.
Mostrando entradas con la etiqueta carácter. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta carácter. Mostrar todas las entradas

sábado, 13 de octubre de 2007

El carácter en el Renacimiento

En sus memorias, Benvenuto Cellini, el artista del Renacimiento, nos cuenta acerca de la virtud. Cellini explica que su padre tenía un objeto decorativo que consistía en un espejo en el centro de una rueda. Alrededor de él, siete cavidades circulares contenían, cada una de ellas, la representación de una virtud en hueso y marfil teñido de negro. Al girar la rueda, las virtudes se mantenían siempre de pie. Alrededor del espejo había grabado el lema: Rota sum, semper, quoque me verto, stat Virtus. Que se traduce algo así como: De cualquier lado que gire la rueda de la fortuna , la Virtud está siempre de pie.

Para los antiguos, los caracteres de las personas y la virtud venían de arriba, eran un don divino. El propio Andrea Cellini, el padre de Benvenuto, cuando se le anuncia el nacimiento de su hijo exclama:

Lo que Dios me da, me es siempre querido

Sería absurdo para los antiguos pensar que las características más elevadas de la persona y de la moral humana pudiesen estar contenidas en elementos materiales, pero por otra parte se sabía que dichas características eran hereditarias. Es decir, en la antigüedad se sabía que la herencia residía en el mundo material, pero no pertenecía sólo al mundo material.

miércoles, 10 de octubre de 2007

El carácter en la antigüedad



¿Tienen los seres vivos, en general, y cada uno de ellos, en particular, un significado?.
Difícil pregunta, que es equivalente a esta otra: ¿Tiene la vida un significado?. Que, a su vez, no es nueva, puesto que se la han hecho hombres y mujeres de todas las generaciones desde que el hombre es hombre. Así, por ejemplo, Marco Aurelio, en sus Meditaciones dice:

“¿Acaso eres infeliz con la parte del todo que te ha correspondido?. Entonces recuerda la disyunción: ¿Providencia o átomos?.”

Para continuar:

“Si el Todo es Dios, todo está bien. Pero si está gobernado por el azar, no te dejes tú también gobernar por el azar”.

Según Pierre Hadot en su comentario a las Meditaciones de Marco Aurelio, titulado “La Ciudadela Interior”, el argumento presentado por Marco Aurelio procede de Séneca y representa la alternativa de los estoicos frente a los epicúreos.

Según los apóstoles de la Ciencia actual, propia de una “modernidad” más epicúrea que estoica, ni la vida, ni los seres vivos en general ni el ser humano en particular, tienen un significado que no sea el del puro pasar. De la manera menos dolorosa y más grata, pero puro pasar de la nada a la nada. Este es, paradójicamente, el significado que hoy damos a la vida: La fugacidad, el puro consumirse como fuego. El devenir,..... es decir, ninguno. Al admitir que la Ciencia no reconoce significado alguno en los seres vivos, en consecuencia, reconocemos que la vida no tiene significado, que todo significado es nulo. Cuestiones todas ellas propias de la metafísica, un saber a extinguir.

Y es que antes de discutir sobre el Diseño Inteligente o la existencia o no de un Dios providencial, se deberá reflexionar acerca de si la vida tiene o no sentido. Porque resulta que la vida tiene, efectivamente, un significado; que es, ni mas ni menos, que el que entre todos le vamos dando.

lunes, 8 de octubre de 2007

El carácter en su laberinto



Copio del diccionario de la RAE, con dolor de mi corazón, las sucesivas definiciones de la palabra carácter:

carácter.
(Del lat. character).
1. m. Señal o marca que se imprime, pinta o esculpe en algo.
2. m. Signo de escritura o de imprenta. U. m. en pl.
3. m. Estilo o forma de los signos de la escritura o de los tipos de la imprenta. Carácter redondo. Caracteres elzevirianos.
4. m. Señal o figura mágica.
5. m. Marca o hierro con que los animales de un rebaño se distinguen de los de otro.
6. m. Conjunto de cualidades o circunstancias propias de una cosa, de una persona o de una colectividad, que las distingue, por su modo de ser u obrar, de las demás. El carácter español. El carácter insufrible de Fulano.
7. m. Condición dada a alguien o a algo por la dignidad que sustenta o la función que desempeña. El carácter de juez, de padre. Medidas de carácter transitorio.
8. m. Señal espiritual que queda en una persona como efecto de un conocimiento o experiencia importantes, como, en la religión católica, la dejada por los sacramentos del bautismo, confirmación y orden. Imprimir, imponer carácter.
9. m. Fuerza y elevación de ánimo natural de alguien, firmeza, energía. Un hombre de carácter.
10. m. Modo de decir, o estilo.
Me pregunto, a continuación, cómo es posible entenderse en un idioma en el que una palabra puede significar cosas tan dispares e intento hacer un resumen de los significados vistos para carácter:
Básicamente, el laberinto tiene dos puertas. Es decir, que todas estas acepciones se podrían reducir a dos, una simple y una compleja:

Primera acepción (simple): carácter puede ser cualquier propiedad o “característica” de los seres vivos: El tener los ojos de un color u otro, el pelo de una forma u otra, la altura el peso, son caracteres. Esta es la acepción adoptada por la Genética que, por lo tanto, al menos indirectamente, ha rechazado la acepción alternativa. La Genética, y la Biología están centradas en los caracteres y no en el carácter.

Segunda acepción (compleja): en su significado original, carácter no era cualquier cosa. En griego, “charassein”, significaba grabar. Y el carácter era una marca, la representación de un significado más profundo. Curiosamente, aquel significado original de carácter hoy está en desuso y se relaciona con las acepciones de la palabra en el diccionario que le dan una connotación espiritual. En la antigüedad, el carácter, era como una marca, la representación de un significado; la expresión de un sentido, una razón de ser. Un ser vivo no es una página de anuncios en un diario y, por lo tanto, no puede llevar muchas de estas marcas, contener muchos significados; sino una sola marca, un solo significado. Cada ser vivo, que es un fragmento del Ser, sería visto antiguamente como portador de un reflejo de la divinidad y como tal sería digno de respeto. El ver al mundo como un estadio en el furor de una competición anula todas estas posibilidades. Pero no siempre había sido así.

En una sociedad materialista, el carácter es un concepto venido a menos. Lo mismo ocurre con el concepto de especie. Si todo es competición, entonces el carácter brilla por su ausencia, porque la pura competición eclipsa todo carácter que no sea el suyo: El de la pura competición. Sin embargo, en sociedades anteriores al materialismo dominante, se reconocía en ambos conceptos, carácter y especie, un componente de “esencia”. Hoy, como todo lo explicamos breve y frescamente porque hay otras cosas que hacer, entonces esto son tonterías, o mejor dicho obramos como si lo fuesen. Pero no lo son.

jueves, 4 de octubre de 2007

En busca del carácter perdido




La educación es responsable de nuestra constitución intelectual y define una forma de ver el mundo. La pregunta es: ¿Vemos las cosas como son o las vemos como nos han enseñado a verlas?. Seguro que hay mucho de cierto en la segunda posibilidad y que, a largo plazo, las cosas irán siendo cada vez más según las vimos. Dicho de otro modo, el mundo en el que ahora nos movemos es el que nuestros antepasados desearon, soñaron, hicieron.

Algunos escritores cuestionan así nuestra interpretación del mundo en sus cimientos. Proust al principio de su novela “du cotê de chez Swann”, la primera parte de “A la recherche du temps perdu”, dice:

“Peut-être l’immobilité des choses autour de nous leur est-elle imposée par nôtre certitude que ce sont elles et non pas d’autres, par l’immobilité de notre pensée en face d’elles”

La inmovilidad de las cosas a nuestro alrededor puede que esté impuesta por nuestra certeza de que son ellas y no otras, por la inmovilidad de nuestro pensamiento frente a ellas. Nuestro punto de partida acerca de cómo debemos ver las cosas, acaba produciendo como resultado un mundo en el que las cosas son como quisimos un día verlas.
Un poco más adelante en el mismo texto, y continuando con la descripción de la infancia de su protagonista, escribe Proust:

“Certes, j’etais bien éveillé maintenant, mon corps avait viré une dernière fois et le bon ange de la certitude avait tout arreté autour de moi, m’avait couché sous mes couvertures, dans ma chambre, et avait mis approximativement à leur place dans l’obscurité ma commode, mon bureau, ma cheminée, la fenêtre sur la rue et les deux portes”
Ciertamente, estaba yo bien despierto, mi cuerpo había girado una última vez y el buen ángel de la certidumbre había parado todo a mi alrededor, me había acostado, en mi habitación, y aproximadamente había puesto en su lugar en la oscuridad mi cómoda, mi escritorio, la chimenea, la ventana sobre la calle y las dos puertas” )

El protagonista de este texto siente al despertarse como el buen ángel de la certidumbre había colocado todo a su alrededor para que tuviese un despertar sin disturbios. ¿Se equivoca?, o por el contrario, ¿ve la realidad de una manera preclara?. Pienso que no hay equivocación en el texto, sino que se describe una percepción del mundo original y diferente. Muchas veces es labor de la educación el hacer desaparecer las diferencias en percepción que son naturales y crear así un mundo homogéneo. El “bon ange de la certitude” que, según dice Proust, había organizado el mundo a su alrededor, existe, y, habitualmente, su función está desempeñada por los padres y los educadores. Pero, recientemente, la educación se ha basado en la Ciencia y, en definitiva, el mundo de hoy es homogéneo porque hemos decidido hacerlo así. El empeño de nuestros antepasados por entender el mundo y fijar la realidad, por legarnos un mundo estático y comprensible, ha resultado, por un lado en un mundo más asequible a los dictados de la razón y comprensible; pero,....... esto no podía haber ocurrido sin un coste en términos de inestabilidad e incomprensión. El mundo parece presentar una cierta resistencia a ser como lo deseábamos. La Ciencia puede también proponer maneras de contemplar el mundo, pero si aquellas son demasiado estrictas, la naturaleza se rebela.
Cuando nos empeñamos en ver la naturaleza de un modo determinado, esto marca, a su vez, nuestro comportamiento en relación con ella y la transforma. ¿Acaso no estamos realizando un esfuerzo por convertir realmente la naturaleza en nuestro modelo? La cuestión no es trivial porque resulta que los científicos, los académicos, los profesores, los lingüistas, los biólogos, no estamos simplemente interpretando el mundo sino que lo estamos creando, y nuestra creación será una u otra según cuál sea nuestra interpretación, ni más ni menos. Lo que decidamos que es el carácter, será el carácter. Lo que decidamos que son las especies, serán las especies.

Blogalaxia: ~ Technorati: ~ AgregaX:

miércoles, 3 de octubre de 2007

Carácter y especie: Conceptos fundamentales.



Un aspecto de monumental importancia en la Ciencia, a la vez que sumamente curioso y a menudo ignorado, consiste en que, a diferencia de lo que piensa mucha gente, la Ciencia no se limita a analizar la realidad, sino que constantemente la crea, no sólo en sus aspectos físicos más evidentes (torres, puentes, autopistas,.......), sino en aquello que es más importante, que es nuestra propia representación del mundo.

Ocurre así que, por ver las cosas de una manera, como consecuencia de un efecto especial, o como por arte de magia, al cabo del tiempo, las cosas acaban siendo de esa manera. Dicho de otro modo, tenemos el mundo que nos hemos merecido; o, más precisamente, el que nos hicieron nuestros mayores. Por ejemplo, si vivimos en un mundo sin moral, es consecuencia de que un día así lo decidimos; si nosotros mismos nos encontramos sin carácter, es porque así lo quisimos.

La Ciencia moderna, aunque le cueste reconocerlo, es hija de la Filosofía, y en particular, le guste o no, de la Filosofía Medieval y de la Escolástica. Me consta todos los días que le cuesta reconocerlo y ya he mostrado por aquí algún ejemplo del escrito (best-seller) de un científico que intenta ironizar con San Agustín, mientras se muestra incapaz para discurrir como escolástico. La Física y la Biología están basadas en la Filosofía y el querer evitarlo ocultándolo, trae como consecuencia que, de repente, podemos habernos encontrado frente a conceptos que, por estar antiguamente enraizados, no los entendemos hoy, ni hablando en español ni en inglés, porque son conceptos, por lo menos griegos, de Aristóteles, y porque en su día, tenían más que ver con la substancia que con el accidente. Conceptos de raíz antigua, que surgieron cuando se creía que el mundo era de otra manera (substancia) a como es hoy (accidente). Conceptos fundamentales: Carácter y especie. Del segundo depende nuestra comprensión del mundo y de la evolución. Del primero, la comprensión de nosotros mismos y las generaciones futuras.


Blogalaxia: ~ Technorati: ~ AgregaX:

lunes, 1 de octubre de 2007

Octubre, el mes del carácter


Esta entrada está dedicada a José Ramón Fernández Barriales, médico vocacional, humanista y extremeño enamorado, un digno heredero de Roso de Luna



Creo que el misticismo late dentro de nuestros corazones, pero nuestra máscara es escéptica.
Mario Roso de Luna (1872-1931).



Envuelto en nubes y, como siempre, imprevisible, ha llegado el mes de Octubre, anunciando la cuesta abajo del año. Este año de 2007, que siempre había pertenecido al futuro, muestra ya su aspecto maduro, casi senil, como este San Mateo de Guido Reni (1575-1642).
Biología Humanista propone para este mes una incursión en los caminos del carácter, que se extenderá durante varias entradas. Complejo y maltratado por la Biología, mediante su comprensión, podrían aparecer claves importantes para entender la vida. Intentaremos, poco a poco una aproximación a este abismo......
Atrás quedaron ya cuatro entradas dedicadas a la herencia del carácter en la literatura. En la presentación de estas entradas, vimos que el carácter era algo importante y en ellas, que no sólo el carácter era tema de obsesión para los escritores, sino que también, a menudo les preocupaba la descripción de su herencia. Como ejemplos, hablábamos de la obra de Emile Zola, Emilia Pardo-Bazán y Javier Marías, quien había descrito el carácter de una familia relacionado con la expresión de la decadencia.

Volviendo a empezar, Biología Humanista dedicará ahora una larga serie a tratar del carácter. Ello incluirá algunas preguntas y la descripción de lo que el carácter haya podido ser a lo largo del tiempo y de lo que pueda ser ahora. Para comenzar, una breve reflexión en torno a la frase del erudito extremeño que vivió con un pie en el siglo XIX y otro en el XX. Porque la cuestión no es sólo si somos místicos o escépticos, materialistas o espirituales. No,..... Para nada. Por el contrario, La cuestión es si, siendo como somos, realmente podemos ser capaces de explicar y comprender el mundo o si, por el contrario, necesitaríamos cambiar nosotros un poquito primero para luego entenderlo mejor. Porque creo yo que vaya a ser más bien lo segundo, es decir que, por el camino que vamos no vamos a ninguna parte, y, por lo tanto, habría que ir pensando también en qué orientación debemos tomar.

Roso de Luna, que era natural de Logrosán, en Cáceres, se doctoró en derecho a los veintidós años. Antes había descubierto un cometa a simple vista. Astrónomo, químico, filósofo, lingüista e historiador, don Mario es uno de esos caracteres propios del siglo XIX a los que nada se ponía por delante. Con su frase, creo yo que viene a decir que para entender el mundo (y entenderse de paso a uno mismo) no basta con ser escéptico.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Genética y Literatura III: La herencia y el alma de una familia en “Todas las almas”, de Javier Marías.




Las novelas memorables suelen ser el fruto de la experiencia traumática o perturbadora de su autor. Javier Marías escribió una novela memorable titulada “Todas las almas”, como el resultado de su experiencia de lector de español en la universidad de Oxford. La obra contiene descripciones radiantes y mordaces de las costumbres y los personajes ingleses.

Entre las andanzas de sus personajes por Oxford, el autor describe el curioso caso de un parecido entre tres miembros de una familia. Aunque es un poco largo, copio entero el fragmento que contiene la descripción:


“Y estaba ya acostumbrándome al parecido asombroso al final del almuerzo –al parecido espantoso entre padre e hija y a la nuca del nieto que encubría el suyo- cuando, sin terminar el postre y tras pedir permiso (el niño Eric era educado), el niño Eric se levantó y se dio la vuelta y pasó junto a mí camino de los lavabos. Fueron pocos –cuatro o cinco- los pasos que dio antes de rebasarme, pero durante el tiempo que duraron aquellos pasos dados –uno, dos, tres y cuatro; o cinco- pude ver con claridad y de cerca y al mismo tiempo las tres caras iguales, la del abuelo y la madre sentados y la del hijo que caminaba. El niño se fijó en mí durante esos pasos, como se había fijado al darse la vuelta en el vestíbulo del museo, y sin duda volvió a asociarme con quien debía asociarme (pero no diría nada porque era educado y tibio); y al seguir su madre y su abuelo con sus respectivas miradas la trayectoria que estaría siguiendo la de su hijo y su nieto, ambos posaron en mí sus ojos sin velo (ella por primera vez desde que estábamos en el restaurante, él por primera vez en su vida), y durante unos instantes los tres me miraron sin velo y al mismo tiempo (lo supe pero no lo vi, yo creo, porque estaba mirando al niño Eric que venía hacia mí de frente con sus cuatro o cinco pasos). Fueron muy pocos segundos (lo que duran esos pasos cuando los está dando un niño, los niños no saben andar lentamente), pero fueron suficiente para que entonces (y no en el vestíbulo del museo) viera algo en el niño que entonces (y no en el vestíbulo del museo) adquirió nombre: en los ojos azules y oscuros del niño Eric vi la sensación del descenso que todos los hombres sienten más pronto o más tarde. “No depende de los años exactamente había dicho Toby Rylands ( y lo había dicho antes de que terminara Hilary y antes de Semana Santa, antes de que empezara Trinity y de que el niño Eric se pusiera enfermo y viniera a Oxford cuando no era su turno), “hay quien la tiene desde que es niño, hay niños que ya la sienten ”. Así había dicho, eso exactamente, y eso exactamente fue lo que yo vi entonces, durante aquellos pasos- un niño que ya la siente-; pero además lo vi no sólo en la cara del niño, sino –por asimilación, por la semejanza, por el parentesco, por el parecido asombroso que resultaba espantoso- en la cara del viejo y en la cara de la mujer que conocía perfectamente (y en la que nunca lo había reconocido o visto) y que había y me había besado tanto. Aquellas tres personas, como dije antes, se habían transmitido su expresión y sus rasgos sin ahorrarse un detalle, y también se habían transmitido la sensación de descenso, “la sensación de descenso que todos los hombres sienten más pronto o más tarde”, pensé y recordé y volví a pensar.”




Expresión, rasgos, sensación de descenso, como de decadencia, todo ello compartido como constituyendo el alma, el carácter de una familia, asociado al propio carácter de una ciudad, Oxford. La preocupación por la herencia, que no es cosa nueva, sino bien antigua, depende de la preocupación anterior por el carácter. Heredamos lo que somos. La Genética, que estudia la herencia, es decir la transmisión de los caracteres, resolvió el problema del carácter tirando por el atajo y definiendo carácter como característica, pero el carácter no es solamente esto. Antes del nacimiento de la Genética la palabra carácter tenía significados más ricos y complejos.




Blogalaxia: ~ Technorati: ~ AgregaX:

lunes, 10 de septiembre de 2007

Genética y Literatura II: La sangre y la herencia en "Los Pazos de Ulloa", de Emilia Pardo Bazán


En su obra “Los pazos de Ulloa”, Emilia Pardo Bazán describe el transcurrir de la vida en una finca gallega, en la segunda mitad del siglo XIX. Antes de casarse con su prima Nucha, de Santiago de Compostela, don Pedro, el marqués ,tuvo un hijo, Perucho, fruto de su relación con una sirviente. En unos párrafos que revelan un cierto maniqueísmo y en los cuales, los conceptos del bien y el honor se asocian de manera rancia y trasnochada con un origen social aristocrático, la autora se pregunta por la relación existente entre la herencia y la voluntad. Escribe:


En el alma de Perucho se verificaba una de esas encarnizadas luchas entre el deber y la pasión, cantadas por la musa dramática: El ángel malo y el bueno le tiraban cada uno de una oreja y no sabía a cual atender. Tremendo conflicto!. Pero regocíjense el cielo y los hombres, pues venció el espíritu de luz. ¿Fue el primer despertar de ese sentimiento de honor que dicta al hombre heroicos sacrificios?. ¿Fue una gota de la sangre de Moscoso, que realmente corría por sus venas, y que, con la misteriosa energía de la transmisión hereditaria, le guió la voluntad como por medio de una rienda?. ¿Fue temprano fruto de las lecciones de Julián y Nucha? Lo cierto es que el rapaz abrió la mano, separando mucho los dedos y los ochavos apresados cayeron entre los restantes con sonoro retintín.”

Asociar un comportamiento determinado con la herencia es hoy tema de debate. Si los rasgos principales del carácter fuesen heredados, entonces no habría mucho lugar para la educación, y hoy sabemos que la educación es importante. Pero tampoco la educación lo es todo y en algunos casos, aspectos clave del carácter están determinados por la herencia, de manera todavía desconocida.


Por otra parte: ¿Afecta la vida de nuestros antepasados a nuestro carácter?. Preguntarse esto hoy, es acercarse a las arenas movedizas de la herencia de los caracteres adquiridos, territorio en el que la Biología de hoy tiene desterrado a Lamarck. Será inevitable hacerlo algun día,……..



Blogalaxia: ~ Technorati: ~ AgregaX:

jueves, 6 de septiembre de 2007

Genética y Literatura I: La enfermedad y la herencia en la obra de Émile Zola.


Además de explorar los rincones del alma de los personajes, siempre unidos indisolublemente con unos u otros paisajes de su entorno, algunos escritores se preguntan también cómo tiene lugar la transmisión del carácter de una generación a otra. Émile Zola confesó haber escrito la larga serie de los Rougon-Macquart obsesionado con esta cuestión a la que, obviamente, no encontró una respuesta ni única, ni mucho menos sencilla. Si definir el carácter no es tarea sencilla, mucho menos lo es encontrar los mecanismos de su herencia. Tampoco el estar al tanto de los avances en Genética hubiese cambiado mucho las cosas. Porque, aunque se dice que la Genética trata de la herencia de los caracteres, resulta que por avanzar, podemos acabar haciendo de lo complejo, algo sencillo.

La saga de los Rougon-Macquart, obra en veinte tomos que incluye novelas célebres como Nana o Germinal, representa la obsesión del autor por las intrincadas conexiones que existen entre la enfermedad, el desarrollo de una ambición asociada al ansia de poder y otros comportamientos patológicos. En definitiva, por el mal y su herencia en el seno de una familia.


La imagen muestra el árbol genealógico de la familia, en el que se indican sus enfermedades mentales. No está tomada de un libro de genética humana sino de un comentario de la obra de Zola. Existen otras versiones del árbol de familia (por ejemplo ésta de la Universidad de Pisa); pero, en todas, la información pertenece siempre incompleta y parcial fuera del contexto de la obra.

Refiriéndose al doctor Pascal, se dice en una de las novelas:

“Sin duda, la herencia no le apasionaba sino porque permanecía obscura, vasta e insondable como todas las ciencias balbucientes, en las que la imaginación es la señora,….”

Y también:

La herencia hace al mundo de tal manera que si se pudiese conocerla, captarla para disponer de ella, entonces se podría hacer un mundo a su gusto,….”


Tiene toda la razón. Si pudiésemos conocer la herencia, podríamos hacer un mundo de diseño. Esto significaría que conocemos el carácter y esto significaría única y exclusivamente que habríamos reducido ya el carácter al suficiente nivel de minucia necesario para conocerlo.

La complejidad, propiedad intrínseca e ineludible de la herencia (y de la evolución), fue puesta de manifiesto temprano por algunos geneticistas (y evolucionistas), cuyas ideas estaban al margen del reduccionismo predominante y que haría de la joven Genética una ciencia primero ambiciosa y prometedora, pero también si se mira con ojos críticos, frustrante. Precisamente frustrante por no haber escuchado atentamente lo que decían aquellos que desde el principio advertían de su complejidad.

Y es que la profundidad de la relación entre el carácter y el ambiente se había descrito ya mucho antes del nacimiento de la genética.

miércoles, 29 de agosto de 2007

El campo y la ciudad





En el texto de Azorín titulado "Un pueblecito : Riofrío de Avila", aparece una curiosa anécdota.

Un viajero de los tiempos en que se hacían viajes en globo, describe sus experiencias al aterrizar en unos y otro lugares y relata la gran diferencia que encuentra entre aterrizar enmedio de una gran ciudad o en sus aledaños, o bien, hacerlo en un entorno rural. Dice el viajero, y transmite Azorín, que los habitantes del campo son mucho mas atentos y propensos a dar un trato acogedor al viajero que los habitantes de las ciudades. Dicho de otro modo, que la vida en un ambiente rural permite un mayor desahogo, tal vez relacionado con la expresión del carácter; mientras que la vida urbana, por el contrario, podría tender a restringir la expresión del carácter y a deshumanizar al hombre. Curioso,... ¿Será la deshumanización una propiedad exclusiva de la vida urbana o será una consecuencia ineludible del progreso y de la tecnificación?.



Blogalaxia: ~ Technorati: ~ AgregaX:

lunes, 30 de julio de 2007

Crucero con el coronel



Fascinado por el parecido entre Tom Cruise y un coronel alemán que, por lo visto, quiso matar a Hitler, me propongo escribir a partir de Septiembre una serie de entradas en relación con la herencia del carácter (o de los caracteres, ya veremos,……) enfín, con la Genética.
Ciertamente, Cruise se parece mucho al coronel von Stauffenberg. Personalmente, siempre he encontrado este tipo de parecidos inquietante, como si mostrasen la punta de un iceberg al que la Ciencia y en particular la Genética se acercan peligrosamente. ¿Revela el parecido físico un parecido en el carácter?. ¿Tendrán Cruise y von Stauffenberg un antepasado común cuyas culpas se hayan tenido que repartir a medias?. ¿Qué entendemos por carácter?. ¿Es algo que pueda someterse al Método Científico? O, ¿por el contrario su complejidad escapa al reduccionismo?.
Con los parecidos ocurre, como con tantas otras cosas, que nos reímos por no llorar. La risa provocada ante la visión de un sosia, es decir de una persona que es casi igual que otra con la que, a priori, no tiene ninguna relación de parentesco, oculta nuestra ignorancia y disimula una sensación de vergüenza por esta mona que cada día vestimos de manera diferente, pero sin conseguir disimular su verdadera naturaleza. Nuestra más auténtica naturaleza es la del no-saber y vistámosla como la vistamos, su pelaje asoma por todas las costuras. Llevada a su limite, nuestra ignorancia es tal que ni tan siquiera sabemos si somos únicos o no. Hasta cabe la posibilidad que de cada uno de nosotros tenga o pueda haber habido en otra época un sosia, es decir, como un semejante pero más semejante, un igual.
Los parecidos, los caracteres, su herencia,… fuentes inagotables para el estudio y la imaginación. La Genética entró fuerte en el estudio de la herencia; pero su análisis no termina de resolver antiguas dudas acerca del carácter, un toro bravo en cuya lidia la literatura se complace, mientras que la Ciencia parece eludirlo, por concentrarse en cosas más puntuales, más ligeras, más dóciles para estudio, que no lidia: quizás más en características que en carácter. Ovejas más que toro de lidia.
Porque a la par que el desarrollo de la Genética, hemos presenciado una pérdida de importancia en conceptos que tradicionalmente eran esenciales en la definición del carácter, dando así pie a que, algunos malpensados puedan asociar a los avances científicos con la pérdida de valores, así en general. ¿Yerran completamente quienes así piensan? O, por el contrario,… ¿el avance científico y la pérdida de valores podrían ser manifestaciones del mismo fenómeno?. Propuestas para un debate abierto que no se resolverá en cuatro días, pero que invita a la reflexión,.......



Blogalaxia: ~ Technorati: ~ AgregaX: