. Luego, un juego de palabras de alto riesgo, asociando el giro "el eslabón perdido" con la palabra teólogos, como si algún teólogo hubiese querido en algún momento buscar eslabones perdidos (¿puede ser una alusión oculta a Tehilard de Chardin?), o como si la explicación del mal en el mundo fuese cuestión de eslabones perdidos.

Finalmente, tanto Ayala como la periodista (Pilar Quijada), se olvidan de auscultar el aspecto central de La Teoría de Evolución por Selección Natural de Darwin. Es decir, a parte de esas grandes aportaciones contenidas a presión en una frase que nadie se toma la molestia de explicar, ....¿proporcionó dicha teoría lo que debía haber proporcionado, es decir una explicación de la especiación? Diríase que no.


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miércoles, 19 de noviembre de 2008

Cuentos ultradarwinistas



Comentario del libro:

El cuento del antepasado. Un viaje a los albores de la evolución. Dawkins, Richard. Antoni Bosch Editor. Barcelona, 2008. 880 páginas.






Richard Dawkins, zoólogo evolutivo y escritor prolífico, nos tiene acostumbrados a un estilo arrogante en libros de marcado carácter darwinista. En alguna página de éste que aquí comentaré, indica que alguien le ha llamado ultradarwinista y que el adjetivo, lejos de molestarle, le complace. La saga continúa aquí con paso firme.

"El cuento del antepasado" presenta un viaje lúdico hacia atrás en el tiempo mediante el cual, a través de capítulos sucesivos ilustrados con varios "cuentos menores" nos vamos encontrando con nuestros probables antepasados en la Escala Naturae. Desde el principio, en un capítulo titulado "La vanidad retrospectiva", el autor deja firmemente asentados sus fundamentos de partida. En primer lugar y para no variar, el darwinismo. Ya en la primera página de este capítulo dice:

La evolución rima, las pautas se repiten, y esto no ocurre por casualidad, sino por razones perfectamente comprensibles y en su mayor parte darvinianas, pues la biología, al contrario que la historia o que la física, cuenta ya con su gran teoría unificada, aceptada por todos los profesionales informados,...

Insulta así a quienes vemos claramente que la biología carece de una gran teoría unificada (¿querrá decir unificadora?). Pero no se molesta en explicar cuál es esa panacea. ¿Para qué, si todo el mundo lo sabe? Dawkins se refiere a la Teoría Darwinista de Evolución por Selección Natural (llamaré SN, ver más adelante su párrafo tomado de la p 233), pero la SN no explica ni unifica nada en biología. Si así fuese, el autor dedicaría algún párrafo cuidadoso y detallado a su descripción y a su demostración, porque las teorías hay que demostrarlas. No sólo no lo hace, sino que emplea a menudo el adjetivo darwiniano aplicado a giros, argumentos y razones, sin indicar su significado. Si por razones darwinianas hemos de entender la SN, el autor debería haberlo dicho así de claro explicando desde un principio en qué consiste en lugar de soltar letanías dirigidas a la tan omnipotente (literalmente en la p 599), oportunista (p 299), capaz de ordenar (p 107), fuerte para llevar a los genes por buen camino (195) en definitiva, omnipresente SN cuya actuación el autor no sabe explicar:

De realizar la modificación se encargó, hace miles de años, la selección natural, aunque exactamente no se de que modo logró producir la tolerancia a la lactosa en individuos adultos (p 62)

No obstante, se permite decir

Ahora que la ciencia ya no tiene que convencer a nadie de que la selección natural es verdadera y la teoría se halla plenamente consolidada... (p 233):

Para defender su dogma (SN), combate con fantasmas porque nadie discute si la SN es verdadera o no, que no nos importa. Lo que discutimos es su validez como teoría científica, porque la ciencia no se alimenta de verdades absolutas sino de teorías que puedan ser sometidas a experimentación y contrastadas, antes de ser aceptadas (si son demostradas) o rechazadas (en caso contrario). En este y otros sentidos, el libro es prueba de una gran confusión mental que se manifiesta, por ejemplo, cuando se refiere a darwinismo cósmico o en frases como estas:

Lógicamente nosotros que reflexionamos sobre estas cuestiones, hemos de encontrarnos en uno de esos universos, por raros que sean, cuyas leyes y constantes sean capaz de generarnos (p 24)

Desde el punto de vista evolutivo, lo lógico es que exista una gama continua de estadios intermedios (p 102)

Todos los estadios intermedios formarán un continuo gradual dentro del cual cada generación habrá podido procrear con su padre o su hijo del sexo opuesto (p 419)

Con el paso del tiempo evolutivo, la carrera armamentística progresa (p 789)

A lo largo de casi setecientas páginas, se describe un viaje hacia atrás en el tiempo en el que, mediante treinta y nueve encuentros consecutivos que comienzan en el que tiene lugar entre homínidos y chimpancés y terminan en las eubacterias, se recorre la historia evolutiva. Para ello, el prólogo general explica los argumentos de que se dispone para investigar el pasado. Aunque indica tres argumentos, en realidad son dos (el primero basado en los fósiles, el segundo en comparaciones de secuencias de DNA). Por los fósiles, el autor no siente demasiado respeto (Los fósiles son un extra; un extra muy de agradecer, por supuesto, pero no imprescindible, dice en la p 36). Tampoco resuelve un viejo argumento que el mismo indica como circular (p 38): La roca devoniana se reconoce porque tiene los fósiles devonianos.

En cuanto a la comparación de secuencias de DNA, reconoce (p124) que no se le dan muy bien las matemáticas y se toma muy poca molestia en explicar los fundamentos para la construcción de los árboles filogenéticos que son la clave del libro. Hasta la página 597 no dice: ha llegado el momento de explicarla detalladamente. Se refiere a la técnica del reloj molecular, pero tampoco entonces la explica, ni en general; ni en particular, para cada encuentro. Quizás porque alguien debe haberle hecho ver el fracaso del libro en este sentido, en un apéndice (pp 809-816), Yan Wong que es coautor de algunos capítulos, escribe unas breves notas a las filogenias que aún así siguen inexplicadas, porque decir que una filogenia se ha obtenido a partir de estudios, datos o diagramas moleculares e indicar la respectiva referencia original es insuficiente.

Las comparaciones de secuencias aportan datos acerca de la divergencia de las moléculas de DNA en el tiempo (reloj molecular), pero si su aplicación no está libre de controversia (p 438), el salto arbitrario de una hipotética escala temporal al número de generaciones que se hace en los sucesivos encuentros no solamente es incierto, sino que conduce a un grave error: El de pensar que el DNA solo se transmite mediante la generación (reproducción). El libro ignora completamente toda posible transferencia horizontal de DNA (entre distintas especies), algo que no solamente está más que demostrado en la actualidad, sino que se utiliza en múltiples protocolos en biotecnología. Los relojes moleculares, dice en la p 606, son eficaces si están calibrados con fósiles, pero eso trae problemas porque el calibrado adecuado requeriría la verificación con DNA extraído del fósil, lo cual es más que excepcional, ultra-excepcional.

Con las bases sentadas de manera tan vulnerable, comienza la peregrinación, guiada por un líder que sostiene, no obstante con mano firme, el báculo de su autoridad, propia del autor consagrado. La genealogía de la especie humana se expresa en una serie de árboles filogenéticos en los que no cree ni el propio autor (p 250: la historia aparentemente clara y metódica de los contepasados, los puntos de encuentro y los peregrinos se nos van sumando en realidad es objeto de encendidos debates y sufre modificaciones cada vez que se lleva a cabo una nueva investigación).

Porque: ¿cuáles y cuántos son realmente los ejemplares representativos de cada especie, de cada nombre? ¿Qué define a un Orrorin o sirve para identificar a una Lucy (p 144)?. No estoy en absoluto de acuerdo cuando dice: Podemos dejar de lado el tema de los nombres (p 119). El tema de los nombres es fundamental y no podemos dejarlo de lado porque en cada momento debemos saber qué significa cada nombre. ¿Qué sabemos, por ejemplo, de Homo rudolfensis? ¿O, es que, acaso se están poniendo nombres a objetos que se van encontrando por el campo con motivos publicitarios o simplemente por satisfacer el ego de sus descubridores?

Cualquiera que haya comenzado a realizar su árbol genealógico familiar se habrá dado cuenta de dos cosas: Primera, lo difícil que es avanzar a partir de un momento dado (normalmente la cuarta o la quinta generación) y segunda (y más importante), que las sorpresas aparecen en mayor grado cuanto más difícil es el avance. En el estudio de la evolución el avance es también muy lento y difícil como habrá notado quien haya leído algo de paleontología clásica, algo anterior a este boom darwinista que permite, por lo que se ve, un avance no rápido sino supersónico. Cuando en el tercer encuentro, en el capítulo dedicado a los orangutanes se nos indica que vamos por nuestro tatarabuelo número 650000 uno no puede disimular una sonrisa. En capítulos sucesivos, este tipo de información sobra.

Afortunadamente, de las casi novecientas páginas del libro, pocas se dedican a justificar la vieja hipótesis del gen egoísta. Estas y algunas otras se pueden pasar por alto. Recomendaría borrar el contenido de las páginas 80 y 81. Si alguien pretende entenderlas, la jaqueca está garantizada.

El libro falla por la arrogancia de su autor. Si la supuesta teoría unificadora, la SN, no aporta nada en biología, su visión dogmática de la evolución hace un flaco favor a la percepción de la ciencia. ¿Qué nos queda entonces? Lo de siempre: el rancio poso del darwinismo, lacra y rémora de la biología actual intentando imponer su vía única de pensamiento basada en la tautología de la SN. La autopista supersónica en la que la se intenta que todos viajemos con la imaginación y el rigor científico encerrados en el maletero del dogma antiguo y arrogante. Pero, como dice Andrés Rábago, "El Roto" en una de sus viñetas: si todos vamos en una dirección, entonces,.........¿cómo sabremos que no hay otra?

http://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/resenas/ensayos/resena.asp?id=332


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lunes, 3 de noviembre de 2008

El diseño inteligente (ID), producto de la ingeniería social (I, Ingsoc) del darwinismo (D)









Acabo de leer el libro titulado “Dissent over descent”, que podría traducir al español como “disidencia sobre la ascendencia”. Su autor, Steve Fuller, profesor de sociología en la Universidad de Warwick, autor de varios libros de Filosofía de la ciencia, fue testigo en el caso Kitzmiller vs. Dover Area School District (2005), un juicio que se ocupó de la enseñanza del Diseño Inteligente (ID) en las clases de ciencia en USA.
Fuller, que no es biólogo ni está particularmente bien documentado en algunos temas de biología, sigue la moda del momento e identifica en repetidas ocasiones a Darwin con la Teoría de la Evolución. Es decir, pretende hacer pasar a la Teoria de Evolución de las Especies por Selección Natural (darwinismo), por la única y verdadera Teoría de la Evolución, y esto es un grave error. Por mucho que, además de Fuller, Gould, Dawkins y toda la plana mayor del darwinismo se empeñe, sigue siendo un grave error. Aunque si, además de empeñarse todos ellos, el empeño alcanza también a sus críticos, es entonces cuando ya, casi sin lugar para más dudas, podemos afirmar que estamos perdidos. Cuestión ésta que ya he tratado en un artículo y que procuraré abordar después de escribir dos párrafos pero que, de momento, queda pendiente aquí expresada de este modo: ¿Estaremos ya perdidos sin remedio?
Parece que sí, ya que ninguno de los críticos del libro de Fuller se ha dado cuenta de su error catastrófico. Y digo parece porque supongo que, tal vez, hayan disimulado, o no hayan querido darse cuenta con el fin de mantenerse a salvo, porque criticar hoy a Darwin puede ser nefasto tanto para una carrera científica, de crítica editorial como literaria. Así Steven Rose, en su comentario del libro, publicado en The Lancet (vol 372, 9637, 437-438), pasa por alto (o elude) este importante fallo y en el mismo error cae AC Grailing quien escribe su crítica desde un medio pomposamente denominado New Humanist: the Magazine of free thinkers.
Si los darwinistas insisten tenazmente en mantener como verdad única su falsedad fundamental consistente en identificar a la Teoría de la Evolución con el darwinismo (selección natural) y sus críticos (?) apoyan esta comedia, ¿Adónde irán entonces a parar la apertura de miras y la objetividad que fundamentan la ciencia? ¿A dónde la ciencia así des-fundamentada?
A ambas, a la señora objetividad y su todavía joven hija, la ciencia, se las llevará el viento y entonces tendremos que gritar, ….¡adiós Madrid, que se queda sin gente! O,........... ¿es que acaso puede haber alguna solución? Aparte de deprimirse y llorar ante el panorama de la biología secuestrada por el darwinismo, una solución consiste en consolarse con Galileo, a quien se atribuye la frase que dice: “en cuestiones de Ciencia la autoridad de mil no vale lo que el humilde razonamiento de un solo individuo”.
Vamos, pues, adelante, con este consuelo galileano y, desde la soledad, a comentar el libro de Fuller.
La Teoria de Evolución de las Especies por Selección Natural es tautológica e indemostrable y por lo tanto no es una teoría científica. Si yo contestase a quien me pregunta: ¿Cómo han evolucionado las especies?, que las especies han evolucionado por selección natural, entonces quien me pregunta lícitamente podría quejarse de la falta de rigor científico en mi respuesta. No me cansaré de repetirlo y explicarlo. Las mejores definiciones de selección natural hacen reír al más pintado. Si se habla de Teoría de la Evolución, se está empleando el término Teoría en su sentido más amplio, significando conjunto de conocimientos en general (en este caso, acerca de la evolución) porque es ridículo pensar que una Teoría (en sentido restringido, como algo que se puede comprobar experimentalmente y refutable) puede explicar la transformación de las especies.
Si es ridículo pensar que una teoría pueda proporcionar la explicación de todos los cambios en las formas de la vida sobre la tierra, mucho más lo es pensar que todo se explica mediante la “selección natural”. Esto debería saberlo Steve Fuller. Pero no, el docto “maverick supporter of ID” y “social constructionist” (como le llama Steven Rose en su comentario publicado en The Lancet), no lo sabe. Rose tampoco. Pero entonces,…..¡Un momento!. ¿No lo saben, o,…. No será que no quieren saberlo?, porque si tiene razón Rose, y Fuller es realmente un social constructionist, un ingeniero social, a lo mejor lo que ocurre es que Fuller está construyendo la teoría del ID, o colaborando en su construcción. Si así fuese, y Fuller estuviera obrando como “construccionista” o “ingeniero social”, esto significaría que hay un objetivo social en la obra de Fuller. ¿Cuál sería dicho objetivo? ¿Para qué podría Fuller estar jugando ese doble juego tan evidente de alabar a Darwin y defender el ID? Pues hay una respuesta bien clara que aquí propongo: para respaldo y defensa del darwinismo. Lo indiqué en otra entrada: Creando enemigos ficticios, los darwinistas descansan del acecho de preguntas indiscretas (la biología contiene cuestiones demasiado insidiosas para el darwinismo, por eso la necesidad de secuestrarla) y así se mantienen fuertes con la única preocupación de controlar el mundo editorial.
Si así fuese, iríamos, poco a poco, acumulando pruebas a favor de que el creacionismo en general, y el ID en particular son construcciones de la ingeniería social de mentes darwinistas (el Partido de Orwell). Es un hecho de sobra comprobado que, en general, la realidad imita a la ficción y ya hemos dado algún ejemplo de cómo, la actualidad, imita a la novela 1984 (en ella, Orwell utiliza el término Ingsoc como acrónimo de Socialismo Inglés pero aquí me parece más adecuado usarlo como Ingeniería Social). Que nadie venga, por favor, con que el creacionismo es tan antiguo como las religiones. NO! Una cosa es creer y otra proponer, desde un punto de vista interno a la ciencia, que la fe se opone al estudio de la evolución. Muchos científicos de todas las épocas tuvieron fe y desde sus puntos de vista contribuyeron al avance de la Ciencia. En el estudio de la transformación de las especies no tiene porque ocurrir lo contrario. El creacionismo no existe, no tiene fundamento ninguno y sólo es una palabreja fruto de la Ingsoc del Partido darwinista.
Hecha esta anotación y antes de entrar en harina, hay otra curiosidad que quisiera comentar. En el índice del libro comentado (p 263) no aparece la palabra Darwin. ¿Por qué será? Es bien sencillo, las palabras Darwin, darwinism y neodarwinism aparecen un total de 305 (trescientas cinco) veces en el texto. Si tuviese que aparecer en el índice un autor (Darwin) que ha sido citado tantas veces, ocuparía toda una página o más y el resultado sería escandaloso. Ver por ejemplo la imagen para una muestra y ya me dirán si semejante estructura literaria puede o no puede responder a un discurso coherente o si su composición no tiene toda la pinta de ser un producto de diseño editorial (esta vez poco inteligente), de Ingsoc.









Un texto así escrito, es decir a base de citar a Darwin como prócer único de la evolución cientos de veces y luego rellenar los escasos huecos que queden en el papel con textos de contenido variado, tiene la ventaja de que en estos tiempos se publica bien, porque tanto las editoriales como sus propietarios son darwinistas. Creen firmemente en la importancia vital de la competición y de la selección natural, esas fuerzas naturales, siempre misteriosas y a-científicas que les han llevado hasta donde se encuentran, es decir, en todo lo alto y les interesa fomentarlas. Pero este tipo de texto tiene, por otro lado, el inconveniente de que se lee mal. La selección natural encierra estas paradojas y es que si uno se centra en competir no se da cuenta de que el que compite peor puede ser mejor observador.
Así, Fuller que puede ser un buen competidor para publicar bien y vender muchas copias de su libro, paradójicamente no se toma la molestia de explicar claramente en qué consiste la idea de diseño. Cuando lo hace, es de aquella manera, por ejemplo (p 176):
In biology, the design standpoint is captured by the idea of the “selection environment”, which is neither so rigidly nor so quantitatively defined as “frame of reference” in physics. Biologists assume that there is ultimately one selection environment –the one that has actually operated on Earth-but that its carácter is established only once certain organisms, organs or cells are observed (or inferred from the historical record) to have been selected. How then, might one characterise this selection environment?
Mención triple de selection environment, ¿Les suena? Pues sigan leyendo más adelante (p 177):
Here Darwin’s view that natural selection ultimately trumps all efforts at artificial selection rules supreme.
Mmmmmm! Vaya, vaya, con el ID y su “maverick” supporter, como le llama Steven Rose, si todo esto suena al más puro darwinismo…
El autor está más a gusto cuando habla de Filosofía que cuando se refiere a la biología. Acierta cuando explica en distintas ocasiones que la ciencia tiene un fondo filosófico. Así cuando dice (p 124):
The task of explaining natural phenomena involves much more than explaining a series of isolated evens in the World, each individually. It also involves explaining how tose events manage to hang togheter to constitute a coherent World order
Pero yerra al pensar que ID será todo aquello que no sea producto del azar y la necesidad (p 121). La realidad es más sencilla que todo eso: ID será todo aquello que sea diseñado y si no hay diseñador, no hay diseño. Para un colectivo de lectores adultos e independientes, no cabe el absurdo que Ayala mencionaba en su artículo apologético del darwinismo en PNAS el año pasado: Diseño sin diseñador.
Lo que define el ID ha de ser necesariamente la presencia de un diseñador que, como principio inspirador puede valer perfectamente, pero permanecerá imposible de probar. Las diferentes formas de la vida y sus cambios pueden perfectamente explicarse desde perspectivas religiosas, menos religiosas o ateas, cada cual será libre de elegir. Pero en ciencia, la discusión debe centrarse en aspectos de la ciencia, no de sus fundamentos filosóficos o de la inspiración metafísica de cada uno. Tales fundamentos han de permanecer abiertos y dispuestos para su libre discusión, pero en foros diferentes del puramente científico. Lo que sea el azar y la necesidad habrá que discutirlo en algún otro lugar, pero no por descubrir leyes significa que hay diseño. Para que haya diseño no basta con leyes, ha de haber un diseñador.
El libro contiene múltiples ejemplos de darwinismo (¿será cripto-darwinismo?) entre algunas otras lindezas.. Veamos algunos ejemplos:
Linnaeus was a special creationist (falso, creacionismo no podía concebirse en la época de Linneo y es una palabreja absurda y sin significado ahora, mucho menos antes). (p 62)
Impolitic though it may be to admit, to view science as an endeavour whose value surpasses that of other secular activities makes sense only if there is an overall design to nature that we are specially well equipped to fathom, even though most of it has little bearing on our day-to-day animal survival. (p 70)
Mendel shared this interest in the rationalisation of nature. It accorded well with the bold Augustinian reading of Genesis, in which the impedments posed by unruly matter force God to execute the creation in stages over six days (p 84)
Darwin elaborated for many kinds of plants and animals the specific terms under which the struggle for survival occurred in nature. Natural selection did not appear as in Spencer’s promiscuously proliferating analogies, the precursor of Daniel Dennet’s crude and bloated “panselectionism”- but as subtly emergent feature of nature that merited further empirical study. It was in this spirit that John D. Rockefeller invested millions of dollars in social and biological research; in the hope that humanity’s adaptive capacity might be at least marginally improved over the odds on offer in nature. (p 92)

Pero tiene también frases muy acertadas y así el capítulo titulado “Is there a middle ground between creation and evolution?” podría ser el más inspirado:
The ground rules of science are always being renegotiated (p110)

Ayala appears to be under the misapprehension that Darwin clarified, rather than obscured, the nature of life (116)
Darwinian evolution’s capacity for obscuring the nature of life is epitomised by Ayala’s subtitle “Design without designer” (118)

En definitiva, la lectura del libro y de sus críticas posteriores, viene a apoyar la hipótesis surgida en este blog señalando que, tanto el ID como el creacionismo son productos estratégicos del darwinismo para mantener en pie su planteamiento científico, el más erróneo de toda la historia que tiene secuestrada desde hace décadas a la biología y que consiste en la torpe idea de que la competición es base y fundamento de la vida.
Estaré encantado de discutirla

martes, 7 de octubre de 2008

Darwinismo robótico







Cada vez cuesta más esfuerzo a los misioneros de la religión darwinista extenderla por el mundo.


Por eso, la lucha por la supervivencia y la competición se imponen todavía como único criterio de fondo en algunos medios científicos y sobre todo de divulgación de la ciencia, que comienzan a actuar como verdaderos mártires en inútiles ejemplos de auto-sacrificio al servicio de su religión.


El mundo editorial, que está en manos de editores darwinistas, nos ofrece cada día ejemplos más escandalosos. Ya he indicado alguno y hoy aporto otro procedente de la revista salmantina Tribuna de la Ciencia. En la lista de contenidos del ejemplar correspondiente a Octubre de 2008 en la sección de "Cultura Científica", aparece este jugoso titular:



Un equipo de profesores y alumnos palentinos luchan en concursos de robótica





Se admiten apuestas. Yo apuesto a que de seguir así ganan los robots,......





viernes, 29 de febrero de 2008

El creacionismo, el darwinismo y Wikipedia: Otro ejemplo a favor del manifiesto




El Manifiesto a favor de la Biología del siglo XXI que publicaba hace dos entradas decía, entre otras cosas lo siguiente:

Finalmente, queremos llamar la atención sobre un fenómeno que está contribuyendo a aumentar, especialmente en la sociedad, la confusión sobre el problema que estamos denunciando: El debate darwinismo-creacionismo, que los darwinistas parecen especialmente interesados en difundir. Creemos que es un debate inútil, porque los científicos no debaten sobre creencias, sino sobre datos empíricos, pero que contribuye al reforzamiento social de las viejas (e interesadas) concepciones para evitar el verdadero debate: el de una concepción científica del Siglo XIX frente a una Ciencia del Siglo XXI.


Pues bien, hoy aporto otra prueba más que demuestra que esto es cierto.


Buscando información sobre el naturalista español Juan Vilanova y Piera (1821-1893), me encuentro en Wikipedia (esa enciclopedia pseudodemocrática que sabemos que es darwinista por esto y por esto otro) con esta lindeza:


En cuanto a las teorías del origen de la vida en la tierra, Vilanova era creacionista pero no rechazaba las nuevas teorías que iban surgiendo de mantuvo en contra de las ideas evolucionistas de Darwin y Huxley. (sic.)


Una maravilla de párrafo escrito sin duda por algún darwinista iluminado que viene a demostrar que, efectivamente, en su clan quieren potenciar el debate darwinismo-creacionismo como se indicaba muy acertadamente en el manifiesto. Pero además de eso y de estar mal escrito, el párrafo en cuestión demuestra la ignorancia de quien lo escribió. No sabemos si Juan Vilanova se habría preguntado alguna vez o no acerca del origen de la vida en la Tierra, posiblemente no. Una evidencia en favor de dicha afirmación: eso sería lo primero que un articulista decente habría tenido que presentar documentadamente. Que Vilanova no era creacionista es seguro puesto que esa palabreja no se había inventado todavía. Por similares consideraciones elementales, Platón tampoco pudo ser católico ni Carlos Marx militante de la UGT. Acerca de lo que signifique ser creacionista, todavía no he tenido tiempo de investigar. Sólo un vistazo a la entrada "creacionismo" en Wikipedia ya me ha levantado un dolor de cabeza que sospecho me durará todo el fin de semana. Puede que tenga que terminar admitiendo que Vilanova era creacionista, ahora bien esto implicará la necesidad de admitir que Darwin también lo era con lo cual el debate quedaría, afortunadamente, concluido.

El creacionismo, invento darwinista.




miércoles, 27 de febrero de 2008

Un sencillo experimento acerca de la biología del siglo XXI y su malvada interpretación


La entrada anterior contenía un manifiesto que he recibido de la Universidad Autónoma de Madrid. En su presentación describía como al buscar una imagen para acompañar dicho manifiesto, tuve una experiencia que da la razón al contenido del mismo. Pues bien, esta experiencia puede repetirla cualquiera y así reflexionar con más base acerca de lo que dice el manifiesto. La experiencia es sencilla. Consiste en buscar en Google (España) imágenes con el texto: Biología siglo XXI y, a continuación, analizar lo que tarda en salir la imagen de Darwin. Háganlo. Yo acabo de hacerlo.
Vayan buscando conmigo imágenes en las que se puedan identificar personas. En la primera página de imágenes a mi me surgió un señor dando clase y otro señor de barba blanca que no pude identificar, además de otros dos señores anunciando métodos de diagnóstico. Ya en la segunda página me apareció alguien conocido: El omnipresente periodista Eduard Punset. En la tercera página también reconocí a alguien: El presidente del CSIC y en la cuarta,…¿cómo no?. Ahí ya aparece Darwin. Estoy buscando imágenes con el texto Biología siglo XXI y no he visto ni a Watson y Crack, perdón Crick; ni milagrosamente a Crack Venter (perdón quise decir Craigh). Pero es que estoy buscando en Google España y NO he visto a Santiago Ramón y Cajal ni a Severo Ochoa, nuestros flamantes nobeles, pero SÍ a Darwin. Prometo repetir la experiencia en un par de meses a ver en que página me aparece el que todavía hoy es uno de los principales representantes de la Biología del siglo XXI en español: Sir Charles Darwin.

MANIFIESTO POR UNA BIOLOGÍA DEL SIGLO XXI


He recibido un escrito procedente de la Facultad de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid que copio a continuación.
Al buscar una imagen para acompañar dicho escrito me ha ocurrido una anécdota curiosa que tiene mucho que ver con el escrito y con la preocupación que en el va expresada y que relato en la siguiente entrada. Lo que me ha ocurrido en la búsqueda de imágenes demuestra claramente que el manifiesto tiene razón cuando dice que existe una gran confusión en los fundamentos teóricos en que se basan las investigaciones biológicas.
MANIFIESTO POR UNA BIOLOGÍA DEL SIGLO XXI

Los abajo firmantes, alumnos y ex–alumnos del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, nos dirigimos a la comunidad científica y a la sociedad en general para llamar la atención sobre un problema que puede llegar a tener graves repercusiones en nuestra sociedad.
Existe, en la actualidad, una gran confusión en los fundamentos teóricos en que se basan las investigaciones biológicas y, como consecuencia, sus objetivos y aplicaciones, por lo que estas pueden llegar a ser peligrosas para la Naturaleza y para el ser humano.

Los descubrimientos recientes sobre la naturaleza y la complejidad de la información genética y de otros fenómenos biológicos, especialmente los relacionados con las actividades de bacterias y virus, resultan absolutamente contradictorios con las suposiciones sobre las que se sustentaba la base teórica de la Biología elaborada a principios del siglo pasado. Sin embargo, tanto la docencia como la investigación parecen seguir ancladas en las antiguas interpretaciones.
La explicación más inmediata de esta situación está en la especialización y falta de integración entre distintas disciplinas. Como consecuencia, desde el punto de vista de la docencia, se continúa la formación de nuevas promociones con criterios desfasados. Pero es aún más grave la repercusión en la investigación: se mantienen los planteamientos y los objetivos reduccionistas y, como consecuencia, las interpretaciones, que son absolutamente contradictorias con los nuevos datos. Esto supone una grave pérdida de tiempo en ciencia y un inútil despilfarro de inteligencias formadas y enfocadas con unas bases erróneas.
Queremos transmitir a la sociedad que el problema no se reduce a un debate científico. La vieja concepción competitiva y simplificadora de los fenómenos naturales ha llevado a graves problemas, como el avance de la resistencia bacteriana a los antibióticos debido a la consideración de la bacterias (que ahora sabemos que son extraordinariamente abundantes y fundamentales para el desarrollo de la vida) como agentes exclusivamente patógenos que había que eliminar. Los datos actuales nos han mostrado que los virus son todavía más abundantes, ubicuos y participativos en los procesos biológicos que las bacterias y que, al igual que éstas, su carácter patógeno responde a un desequilibrio de los fenómenos naturales. Por esto, las investigaciones orientadas sobre los viejos criterios reduccionistas y enfocadas con fines economicistas pueden constituir un grave peligro para la Naturaleza y para la Humanidad.
Queremos resaltar especialmente la distorsión que introduce la investigación con intereses en un rendimiento económico inmediato en el verdadero objetivo de la Ciencia: la profundización de los conocimientos al servicio de la Humanidad. La financiación privada de investigaciones orientadas a la obtención de patentes destinadas a la comercialización conduce a la precipitación de sus aplicaciones y a nuevos peligros potenciales, dada la desconexión de estos planteamientos reduccionistas con la realidad de los fenómenos de reciente descubrimiento. Por otra parte, esta dinámica induce al despilfarro de tiempo, dinero e inteligencia en investigaciones con fines absolutamente absurdos e inviables, como la pretensión de “crear” organismos artificiales, alargar la vida o seleccionar individuos supuestamente libres de enfermedades genéticas y otras de un cariz semejante, naturalmente, destinadas para el que pudiera pagarlo.
Finalmente, queremos llamar la atención sobre un fenómeno que está contribuyendo a aumentar, especialmente en la sociedad, la confusión sobre el problema que estamos denunciando: El debate darwinismo-creacionismo, que los darwinistas parecen especialmente interesados en difundir. Creemos que es un debate inútil, porque los científicos no debaten sobre creencias, sino sobre datos empíricos, pero que contribuye al reforzamiento social de las viejas (e interesadas) concepciones para evitar el verdadero debate: el de una concepción científica del Siglo XIX frente a una Ciencia del Siglo XXI.
Por todo ello, hacemos un llamamiento a la implicación de la sociedad en este problema y, muy especialmente, a la comunidad científica para poner fin a esta situación irracional en que se encuentra una ciencia cuyos conocimientos nos deben resultar fundamentales para hacer frente a los problemas que se avecinan, productos en gran parte de una concepción de la Naturaleza propia de épocas pasadas, y construir una Biología que nos conecte con la Naturaleza. Porque si la seguimos tratando como a una enemiga tenemos todas la de perder.

FIRMADO:

Borja Alarcón Estudiante de 5º Curso de Biología
Abel Barral Estudiante de 5º Curso de Biología
Juan Barrero Estudiante de 5º Curso de Biología
Maria Bautista Estudiante de 5º Curso de Biología
Sofia Carbajosa Estudiante de 5º Curso de Biología
Maria Domínguez Estudiante de 5º Curso de Biología
Eduardo García Estudiante de 5º Curso de Biología
Bárbara García-López Estudiante de 5º Curso de Biología
Daniel Heredia Estudiante de 5º Curso de Biología
Guillermo Herrán Estudiante de 5º Curso de Biología
Silvia Herrero Estudiante de 5º Curso de Biología
Miguel Iniesto Estudiante de 5º Curso de Biología
Sheila Jordan Estudiante de 5º Curso de Biología
Alberto Jorge Estudiante de 5º Curso de Biología
Marta Lapuente Estudiante de 5º Curso de Biología
Celia Martín Estudiante de 5º Curso de Biología
Nereida Melguizo Estudiante de 5º Curso de Biología
Francisco Navas Estudiante de 5º Curso de Biología
Marta Sanmillán Estudiante de 5º Curso de Biología
Arturo Sastre Estudiante de 5º Curso de Biología
Sara Villen Estudiante de 5º Curso de Biología
Almudena Zaragoza Estudiante de 5º Curso de Biología
Zulema Udaondo Estudiante de 5º Curso de Biología
Elisa Oteros Becaria de Tercer Ciclo UAM
Tania Ortiz Licenciada en Biología UAM
Walter Cantero Becario Tercer Ciclo UAM
Jon Ortega Doctorando UM
María Losada Personal investigador en formación (PIF) UAM
Máximo Sandín Profesor Depto. Biología


La lista actualizada (16 de Abril 2008) de personas que apoyan este manifiesto puede consultarse aquí.

lunes, 28 de enero de 2008

Un aviso en "Luces de bohemia", de Valle Inclán


En la escena cuarta de "Luces de Bohemia" (1920) de Valle Inclán, Máximo Estrella y don Latino de Hispalis, borrachos lunáticos y filósofos peripatéticos, tambalean asidos del brazo por una calle de aquel Madrid noctámbulo, bajo la línea luminosa de los faroles. A la puerta de una buñolería se encuentran con Dorio de Gadex y tiene lugar el siguiente diálogo:

DON LATINO: Aquí sólo hablan los genios.

MAX: Yo me siento pueblo. Yo había nacido para ser tribuno de la plebe, y me acanallé perpetrando traducciones y haciendo versos. ¡Eso sí, mejores que los hacéis los modernistas!

DORIO DE GADEX: Maestro, preséntese usted a un sillón de la Academia.

MAX: No lo digas en burla, idiota. ¡Me sobran méritos! Pero esa prensa miserable me boicotea. Odian mi rebeldía y odian mi talento. Para medrar hay que ser agradador de todos los Segismundos………

Y esta frase (Para medrar hay que ser agradador de todos los Segismundos), con la que el autor critica el panorama literario del Madrid de los años veinte, tiene plena vigencia hoy, no sólo en el panorama literario sino también en el panorama de la ciencia.
Pero, .... si la independencia y el criterio son aspectos fundamentales para el porvenir de la ciencia y en el desarrollo de una carrera científica, .....¿cómo se van a cultivar si se fomenta la adulación, el agrado de los segismundos?.

lunes, 21 de enero de 2008

Darwin en la Patagonia


Muchos de los seguidores de Darwin no se limitan a destacar las cualidades de su obra, sino que expresan opiniones a su favor que, a menudo resultan exageradas, haciendo pensar que su exégesis es más bien parte de un montaje.

Podemos contrastar algunas de las opiniones de sus seguidores con sus propios escritos obtenidos de su diario y la conclusión deberá ser que Darwin era, sin lugar a dudas, algo más rudo que como nos lo pintan.

Por ejemplo, sin ir más lejos, Ayala dice en el artículo publicado en PNAS que mencionábamos en la entrada anterior:

Darwin's greatest contribution to science is that he completed the Copernican Revolution by drawing out for biology the notion of nature as a system of matter in motion governed by natural laws. With Darwin's discovery of natural selection, the origin and adaptations of organisms were brought into the realm of science. The adaptive features of organisms could now be explained, like the phenomena of the inanimate world, as the result of natural processes, without recourse to an Intelligent Designer. The Copernican and the Darwinian Revolutions may be seen as the two stages of the one Scientific Revolution……….etc,etc….


Pero veamos, a cambio, cómo se expresaba, cómo opinaba este gran sabio en sus viajes acerca de cuestiones mundanas. Tomemos una muestra de su correspondencia:


Letter to Caroline Darwin

23 Oct 1833
Buenos Aires

We are in a pretty state in this nice city. They think nothing of cutting the throats of 30 prisoners, whom they happened to take the other day: and they are right; for what is it to quietly stabbing all the indian women above 20 years old or younger if ugly?. Oh! these creoles are such a detestably mean unprincipled set of men, as i hope this world does not contain the like. There literally is one Gentleman in Buenos Aires; the english minister.


En este texto, Darwin parece más bien una persona de poca sensibilidad. Más que una la mente privilegiada en la que quiere hacernos pensar Ayala, podríamos imaginarnos a alguien con una oportunidad privilegiada que todavía hoy siguen publicitando sus partidarios por motivos que distan leguas de la Ciencia.

martes, 15 de enero de 2008

Resortes darwinistas. Tercer resorte: El recurso al laberinto escolástico


En un número todavía reciente de PNAS, la revista de la Academia de las Ciencias norteamericana se mostraba partidaria y defensora del darwinismo. Quién firmaba los dos primeros artículos de presentación de la serie era el académico Francisco Ayala, quien fue ordenado sacerdote dominico en 1960.

El tercer resorte del darwinismo, este ya más propio de las altas esferas que los dos anteriores , es, ni más ni menos que el empleo de un lenguaje pródigo en laberintos propios de la escuela tardo-escolástica. El propio Darwin, que en su juventud estudió para clérigo estaría feliz de ver cómo su teoría ha hecho ya todo el camino de ida y vuelta y ahora regresa a su origen tras un largo periplo por el mundo de la ciencia, al que ha comprendido y ha contribuido menos que su propio autor, Darwin, comprendió la vida en la Patagonia.
De las andanzas de Darwin en la Patagonia podremos hablar en otra ocasión, de momento sólo mencionar un ejemplo del lenguaje escolástico. En el mencionado número de PNAS dedicado a la evolución y titulado: “In the Light of Evolution I: Adaptation and Complex Design”, los dos primeros artículos están firmados por Ayala. El segundo se titula: “Colloquium Papers: Darwin's greatest discovery: Design without designer”. Así, como suena: Design without designer. Diseño sin diseñador. Recurso fantástico que recuerda a las preguntas de la retórica escolástica tardo-medieval (¿Cuántos ángeles caben sobre la cabeza de un alfiler?, ¿Cuál es el radio de acción de un ángel?) y que siempre nos dejará la puerta abierta a la otra posibilidad que, pareciendo querer ir a excluir, sin embargo, no excluye y que es Design with--- designer, porque en definitiva la distinción entre with y without, con y sin, es puramente subjetiva cuando se habla de estos temas, sobre todo si quien habla es la autoridad, que es en definitiva quien representa al designer ( o a su ausencia) en la Tierra.

Fantásticos ejemplos de juegos de palabras. Esto es: de hablar sin decir nada. Transportar el lenguaje fuera de la realidad para así poder disponer mejor de la realidad para nuestros fines.