
Un detalle escapado ya en el párrafo anterior apunta hacia la raíz más profunda de su pensamiento evolutivo: el hombre semicivilizado. El autor se considera un hombre plenamente civilizado y esto es lo que más importa. No importa ser o no ser un naturalista al uso, respetar o no respetar el método científico, ya que, según nos ha planteado en estos dos últimos párrafos, su nivel de civilización superior le permite enmendar la plana a los naturalistas y a los científicos, en particular a aquellos que pudieran ser al menos en teoría, semi-civilizados, porque lo que se está presentando en el Origen más que obra científica es doctrina para un programa social: El de la eugenesia.
An argument of great weight, and applicable in several other cases, is, that the above-specified breeds, though agreeing generally with the wild rock-pigeon in constitution, habits, voice, colouring, and in most parts of their structure, yet are certainly highly abnormal in other parts; we may look in vain through the whole great family of Columbidae for a beak like that of the English carrier, or that of the short-faced tumbler, or barb; for reversed feathers like those of the Jacobin; for a crop like that of the pouter; for tail-feathers like those of the fantail. Hence it must be assumed, not only that half-civilized man succeeded in thoroughly domesticating several species, but that he intentionally or by chance picked out extraordinarily abnormal species; and further, that these very species have since all become extinct or unknown. So many strange contingencies are improbable in the highest degree.
Un argumento de gran peso, y aplicable en otros varios casos, es que las castas antes especificadas, aunque coinciden generalmente con la paloma silvestre en constitución, costumbres, voz, color, y en las más de las partes de su estructura, son, sin embargo, ciertamente, muy anómalas en otras partes; en vano podemos buscar por toda la gran familia de los colúmbidos un pico como el de la carrier o mensajera inglesa, o como el de la tumbler o volteadora de cara corta, o el de la barb; plumas vueltas como las de la capuchina, buche como el de la buchona inglesa, plumas rectrices como las de la colipavo. Por lo tanto, habría que admitir, no sólo que el hombre semicivilizado consiguió domesticar por completo diversas especies, sino que, intencionadamente o por casualidad, tomó especies extraordinariamente anómalas, y, además, que desde entonces estas mismas especies han venido todas a extinguirse o a ser desconocidas. Tantas casualidades extrañas son en grado sumo inverisímiles.
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