Hoy sería una tarea algo complicada la de escribir acerca del evolucionismo sin mentar al darwinismo. Sería parecido a tratar de economía, excluyendo a Adam Smith.
Ambas cosas, que ya son difíciles en español, serían imposibles en inglés. El idioma inglés actual está construido con los mismos ladrillos que las obras de Smith y de Darwin. Estas son, en buena parte, responsables de la construcción de aquel y de su aspecto actual.
Muchos libros publicados en inglés, tanto en Biología como en otras disciplinas, adulan a Darwin. Otros, en especial sobre Biología y Evolución, cuando se muestran someramente críticos con Darwin, acaban dando de él la imagen de una figura intocable y acaban siendo sus mayores aduladores. De todo esto podremos dar ejemplos, pero hoy sólo un breve comentario a vista de pájaro.
El análisis detallado de las complejidades del matrimonio darwinismo-lenguaje inglés no me corresponde a mí y lo dejo aquí apuntado como posible tema de tesis a desarrollar en alguna universidad (¿tal vez en la Patagonia?). La Tesis podría empezar por una frase que DH Lawrence deja, así, como quien no quiere la cosa, caer en su novela Mujeres enamoradas (1916).
Gudrun y Ursula, las hermanas protagonistas de la novela, se encuentran de viaje por el Continente, concretamente en Innsbruck (Austria), con sus respectivos. Disfrutan del paseo por un paisaje nevado y Gudrun dice:
-¿No os encanta estar en este sitio?,-¿verdad que la nieve es maravillosa?,-¿os dais cuenta de cómo exalta todo?. Es sencillamente maravillosa. Una se siente realmente sobrehumana.
-Así es-exclamó Ursula- Pero,… ¿no será eso en parte porque no estamos en Inglaterra?.
-Oh por supuesto-exclamó Gudrun-. Nunca podríamos sentirnos así en Inglaterra, por la simple razón de que allí el regulador de tiro nunca se abre. Es imposible dejarse ir en Inglaterra, estoy segura.
Da pena ver cómo la cultura del español, hoy, se torna subsidiaria de la anglosajona. Hablando de evolución, aquí no se habla en español, sino que se traduce (mal) lo que se dijo antes en inglés. No solamente somos pobres científicamente, sino que nuestra riqueza, que consiste en aportar humanismo a la Ciencia, la despreciamos. Somos así y así nos describe Unamuno hace cien años, qué le vamos a hacer. Si hemos decidido ser siervos, adelante con esa servidumbre,……