Esperando la explicación prometida se encuentran algunas falacias en el párrafo sexagésimo primero de El Origen de las Especies
Había terminado el párrafo anterior con la promesa de una explicación de esta manera:
Me inclino a sospechar que, por lo menos en algunos de estos géneros polimorfos, vemos variaciones que no son ni de utilidad ni de perjuicio para la especie, y que, por consiguiente, la selección natural no ha recogido ni precisado, según se explicará más adelante.
¿Nos explicará alguna una vez el autor cómo ha intervenido la selección natural para recoger variaciones que no son ni de utilidad ni de perjuicio para la especie? Sospecho que no. Antes debería dar una explicación de lo que es la Selección Natural, para lo cual a su vez, debería haber empezado por el principio definiendo bien lo que entiende por selección:
Initium doctrinae sit consideratio nominis (principio de toda doctrina es la consideración o estudio de su nombre) decía Epicteto, citado por don Luis Mendizábal en su Tratado de Derecho Natural, quien añadía: “y a la verdad, examinar la significación de los términos, suele ayudar no poco a descubrir la naturaleza de las cosas por ellos representadas” .
La naturaleza no es clara; su intérprete en esta gran obra tan celebrada y que tanto tiempo nos consume (OSMNS), menos. A menudo parece que su intención es crear la confusión. A tal efecto la obra está llena de falacias de todo tipo. Veamos algunos ejemplos:
1. Falacia ad populum (Argumentum ad populum). Al principio del párrafo:
Como todo el mundo sabe, los individuos de la misma especie presentan muchas veces, independientemente de la variación, grandes diferencias de conformación, como ocurre en los dos sexos de diversos animales, en las dos o tres clases de hembras estériles u obreras en los insectos, y en los estados joven y larvario de muchos de los animales inferiores
Al decir al principio de la frase Como todo el mundo sabe, impone su argumento mediante la aprobación popular. A continuación puede decir cualquier cosa que deberá admitirse porque todo el mundo la admite. Pero: ¿Cuáles son las diferencias independientes de la variación? Ninguna.
2. Falacia ad ignorantiam (Argumentum ad ignorantiam). Cuando el autor no encuentra lo que espera, se lo imagina. Lanza su argumento sin prueba alguna:
Aunque en la mayor parte de estos casos las dos o tres formas, tanto en los animales como en los vegetales, no están hoy unidas por gradaciones intermedias, es probable que en otro tiempo estuviesen unidas de este modo.
Y la simplificación a veces alcanza cotas inesperadas:
Nevertheless these cases are only exaggerations of the common fact that the female produces offspring of two sexes which sometimes differ from each other in a wonderful manner.
Sin embargo, estos casos son exageraciones sólo del hecho común de que la hembra produce crías de ambos sexos que a veces difieren entre sí de una manera maravillosa.
Da la sensación de que el autor estaría más a gusto si la naturaleza fuese más dócil. Si en la naturaleza no se presentasen exageraciones, sino tan solo el "hecho común" que el podría administrar a su gusto. Empero la nota dominante es siempre la contradicción, la ambigüedad, que a veces explota incontenible como al final del párrafo:
Sin embargo, estos casos son exageraciones sólo del hecho común de que la hembra produce crías de ambos sexos que a veces difieren entre sí de una manera maravillosa.
¿Qué quiere decir que es hecho común que las crías de ambos sexos difieren de manera maravillosa? ¿Acaso no hay contradicción entre hecho común y maravilloso? ¿Es lícito llamar exageraciones a casos naturales?
61.
Individuals of the same species often present, as is known to every one, great differences of structure, independently of variation, as in the two sexes of various animals, in the two or three castes of sterile females or workers among insects, and in the immature and larval states of many of the lower animals. There are, also, cases of dimorphism and trimorphism, both with animals and plants. Thus, Mr. Wallace, who has lately called attention to the subject, has shown that the females of certain species of butterflies, in the Malayan Archipelago, regularly appear under two or even three conspicuously distinct forms, not connected by intermediate varieties. Fritz Muller has described analogous but more extraordinary cases with the males of certain Brazilian Crustaceans: thus, the male of a Tanais regularly occurs under two distinct forms; one of these has strong and differently shaped pincers, and the other has antennae much more abundantly furnished with smelling-hairs. Although in most of these cases, the two or three forms, both with animals and plants, are not now connected by intermediate gradations, it is possible that they were once thus connected. Mr. Wallace, for instance, describes a certain butterfly which presents in the same island a great range of varieties connected by intermediate links, and the extreme links of the chain closely resemble the two forms of an allied dimorphic species inhabiting another part of the Malay Archipelago. Thus also with ants, the several worker-castes are generally quite distinct; but in some cases, as we shall hereafter see, the castes are connected together by finely graduated varieties. So it is, as I have myself observed, with some dimorphic plants. It certainly at first appears a highly remarkable fact that the same female butterfly should have the power of producing at the same time three distinct female forms and a male; and that an hermaphrodite plant should produce from the same seed-capsule three distinct hermaphrodite forms, bearing three different kinds of females and three or even six different kinds of males. Nevertheless these cases are only exaggerations of the common fact that the female produces offspring of two sexes which sometimes differ from each other in a wonderful manner.
Como todo el mundo sabe, los individuos de la misma especie presentan muchas veces, independientemente de la variación, grandes diferencias de conformación, como ocurre en los dos sexos de diversos animales, en las dos o tres clases de hembras estériles u obreras en los insectos, y en los estados joven y larvario de muchos de los animales inferiores. Existen también casos de dimorfismo y trimorfismo, tanto en los animales como en las plantas. Así, míster Wallace, que ha llamado recientemente la atención sobre este asunto, ha señalado que las hembras de algunas especies de mariposas en el Archipiélago Malayo, aparecen normalmente bajo dos, y aun bajo tres, formas notablemente distintas, no enlazadas por variedades intermedias. Fritz Müller ha descrito casos análogos, pero aún más extraordinarios, en los machos de ciertos crustáceos del Brasil: así, el macho de un Tanais se presenta normalmente bajo dos formas distintas: una de ellas tiene pinzas fuertes y de diferente hechura, y la otra tiene las antenas provistas de pelos olfativos mucho más abundantes. Aunque en la mayor parte de estos casos las dos o tres formas, tanto en los animales como en los vegetales, no están hoy unidas por gradaciones intermedias, es probable que en otro tiempo estuviesen unidas de este modo. Míster Wallace, por ejemplo, describe cierta mariposa que, en la misma isla, presenta una gran serie de variedades unidas por eslabones intermedios, y los eslabones extremos de la cadena se asemejan a las dos formas de una especie dimórfica relacionada que habita en otra parte del Archipiélago Malayo. Así también con las hormigas, las diversas castas de los trabajadores en general son bastante distintas, pero en algunos casos, como veremos después, las castas están conectadas entre sí por variedades finamente graduadas. Así ocurre, como yo mismo he observado, con algunas plantas dimorfas. Ciertamente, a primera vista parece un hecho muy notable que la misma mariposa hembra debe tener la capacidad de producir al mismo tiempo tres formas distintas femeninas y una masculina, y que una planta hermafrodita debe producir de la misma cápsula de la semilla tres formas distintas hermafroditas, teniendo tres tipos diferentes de hembras y tres o incluso seis tipos diferentes de machos. Sin embargo, estos casos son exageraciones sólo del hecho común de que la hembra produce crías de ambos sexos que a veces difieren entre sí de una manera maravillosa.
Imagen: Ejemplo del "hecho común" al que se refiere el autor al final de este párrafo. Tomada de Focuspsychology.
Referencia
[1] SANCHO IZQUIERDO, Miguel, Tratado elemental de Filosofía del Derecho y Principios de Derecho Natural. Segunda edición, Librería General, Zaragoza, 1944, pp. 7 y 8.
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